La Polimatía (el saber muchas cosas) no instruye el entendimiento. De otra manera, habría instruido a Hesíodo y a Pitágoras, a Jenôfanes y a Hecateo. Heráclito de Éfeso, Frases Oraculares. En W. K.C. Guthrie, Los filósofos griegos. P; 48.
El título del Tópico no es una novedad, usted y yo vivimos hoy ese síntoma del cuartel, bien en sus discursos, sus símbolos y arbitrariedades. Algunos lo denominan militarismo, desde el gobierno lo llaman unión cívico-militar. ¿Es ello constitutivo de la identidad del venezolano? Pudiera ser, pues de una parte está latente desde la época de Simón Bolívar. De la otra, con la llegada al gobierno del teniente coronel Hugo Chávez y su afirmación: “Venimos a destruir” en entrevistas con el profesor de la U. C. V. Agustín B. Muñoz, ese Estado-cuartel adoptó el rebuscado calificativo de Socialismo Bolivariano del siglo 21. Lo allí iniciado no lo hizo Chávez solo, sino con el apoyo de los partidos políticos de la llamada IV República, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y medios de comunicación importantes, sobre todo el 19-01-1999. Hasta ahora los venezolanos ignoramos las disculpas de dirigentes políticos, dueños de medios y magistrados involucrados en ese contexto sobre las consecuencias de ese Estado–cuartel (acabar con la Constitución de 1961). Una ética elemental de responsabilidad política aplica hoy sobre esas consecuencias. Luego, el camino de ese Estado fue fácil con las asesorías internacionales diseñando mecanismos de lealtad, corrupción y delaciones masivas como mecanismo de control político. Conocido ese Estado-cuartel puede afirmarse que en su eficiencia cuenta la ignorancia del venezolano en contenidos de ciudadanía, cultura democrática y exigencia de rendición de cuentas a los políticos; sumándose también el grado de idioteces que transmiten la tele culebras con grave daño a la juventud en su promoción de sexualidad prematura y maternidad poco responsable. En otros lugares de América Latina el militarismo no ha sido tan exitoso por vías electorales como aquí en eso de crear el Estado-cuartel, pero es obvio que sus estrategias han cambiado para no permitir la consolidación de una democracia de calidad. A los políticos populistas no les desagrada ese Estado-cuartel, pues al colocar en cargos ministeriales a sujetos de uniforme evitan rendir cuentas y rehúyen debates incómodos, pues ¿cómo se discute con quien tiene porte de armas o dirige puestos de control? Alguna vez ante un reclamo elemental usted ha oído esto: ¿Aquí mando yo y punto? ¿Tendrá fuerza de réplica ciudadana si usted recurre al texto constitucional? Pienso que no. Una calificación a los síntomas de eso en Venezuela puede ser una Postmodernidad salvaje con uniforme militar- policial. Nunca como ahora el “Todo vale” postmoderno es visible entre nosotros. Lo acepte usted o no, aquí no hay Estado de derecho ni texto constitucional eficiente, eso contradice los signos del Estado-cuartel. Saque sus conclusiones.