POR ALEXANDER GONZÁLEZ
El café ha constituido en la economía trujillana el principal rubro de producción agrícola durante los siglos XIX y XX. Don Tulio Febres Cordero en su obra Archivo de Historia y Variedades señala que el café llega a Trujillo en el año 1801, traído por Francisco de Labastida de Chacao, quien planta su huerta en Mendoza Tres Matas, comenzando así la era del cafetal trujillano.
La producción del café venezolano fue reconocida en los mercados internacionales como de calidad de exportación principalmente por su aroma. Muchos historiadores aseguran que a partir de la apertura petrolera venezolana, se fueron reduciendo sus áreas cultivadas hasta casi desaparecer.
¿Fue culpa del petróleo?
Ricardo Berríos, un economista que forma parte del gremio cafetalero (el cuarto de su generación familiar) no está tan de acuerdo con sólo atribuirle la culpa al mal llamado “oro negro”, como el único responsable del declive del café visto como actividad económica.
“El café además de ser una siembra cultural, que tiene una trayectoria histórica en Venezuela, también es una actividad que viene revestida de perseverancia, de constancia, y de mucho creer en sí mismo. Esa actividad durante mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, llegó a ser junto con el cacao, una de las principales actividades agrícolas de exportación, y generadora de una parte importante del PIB de Venezuela, que llevó a ser este país sostenible, sustentable desde el punto de vista agrícola en esta área para las zonas productoras”.
Berríos rememora que, al convertirse Venezuela en el gran exportador del café, se creó un desarrollo económico intrafamiliar-integral. Entonces… ¿Qué pasó? El economista-caficultor relata las opiniones de quienes hablan que la actividad petrolera generó mayor importancia y fue una de las causales principales de la actividad cafetalera. “Yo no estoy de acuerdo con eso”, cuestiona.
“Hubo una clara sustitución en importancia al pasar de un modelo agroproductor a un modelo minero productor exportador, que duró hasta nuestros tiempos y que le llamamos la renta petrolera, eso fue una realidad”.
En el criterio de Berríos, lo que sí influyó en la actividad petrolera fue el éxito de la mano de obra campesina, andina fundamentalmente – de esas zonas generadoras de café – hacia los pozos petroleros por mayores expectativas de vida, ingresos, y por tener visiones mucho más desarrolladas.
“A pesar de ello, al remontarnos a la historia reciente, del 2000 al 2004 se generó una producción importante del café en Venezuela, hablamos de más de un millón de quintales de café. ¿Qué destruyó la actividad cafetalera en extensión?.
La respuesta de Berríos es sencilla: los términos de negociación, argumenta que, al desaparecerse el Fondo Nacional del Café, instituto público que dictaba política y las reglas del juego en materia de precios y comercialización, al desvanecerse y quedar acéfalo (decapitada) la actividad cafetalera en cuanto a precios y comercialización, por uno u otra manera, cayeron los precios durante mucho tiempo por debajo de su estructura de costos.
“Entonces la actividad cafetalera dejó de ser rentable. Podemos decir que la destrucción de la actividad cafetalera en el país no fue producto de una política de cambio de actividad agrícola por una minera, sino que realmente se destruyó por una realidad económica: unos precios por debajo de una estructura de costos. Eso fue lo que pasó, por ello esas zonas productivas se dedicaron a otras actividades agrícolas incluso (siembra de hortalizas, sobre todo), pero hoy en día no dieron los resultados esperados. Por ello hemos vistos en los últimos 2 años el retorno de la siembra de café, porque es un agente generador de empleo, y por ende de ingresos. En la Venezuela de hoy, el trabajador agrícola es uno de los mejores remunerados. Volvimos a mirar a la actividad cafetalera como actividad económica porque en estos momentos es relativamente estable”.
Volver para crecer
Para Berríos, el futuro del negocio del café es “el que siempre ha sido”. “El futuro del café es regresar a los viejos estándares de producción, pero con visión tecnológica, para ello tenemos que ir de la mano con las universidades, eso es clave”.
Explica la necesidad de reidentificar las áreas productivas del café, con una política de promoción, financiamiento e inversión en el área, bancarizar el sector cafetalero, desarrollar fincas de café tecnológicamente en cuanto a fertilización, asistencia técnica, en calidad de siembra y calidad de post manejo del producto.
“Sólo así abriremos las puertas de exportación del café trujillano, venezolano, porque es de primera calidad. Este es un rubro que puede contribuir a la generación de un mayor crecimiento del PIB de Venezuela, y sacar a Trujillo del atraso económico, porque el café es el ‘petróleo verde’ de este país”.
Destaca Berríos que el negocio sigue siendo en dos términos: generar el café para el consumo interno y también que cubra mercados internacionales. Considera que la entidad tiene la suficiente capacidad industrial instalada para procesar el café que se produce acá.
“En Trujillo hay deseo, hay vocación, hay un retome de esta actividad económica, todo esto a pulmón, con capital propio, sin financiamiento bancario, y ya se ha logrado avances significativos. Las condiciones actualmente están dadas, tenemos con qué, como dice Diario de Los Andes. Tenemos vocación, posibilidad, tenemos la integración vertical de la actividad económica, sólo falta una seria voluntad política, que no se quede en la donación de maticas de café y saquitos de fertilizantes, sino con un programa íntegro de acompañamiento financiero y técnico. El café es un rubro que nos puede indicar el pasado y el presente-futuro de un estado como Trujillo”.
.