La declaración de los obispos venezolanos ante la crisis humanitaria y política publicada el pasado lunes 23 de abril es un profundo, contundente y angustioso llamado a la acción de los gobernantes como responsables del desastre que sufrimos, al pueblo católico y a todos los venezolanos. En primer lugar señala la extensión y profundización de los principales problemas, denunciando la «sorprendente indiferencia de los responsables gubernamentales». Luego señala el grave deterioro de la alimentación, la salud y la extensión de las epidemias. Aborda el drama de la emigración y sus secuelas, y agradece la solidaridad de los países, organizaciones y personas que muestran solidaridad.
Hacen un apremiante llamado a facilitar sin dilaciones salidas políticas que detengan estos males «antes de que alcancen proporciones incalculables y cotas dolorosas de destrucción y muerte». Y a que todos los venezolanos tomemos conciencia que está en juego no sólo la calidad de vida del pueblo sino «su misma existencia como la nación libre, fraterna y democrática».
No esconde la grave sospecha de que los comicios son una trampa para legitimar un cambio radical del modelo constitucional republicano, democrático e imponer un sistema totalitario esclavizante. Si tenemos dos dedos de frente debemos atender el contundente llamado de nuestros pastores que exigen posponer las elecciones para su fecha natural y en las condiciones de igualdad, libertad y transparencia.
Culminan nuestros prelados de la iglesia católica afirmando que «Con la fuerza de la fe y el empuje de la esperanza, es posible asumir valientes y decididas actitudes de solidaridad y darle un rumbo distinto a esta historia de muerte». No podemos seguir mansos hacia los abismos de la miseria víctimas del poder arbitrario de un régimen desalmado, cínico y cruel. Es de vida o muerte una reacción activa y generalizada de los venezolanos para sustituir este camino de ruina por un camino de libertad y democracia que nos permita construir una sociedad más justa, solidaria y sin duda más modesta pero que produzca mayor bienestar para todos.