Verduras y hortalizas trujillanas: De la granja al plato

A las tierras trujillanas se les ha sabido sacar provecho, y de sus suelos brotan gran parte de las hortalizas y frutas que forman parte de la dieta diaria.

📸 OSWALDO VERGARA

 

 

POR EVER GARCÉS

De cualquier ensalada que en estos momentos se consume en los hogares del centro y occidente del país, lo más probable es que alguno de sus ingredientes provenga de las cosechas que brotan de los ricos suelos trujillanos, y es que nuestro estado es una especie de granja donde se consigue de todo.  Su geografía puede recorrer desde las zonas más calientes como las del eje Panamericano hasta la más templada como el Páramo, teniendo el lugar de honor en varios rubros.

 

Con frutos en la huerta

Relata Rafael Cartay que fue con el proceso de la colonización cuando se introdujeron en los Andes algunas hortalizas, pero su producción se limitaba a los solares de las casas y su consumo se restringía a los pobladores de origen español. Ya para 1579, los habitantes  de la provincia de Trujillo cultivaban maíz,  batata,  nabos, apios, yucas, coles, lechugas, berenjenas, cebollas, ajos, cilantro, perejil, yerbabuena, trigo, y cebada.

Coincide la historiadora de gastronomía andina, Gladys de Gonzalo, que en sus estudios se encontró que hasta muy entrado el siglo 20, las ensaladas brillaban por su ausencia, la hortaliza no se cultivaba, tal vez no porque no gustara, sino porque no sabían prepararla en ninguna forma o manera; de ahí su ausencia en la mesa. Además, la gente no sabía comerla, la llamaban despectivamente: monte.

Muchos años transcurrieron, para que se habituaran al uso de las hortalizas, empezando su costumbre, más o menos en el año treinta, cuando en pleno auge del petróleo, se desarrollan nuevos centros de producción hortícola, y ya al final de la década de 1940 la horticultura se había extendido.

 

Suelos benditos

Es el clima el que determina el tipo de cultivo apropiado que se puede fijar en un tipo de suelo, y en el caso del estado Trujillo el clima varía de acuerdo a la zona. El ingeniero Alirio Rangel nos explicó que la zona baja está entre las riveras del lago de Maracaibo, por tanto es una planicie lacustre circundada por ríos trujillanos como el Motatán, Caus y Pocó, y por el clima, los cultivos  que se dan extraordinariamente son las musáceas (los plátanos y el cambur), heredando esa bondad del sur del lago, donde cultivan los mejores plátanos y cambures de Venezuela.

Pero los suelos de la zona baja también son muy frondosos y ricos y se cultivan elementos fundamentales para la gastronomía venezolana, como lo son las raíces y los tubérculos, sobresaliendo la yuca, el ocumo y el ñame. Otro gran privilegio tiene que ver con las frutas de origen tropical, como la guayaba, lechosa, y las piñas mas dulces del país, que se producen en la zona baja hasta el municipio Motatán.

Refiere Rangel que luego viene un piso intermedio que es entre 500 metros sobre el nivel del mar (la ciudad de Valera), y los 1500 metros de altitud (municipio Carache). En esta franja se produce un cultivo muy importante de Trujillo, el tomate, rubro en el que Carache ocupa el segundo puesto entre los municipios más productores, con un tomate de primera calidad, al igual que sus cebollas también son excelentes.  Otro municipio que se destaca en estos rubros es Candelaria.

Más frescos que una lechuga

Luego viene la parte del piedemonte andino que es hasta los 1800 metros sobre el nivel mar, y es donde están los cultivares de café, las condiciones organolépticas de esos suelos trujillanos hacen que se produzca uno de los mejores café de Venezuela.

En la parte del páramo y las montañas de los municipios Boconó, Trujillo y Urdaneta, son grandes productores de hortalizas, las de rama que son lechuga, repollo, coliflor, brócoli, también están tubérculos como el rábano, las papas, las zanahorias, remolachas, y hay una joya cultivada en nuestras tierras, el apio trujillano, que es un emblema nacional, somos el primer productor de apio del país.

 


EL DATO

📸 Archivo/Cortesía

En Trujillo tenemos una cultura centenaria de la caña de azúcar.  Llegó con los primeros españoles y se diversificó por todo el estado, donde se ubicaron ingenios azucareros y  trapiches, los más prolíficos en Boconó, Carache, Trujillo Capital y Miranda.  En Valera, desde el Valle del Momboy hasta la población de La Puerta, todo era cultivos de Caña de Azúcar, había ocho trapiches, que procesaban la caña y hacían panelas, exquisitas.


 

 

TESTIMONIO

“Tanto di” es un desarrollo turístico agroindustrial en el municipio Urdaneta, que tiene dos fincas y el famoso hotel “El pueblo que tanto di”, relata su dueño Oswaldo Malpica que en una de las fincas, hay una pequeña fábrica que estuvo produciendo hortalizas congeladas y procesadas para las empresas agroindustriales nacionales, eso ocurrió desde el 2006 al 2011, pero lamentablemente se paralizó por los problemas de energía eléctrica y la crisis económica de Venezuela.

La idea era crear una marca trujillana con respecto a los productos que generaban en sus fincas, y siguen motivados a hacerlo cuando las condiciones lo permitan. “Seguimos creyendo en nuestro país, apostando por Venezuela, y vemos el gran potencial que -sobre todo- el estado Trujillo tiene”, dijo el siempre emprendedor Oswaldo Malpica.

 


 

Lea también:

Trujillo pone el toque picante

Su Majestad: el mojo

Mojito trujillano: La historia de la receta mágica de la abuela | Por Ariana Briceño Rojas

Champiñones Gran País: trabajo, compromiso y calidad para Venezuela

De la granja al plato: Verduras y hortalizas trujillanas 

Boca Café, de mi casa a tu taza: el café con récord mundial 

“Dulcería Doña Tula”: 123 años de arraigo familiar y recetas originales 

Postres Blanquita: una sinfonía al paladar 

La oferta gastronómica se abre camino al sur de Valera 

 

 

 

 

 

 

 

Salir de la versión móvil