«Tengo un bebé de tres años que tiene una colostomía, él tiene las tripitas por fuera, hace pipí y pupú por aquí por el estómago, nos dijeron que lo iban a operar, que nos iban a dar una casa, pasaron tres años y nunca nos ayudaron», contó Daniel Linares desde Conucos de La Paz en Valera.
En espera del cumplimiento de la promesa gubernamental se mantuvo como refugiado junto a su esposa y dos hijos en el Velódromo Vicente Laguna, ubicado en la parroquia Mendoza Fría, hasta que finalmente decidió regresarse a su rancho de latas y olvidar la posibilidad de que su pequeño de tres años, quién nació con un problema, fuese atendido médicamente.
«Ya no nos vendían ni la caja de comida, no nos ayudaron más, agarramos y nos regresamos pa’ acá», remató el joven padre quien sobrevive con la venta informal de verduras y ante la ausencia de la madre que al momento del contacto con la prensa se encontraba en una quebrada cercana lavando ropa.
Aunque la comunidad fue visitada recientemente por varios representantes de diferentes organismos del Estado en la región, luego de la reseña por parte de esta misma casa editorial sobre dos casos vulnerables, Linares aseguró que el acercamiento a su familia se limitó solo a la entrega de cinco productos alimenticios.
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La base de colostomía número 47 que debería estar usando el pequeño adherida a su cuerpo para el depósito de las heces y orina, hace mucho tiempo que no pudieron volverla a comprar. En su lugar Linares rodea la cintura del niño con un «trapo» para «evitar que se le paren las moscas».
Yoerli Viloria
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