Por Ramón Rivasaez
dedicado a Cecilia Garmendia de Barrios
Este poeta venezolano nació el 10 de marzo de 1936 en la localidad de Urica, estado Anzoátegui y falleció el 7 de julio de 2019 en Barquisimeto, estado Lara, luego de escribir una extensa obra poética y ser un fiel defensor de la autonomía universitaria y, por ende, de la democracia venezolana desde las trincheras de la UCV.
Fue, precisamente, en las aulas universitarias donde se engendró su pasión por la libertad de expresión, y se alimentó su espíritu por la poesía, tras su cercanía con los protagonistas del grupo Sardio que animaba su amigo, Adriano González León, luego conoció a Pepe Barroeta Paolini, Ramón Palomares y Víctor Valera Mora, por casualidad, un rico cuarteto de trujillanos, entre otros escritores que, en la década de los cincuenta adversaba la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Jesús Enrique Barrios una vez que egresó de la Facultad de Derecho, radicó en Barquisimeto donde formó parte del equipo fundacional en la creación de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA), institución de la cual fue director de la antigua Escuela de Administración y Contaduria, hoy de Ciencias Económicas y Sociales.
Desde entonces el poeta se dedicó a la docencia hasta sus últimos días, siempre colocando a la Universidad como uno de los bienes primordiales de cualquier sociedad contemporánea; destacó la civilidad, la democracia como uno de los valores fundamentales del hombre de hoy, la cultura y el arte, vitales para la humanidad; la paz, el respeto, la tolerancia y la concordia, derechos inalienables del ser humano.
El poeta Barrios al tiempo que ejercía su amorosa cátedra universitaria en la UCLA, donde se distinguió por su palabra solidaria con todos aquellos que se iniciaban en el arduo csmino de la literatura, se constituyó en un defensor de la autonomía universitaria y del alma mater en general. Un excelente orador, prologuista, sus amenas conversaciones, su sapiencia en torno a poetas fundamentales como Holderlin, de quien recitaba sus poemas en alemán, pero sobre todo destacaban su bonhomía, su don civilista,su vasta cultura, y su amistad fraterna y franca.
Jesús Enrique Barrios hizo de la civilidad una bandera para desechar la arbitrariedad de quienes se creen dueños de la verdad, de los que con desdén tratan de ignorar la palabra del arte y la cultura, la imaginación y la bondad.
Por su obra literaria, el poeta Barrios fue postulado en una ocasión al premio Nacional de literatura, por instituciones larenses como la UCLA y otras que, consideraron su trabajo poético, tenia los suficientes méritos para optar al galardón. De todos modos la poesía venezolana tuvo en Jesús Enrique Barrios a un creador de primer orden que aparece en las más completas antologías elaboradas en el país
De sus casi treintena de títulos destacan, entre otros. En calidad de humano, Usada poesía, Por rastros y raudales, Mínimas y máximas, sus aforismos muy conocidos; su lenguaje reflexivo hace de su texto poético una suerte de ir más allá del hecho escritural, el del encontrarnos de frente con el secreto del poema, su sangre y pasión, la vida misma, y el desconcierto de una existencia donde la banalidad pretende adueñarse de todo. Uno de los poemas del libro
Usada poesía dice «En este pueblo secan al sol sus sueños. Trajeron ideas extrañas y vestidos finos llenos de modificaciones.Por encima de las tapias banderas domésticas limpian el afán de vivir».
El poeta Barrios fue uno de los principales redactores de la revista cultural Principia que editó la UCLA durante décadas, una de las más completas del país.
En su libro Usada poesía, un texto aborda sus nostalgias por los amigos, «Quiero decir las nostalgias de volver con la amistad a los asuntos del ser: las correrías con Víctor Valera Mora, Pepe Barroeta, Luis Camilo Guevara, Luis Cornejo, y Mario Abreu, en las playas mujeriegas del río Altagracia de Orituco».En seguida el poeta Barrios agrega: «Estos volcánicos recuerdos de andar junto a la Pandilla de Lautreamont por los bares de Sabana Grande. Los exquisitos diálogos en las cumbres terrestres con José Omar Marrón. La voz nunca olvidada de Ramón Sosa Montes de Oca. La ironía y el verso luminoso de Argenis Daza. El oleaje insaciable del corazón de Gustavo Pereira. El puntillazo candeloso de José Lira Sosa. La finura infinita del poeta Juan Sánchez Peláez. Las inmejorables torrenteras poéticas de Ramón Palomares. Las ardientes batallas líricas de Adriano González León.Los aludes verbales de Denzil Romero y los demás soldados del grupo Sardio». Usada poesía es, quizá, el mejor libro de Jesús Enrique Barrios. el poeta de Urica, un gran demócrata, cuya amistad era una amalgama para brindar por la vida y el ser en plena libertad creadora.