Por: Antonio Pérez Esclarín (pesclarin@gmail.com)
No entiendo cómo los que nos gobiernan siguen aferrados a un poder que no han sabido ejercer, que ha convertido al país más próspero de Latinoamérica en el más miserable, y que sigue ocasionando incontables sufrimientos innecesarios a la inmensa mayoría, especialmente a los más pobres y vulnerables a los que supuestamente iban a dignificar. De un país de acogida y oportunidades donde muchos encontraron un lugar para huir de la miseria y las guerras, nos hemos convertido en un país de adioses, del que millones huyen porque aquí les resulta imposible sobrevivir y han perdido por completo la confianza. Y entiendo todavía menos cómo puede haber personas honradas y de buena voluntad, que siguen apoyando este desgobierno y repiten las falacias y mentiras que les ponen en la boca, cegados para ver la realidad y las verdaderas causas que nos han llevado a ella ¿Habrá alguien que afirme con objetividad que Venezuela está hoy mejor que hace veinte años? Cuando dicen que hay que defender la revolución a cualquier precio, ¿a qué revolución se refieren? ¿Cuáles son los logros de esa revolución, a no ser el que una cuerda de vivos se ha llenado los bolsillos? ¿Pueden señalar una sola cosa que funcione? Cuando converso con algún chavista-madurista y le planteo que me diga una sola cosa que funciona bien, evade el tema y empieza a culpar de todos los males a la oposición, al imperio y las sanciones; o, cegado por la ideología, repite que antes el pueblo vivía peor, y que si gana la oposición les quitarán los bonos y el clap .
Duele comprobar cómo el gobierno, en vez de ocuparse en resolver los sufrimientos de las mayorías, se dedica a mantenerse en el poder e impedir por todos los medios que los que queremos un cambio pacífico podamos obtenerlo mediante elecciones justas, libres y equitativas. Nos acusan de violentos, cuando son ellos los que agreden; de golpistas cuando fueron ellos los que dieron un verdadero golpe de estado; de fraude, cuando ellos vienen realizando un fraude sostenido. Da vergüenza y dolor ver todas las medidas tomadas por el Consejo Electoral, que van desde impedir candidaturas, robarse los partidos, comprar conciencias, detenciones arbitrarias, usar métodos de violencia para impedir concentraciones, hasta el tomar represalias contra personas que han alojado o dado de comer a María Corina y otros líderes de la oposición, incluyendo a lancheros y puestos de empanadas. Estoy convencido de que estas medidas tan infantiles se les van a revertir, pues el pueblo venezolano tiene un profundo sentido de justicia y no tolera los abusos sobre todo contra personas trabajadoras y sencillas,
Pero en Venezuela está renaciendo muy fuerte la esperanza y la confianza bajo el indiscutible liderazgo de María Corina, que ha enfervorizado a las mayorías, y de Edmundo González, hombre de pocas pero oportunas palabas, con vocación de servicio, conducta moral intachable y gran capacidad de sacrificarse por Venezuela. Su modo de entender la política se opone radicalmente a la politiquería del grito, de la ofensa, de la promesa irresponsable. Por ello, es la hora de hacer realidad lo del bravo pueblo del himno. Para ganar la batalla de la libertad, debemos estar convencidos de que podemos ganarla y trabajar con tesón por lograrla. Son tiempos para la organización y la acción, para convencernos y convencer a los demás de que hay que ir a votar y a defender los votos. Si bien es iluso esperar imparcialidad de un gobierno autoritario y ventajista, que va a hacer todo lo posible porque no haya elecciones, o no sean justas y transparentes, no nos queda otra salida que la electoral y dar la batalla con las mejores condiciones posibles, y con una observación, sobre todo nacional, masiva y muy valiente. Si logramos convencer a las mayorías para que acudan a votar por el candidato unitario será imposible irrespetar los resultados. ¡Seguir por el camino de la resignación y gastarse en denuncias sobre la falta de objetividad solo beneficia al gobierno!.
@antonioperezesclarin
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