Mi patria sí me importa. La quiero y la defiendo. Esa debería ser una expresión natural de toda aquella y aquel que haya parido en esta tierra. Cómo llegar a odiarla y a desearle la muerte, su destrucción y su dolor. Un ser que actúe de esa forma es porque tiene saqueada el alma, porque su mente está vacía, sin memoria, hay ausencia del corazón, no hay sentimiento bonito como el que ama a su madre, a su hogar, a su comunidad, a su país. Cómo irme al vacío detrás de aquellos que se empeñan con la palabra y su conducta es levantar cobardemente las banderas de la traición. En esta patria me quedaré, jamás la abandonaré y menos en los momentos de la agresión que resiste y que se levanta con la valentía que le reconoce la sabia y heroica historia de pueblo soberano.
Un hogar es una patria pequeña, la patria es el hogar grande, donde todos vivimos, así como debes cuidar tu familia cuidas tu suelo patrio, no hay diferencia, somos un mismo espacio para la convivencia profunda, la fraternidad inmensa, la soberanía, la independencia como nación y como pueblo. La cultura de la muerte no es nuestra cultura. No las imponen de infinitas formas, desde la imposición propagandista, mediática, alienante y manipuladora, desde la agresión intervencionista con paramilitares y formas de la muerte donde promueven el miedo, el terror como elementos para provocar el hundimiento y la desmoralización de las comunidades. Sin embargo, la resistencia a este modelo perverso de la dominación capitalista enfrenta la resistencia permanente de nuestros pueblos que levantan las banderas de su identidad, de su historia y de los valores de la vida, de la paz, de la unidad profunda para seguir construyendo el porvenir libertario que nos merecemos libre de toda dominación imperial, colonialista.
Quienes libran esta despiadada guerra contra nuestro pueblo pretenden arrebatarnos de cualquier forma la manera natural que nos identifica como venezolanos latinoamericanos y caribeños, se empeñan en imponernos la cultura del neurotismo, el odio, que perdemos la fe como ser humano y como pueblo, que dejemos atrás la comodidad, el compartir que nos caracteriza, que cambiemos nuestras costumbres, nuestros valores profundos por los falsos valores que buscan aplastar la rica herencia que poseemos. Simplemente quieren vernos como esclavos atados en cadenas, atados en mezquindad, individualismo, que sólo pensemos en la ganancia, en el egoísmo, en la traición.
A 5 años de la siembra de nuestro Comandante de pueblos Hugo Chávez, hacedor de alegrías, de la palabra certera, libertaria, de la conducción soberana, emancipadora, su ejemplo nos ilumina en esta nueva y gran batalla que libra la nación bolivariana para no ser usurpada y violada. Nuestro deber es amarla y defenderla. En esta hora también nos abraza por siempre el noble espíritu libertario de la camarada Alba Karina Delgado, ejemplo de la mujer trujillana que se despide físicamente y se va a su siembra infinita donde siempre nos recordará con su ternura solidaria y honestidad comprobada.