Los policías trujillanos no han logrado absolutamente nada en su ya larga lucha por las mejoras de su condición laboral, particularmente la parte salarial y de los servicios por protección social que necesitan, vale decir beneficios de la Caja de Ahorros, Inpresfapet o cualquier otra instancia, instituciones de atención a los funcionarios que también están por el suelo, sin recursos ni acción positiva de ningún tipo, salvo los descuentos obligados que en nada benefician a los afiliados.
No se justifica tampoco, que en pleno siglo XXI y cuando toda la economía venezolana está dolarizada, la mayoría de los empleados públicos y en el caso que nos atañe, la policía del estado, estén percibiendo sueldos de miseria que no alcanza para comprar un solo producto de la denominada cesta básica.
Decepción tras decepción
En la reciente quincena la totalidad de funcionarios, activos y jubilados no superó el cobro de su quincena en los ochocientos bolívares, algo humillante e indigno, máxime cuando un policía para poder cubrir una sola guardia necesita comer aunque sea al menos una de las tradicionales tres raciones de alimentos, pero con esta miseria cómo se puede hacer.
Es allí donde radica el grave asunto, como ejemplo tenemos que una sola latica de chimó o un refresco de los pequeños tienen un costo actual de 800 o 900 bolívares, por lo que comprando uno de estos dos productos se estaría yendo la totalidad de la quincena percibida. Este ejemplo no puede ser más claro, sin embargo poco o nada han hechos nuestras autoridades por tratar de revertir esta situación y aceptar una realidad contundente… “estamos dolarizados”, pero nuestros policías devengan un salario humillante en bolívares que no sirve para nada.
Quien se moleste porque decimos la verdad, que salga de inmediato a decir lo contrario, porque no faltará un improvisado defensor de lo indefendible en tratar de desacreditar o desvirtuar lo que aquí denunciamos.
Todo el mundo sabe pero nada de nada
Tampoco se trata de utilizar un medio de comunicación para ofender instituciones y personas, porque esa no es la razón, empero, sí es necesario salir a gritar a viva voz que nuestros funcionarios se están muriendo de mengua por falta de una atención integral.
Incluso no hallan ya qué hacer para llevar comida a sus hogares, solventar servicios como agua, luz, gas, transporte, así como comprar su ropa, calzado y pagar los estudios de sus hijos
Muchos callan por temor a represalias y solo la Asociación de Policías Jubilados es la que sale con sus voceros a solicitar mejoras, sin embargo este clamor no ha tenido el eco esperado y ni el nuevo comandante Wilmer Ramírez tampoco ha podido hacer nada por tratar de revertir esta grave situación.
La gran pregunta es la misma: ¿ Cómo pretende el gobierno regional y nacional que un policía pueda sobrevivir con este salario tan humillante?…Vaya usted a saber, porque la realidad es más grande que una catedral.
Mientras tanto los policías regionales hacen las mil peripecias y hasta se han convertido en “pedigüeños” permanentes de los comerciantes y hasta de sus familiares para poder acudir a sus respectivos comandos a cumplir con su noble tarea. Otros, muy pocos por cierto, han optado por la obligatoria “matraca” para sobrevivir y por eso ni los cuestionamos.
De nuevo va el llamado de reflexión a quienes tienen en sus manos y poder político la decisión de solventar este drama, el cual ya se ha hecho muy grave sin que se vea a corto plazo una solución digna y justa. ¡Amanecerá y veremos!