Por: Omar Pérez
El país entero, en sus diversos niveles, ha lamentado con inmenso dolor, tanto más ahora, cuando hombres de su empuje hacen tanta falta, la desaparición física de Teodoro Petkoff, un venezolano de profundas convicciones como ciudadano y como político: culto, tenaz, emprendedor y como tal, ya como político ya como periodista, apasionado y combativo pero siempre auténtico.
No puedo escribir como un oportunista de nuevo cuño y decir que fuimos amigos, por la sencilla razón de que transitamos por caminos distintos. El, un corajudo líder del Partido Comunista Venezolano y yo un reportero político militante de Acción Democrática. Pero en el trayecto de nuestro tránsito nos encontramos obligatoriamente en diversas oportunidades y me distinguió con un trato cordial, respetuoso, cosa extraña en él, quien tenía una fama equivocada de explosivo y belicoso…Me trató con cariño, pues, y aunque no fue frecuente, algunas veces me llamó “compañerito”; más porque así me decían los colegas: pero que revelaban su caballerosidad.
Admiré siempre su autenticidad como ser humano y su audacia infinita, como aquella de lanzarse desde un tercero o cuarto piso del Hospital Militar, donde había sido recluido por el gobierno de Acción Democrática al que enfrentaba entonces de una manera radical. Su lucha en el PCV y mucho después en UPA (Unión para Avanzar) y luego en el MAS es ampliamente conocida por todos. En esta oportunidad quiero referirme a tres hechos de los cuales fui testigo y que retratan o reflejan su carácter, su arrojo y su sentido del humor.
1.-Siendo yo jefe del Departamento de Noticias del Canal 8(Venezolana de Televisión) cuando este medio era propiedad privada, lo invité a participar en un programa para conocer su opinión acerca de una situación internacional sobre la cual habían participado dirigentes de otras organizaciones, exponiéndome a la reacción del Presidente del Canal que veía comunistas hasta en la sopa y cuya presencia en la pantalla objetaba.
A través de Martín Pacheco —el reportero estrella—y de Zaida Rausseo, estupenda redactora, logré localizarlo. Ubicamos una mesa redonda en el centro de una de las habitaciones de la planta. A la llegada de Teodoro los periodistas se fueron ubicando: José Hernán Briceño, Alirio Bolívar, Pacheco, Zaida, Ylleny Rodríguez…Pero cuando el político trató de ubicarse, la silla se desarmó y él rodó por el piso. Fue cosa de un momento. Ante la consternación de los presentes, se levantó de un salto con el espaldar del mueble entre sus manos y tras una sonora carcajada sonó su voz estentórea:
—¡Ese fue Vollmer quien ordenó que me pusieran esa silla rota!
Se refería, por supuesto al dueño de la planta, el presidente del poderoso grupo industrial que lleva su nombre y que si bien rechazaba la doctrina comunista siempre fue un caballero y, por lo demás, nunca visitaba la televisora.
El comentario y la carcajada del “catire”, tranquilizó a los presentes, quienes reemplazaron el mueble roto y procedieron a conversar con el político sin ningún otro contratiempo. La entrevista fue televisada totalmente.
2.-Cuando el Dr. Rafael Caldera, en su segundo período presidencial llamó a colaborar con su gobierno a Teodoro Petkoff y a Pompeyo Márquez, le correspondió al primero de los nombrados visitar en su carácter de Ministro de Cordiplán (Oficina Central de Coordinación y Planificación) a los miembros del Comité Ejecutivo de Acción Democrática (CEN) para explicar los alcances de una medida económica que adoptaría el régimen pero que requería la aprobación del proyecto por parte del Congreso Nacional, donde ese partido tenía una numerosa representación, lo cual hacía posible que fuese aprobado sin mayor retardo.
Frente a la sede de la organización partidista, en La Florida, se ubicó un crecido número de mujeres fanáticas hasta la exageración y famosas precisamente por la agresividad que habían demostrado contra los miembros de las otras tiendas políticas desde los palcos del palacio legislativo. Teodoro no se amilanó. Tan pronto como descendió del vehículo que lo trasladó se abrió paso entre éllas:
—¡Estoy en tu casa, Josefina!…¿No me vas a recibir?
Asunción Rivas el recordado portero del partido, ceremonioso, lo acompañó hasta el ascensor que debía tomar para llegar al salón de sesiones del partido y al regresar a su puesto comentó sorprendido:
—¡Las desarmó!—Pues él las había oído decir que le iban a hacer un recibimiento que nunca olvidaría.
3.-En los día cruciales de enero de 1958 cuando Pérez Jiménez echó el ejército a la calle para reprimir a tiros las manifestaciones populares y la tenebrosa Seguridad Nacional saqueaba domicilios, secuestraba personalidades, humillaba de la manera más criminal a las esposas de los opositores y la resistencia ciudadana se hacía más intensa pese al toque de queda—cuatro o cinco días antes del estallido de la huelga general, uno de los arrojados luchadores contra ese régimen fue Teodoro Petkoff. No digo que lo fuera él solo: pero sí de los más tenaces y temerarios.
En una reunión secreta en los altos del edificio El Nacional, donde los intelectuales firmaban el manifiesto de repudio a la dictadura la Asociación de Radiodifusores procuro una conexión con Teodoro para proponerle se encargase de cuatro emisoras clandestinas que podrían ser puestas en funcionamiento de inmediato. No disponían de personal capaz de asumir esa tarea. ¿Dónde los veo? Preguntó y tan pronto como le informaron que un delegado lo esperaría en el puente de entrada al Country Club, se trasladó al sitio en un destartalado automóvil que le fue facilitado al efecto.
—¿Quién me las entregará y en dónde?
El representante de la radio le dijo que frente a la iglesia de Las Mercedes, en La Pastora, una persona le esperaba para entregarle las llaves de las emisoras clandestinas e indicarle la dirección de los sitios donde estaban lista de un todo para ser operadas…
—¡Pero…! ¿Quién es? ¿Yo lo conozco?—
Y el delegado le respondió:
—¡Mira Teodoro, será el único sujeto con cara de pendejo que se te acercará!…Se trata de Francisco de Venanzi.
‘’’?El Rector de la Universidad Central?
—El mismo, chico. ¿Tú no lo conoces?
Y fue así como al día siguiente las cuatro emisoras clandestinas comenzaron a atronar el ambiente llamando al pueblo a la rebelión popular.
Para Teodoro no hubo guirnaldas ni trofeos. El cumplió su compromiso con las otras fuerzas políticas comprometidas en la lucha contra la tiranía.