La transformación urbana es posible a partir de una forma diferente de participación social, mediante alianzas público–privadas, haciendo política para lograr una ciudad más incluyente, donde la infraestructura y el urbanismo y lo social tienen un papel prioritario.
Una transformación social y urbana debe estar basada en proyectos y planificación primordialmente en la reconstrucción urbanística y en estrategias físicas, sociales y políticas, que conlleven a moldear en plazos considerables una nueva forma de hacer ciudad.
Para que la ciudad de Valera sea capaz de transformarse como lo han hecho otras grandes urbes nacionales e internacionales, debe generar un proceso exitoso de regeneración urbana, de transformaciones en el espacio físico con alto énfasis en la condición social y humana, buscando mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Además es clave dar continuidad a programas, permitiendo avanzar y sumar en diferentes acciones bien coordinadas y ejecutadas como expresiones de un buen programa de gobierno.
En el mismo sentido cabe destacar el papel decisivo que juegan los Proyectos Urbanos Integrales en donde es necesaria la unificación estratégica e interrelación entre el gobierno municipal, en este caso Alcaldía y la sociedad civil organizadas, más la empresa privada, así entre todos conformar un grupo de herramienta en favor de un verdadero y profundo del cambio social y urbanístico.
Transformación y continuidad
Estas herramientas se aplicarían a la renovación y la recuperación de zonas con un alto nivel de degradación urbana, extensible hacia otras partes de la ciudad que compartan las mismas características y necesidades.
Se establece como objetivos el transformar — mediante acciones sociales, físicas e interinstitucionales — incorporando todos los elementos de forma simultánea y planeada, mediante obras de infraestructura con los más altos estándares de calidad y con el ingrediente de la participación comunitaria que garantizaran su sostenibilidad.
Cambiar la ciudad = cambiar la sociedad
La transformación urbana es posible a partir de una forma diferente de participación social, mediante alianzas público–privadas, haciendo política para lograr una ciudad más incluyente, donde la infraestructura y el urbanismo más lo social tengan un papel prioritario.
Ya es hora que una ciudad como Valera próxima cumplir 200 años de el gran salto, el salto de atreverse a soñar en grande, atreverse cambiar la sociedad y la ciudad con base en la educación, la renovación urbana, el emprendimiento y la cultura. Con planificación, coherencia, visión futurista y compromiso se podría logra que Valera se transformara en una marca de innovación, lo que significa que sabemos resolver problemas y somos capaces de unirnos como sociedad.
No obstante, hablar del cambio implica hacer referencia a la condición por la cual ha atravesado la ciudad durante años, lo que sufrió la ciudad y que resulta necesario tenerlo en cuenta para poder emprender un futuro correcto.
La historia no puede borrarse. Se puede cambiar el estigma, pero no la referencia. En las décadas de los años 40, 50 y 60 Valera fue catalogada como una ciudad de gran empuje hacia el progreso, pero hubo un momento en que se estancó.
Ese estancamiento se presentae luego de la década de los 70, cuando comienza el deterioro de la ciudad y se fue incrementando a causa de la politiquería, corrupción, burocratismo, por la falta de planificación y proyectos esenciales y vitales para concretar un desarrollo sostenible en el tiempo.
Debemos decir que, también hubo cierto repunte gracias al empeño de gente emprendedora que veían posible un mejor desarrollo para la ciudad, en ese punto jugó un papel fundamental el sector privado, sobre todo hombres que llegaron de otras latitudes a contribuir con el crecimiento de la ciudad de las Siete Colinas, logrando dinamizar el aspecto económico, pero igualmente le dieron proyección a otros sectores como la educación y la cultura, dando el impuso necesario a la región.
Desde los años 90 con la llegada de las Alcaldía la situación empeoró, cuando en otras partes las alcaldías se convirtieron en el gran soporte de las urbes, en la salvación y proyección de sus ciudades, en Valera no ocurrió lo mismo, nos fuimos en picada a un profundo abismo. Es por eso que se dice que, Valera ha tenido mala suerte con sus gobernantes, quienes se han dedicado más a la burocracia partidista que a atender y resolver para que Valera fuese hoy día una ciudad más pujante. Valera ha tenido el tiempo y el espacio para haber sido transformada en una ciudad modelo. La ciudad ha contado siempre con los elementos necesarios para tal fin.
Generar confianza
Por eso, el llamado es a unificar criterios, a innovar para lograr la transformación deseada, hacer del sueño una posibilidad real. Partiendo como hemos dicho de estrategias basadas en las estructuras físicas, sociales y políticas que en definitiva contribuyen al cambio urbano proponiendo una nueva forma de hacer ciudad.
En Valera hay mucho por hacer, el camino para lograr una ciudad verdaderamente incluyente, y desarrollada, pero el motor de esta transformación debe ser el entusiasmo y el atrevimiento para la innovación, para cambiar la forma de enfocar y planificar la visión futurista, generar confianza en lo público y en un pueblo, que conlleve en definitiva a un mejor futuro para la ciudad y sus habitantes.