Los venezolanos vivimos en una tragedia cotidiana. Nuestro país se arruina de manera espantosa y ni el gobierno ni la oposición logran articular un proyecto nacional que detenga el deterioro y lo revierta. Es muy urgente alguna iniciativa que pare esta locura. Que aproveche los errores desde hace mucho tiempo cometemos para un profundo examen de conciencia, un radical propósito de enmienda y trazar los caminos de la reconciliación nacional que nos saquen de la crisis y encaminen al país por los caminos del bienestar.
Es evidente que tanto el gobierno como la oposición vienen haciendo lo mismocada uno por su lado, y ninguno logra triunfos importantes, pues no se puede llamar triunfo a la grave situación actual de Venezuela, ni al alto rechazo al gobierno que no logra capitalizar la oposición. La ruina del país marcha a ritmos acelerados, mientras el gobierno no enmienda las agendas, pues se encuentra preso de una ideología sectaria claramente fracasada y a unos grupos muy corrompidos que ponen sus ganancias por encima del bien nacional. Entre tanto la oposición y sus partidos políticos no logran articular una estrategia ni una propuesta del país posible que despierte emociones y esperanzas, atados como están a sus propios intereses.
En enero de 2013 escribí unas notas que titulé “Lo que no debe morir si muere Chávez” para referirme a sus propuestas fundamentales que entusiasmaron a tanta gente: 1.- El compromiso con la equidad y la inclusión. Ni Venezuela ni ninguna sociedad son viables en medio de la enorme desigualdad entre unos pocos poderosos y una mayoría sin oportunidades; 2.- El tema de la identidad nacional y el orgullo por lo propio; 3.- El interés por lo comunitario; 4.- La preocupación por lo endógeno y por lo local; 5.- La promoción de la economía social y todas formas de una economía alternativa, más solidaria; y 6. – La promoción de un mundo multipolar y diverso.
No creo que a ningún chavista de corazón le guste el balance logrado hasta la fecha, pues con los enormes recursos y la concentración de poder que han tenido, es para que Venezuela estuviera en unas óptimas condiciones. Pero allí hay un rescoldo que aún calienta corazones, que explican la elevada votación que el chavismo inspira, aún con todo el ventajismo. Por otra parte la gente no encuentra otra alternativa clara que le hable con sinceridad, claridad y sencillez, con ofertas que encienda emociones y que lleve esas brazas hacia otros lugares.
En los partidos políticos tradicionales y nuevos de oposición predomina un discurso de rechazo al régimen, junto con un afán exclusivamente electoral. Se piensa en llegar al poder y se tiene claro que la senda es la libertad y la democracia, pero ya lo dijo el Dr. Caldera a raíz del golpe de Chávez en 1997: “La democracia no puede existir si los pueblos no comen», con lo que hace falta una propuesta creíble de crecimiento económico con inclusión.
Ante la crisis a los venezolanos nos hace falta un nuevo relato integrador, que llame a la suma no por el rechazo al otro sino por el entusiasmo a una nueva utopía que recoja las banderas que gustaron, y que sumen las de un nuevo modelo político más actual con los desafíos de las nuevas realidades. No son nuevos salvadores ni nuevos mesías los que nos sacarán de la crisis y nos llevarán a mejores situaciones de bienestar. Serán nuevos relatos, nuevas propuestas, nuevas utopías que recojan los aprendizajes que todos debemos asimilar de estos años.
Nos hace falta mucha valentía y altas dosis de diligencia para asumir los graves errores cometidos. Igualmente para trazar los consensos cuyas bases programáticas están en la Constitución de 1999. Ya la situación de los venezolanos es lo bastante grave como para perder más tiempo cometiendo los mismos errores. Es necesario y urgente rectificar, para poder reencontrarnos con la esperanza.
FGC octubre 2017