Poeterías | EL MAESTRO PRIETO | Por: Gonzalo Fragui

 

Prieto Figueroa conoció en 1933 a Cecilia Oliveira Rangel, con quien se casó y tuvo 12 hijos. Cuando cumplieron cincuenta años de casados, un periodista le preguntó a Prieto:

– ¿Qué piensa usted del matrimonio?

Y el maestro respondió:

– El matrimonio es una vaina muy buena, pero dura mucho.

 

II

Residenciado en México, durante sus primeros años de exilio, una noche el maestro Prieto Figueroa regresaba de una conferencia de su amigo muralista, Diego Rivera, y se encontró con un ladrón dentro de su apartamento. El maestro se asustó pero se asustó más el ladrón, quien empezó a suplicar:

– No me mate, patroncito, yo lo hago por necesidad, es que tengo tres días sin comer.

– No se preocupe, amigo, yo también tengo hambre, vamos a la cocina a ver qué hacemos.

Mientras el maestro preparaba unas tortillas, el ladrón no salía de su asombro porque en ese apartamento no había nada “robable”, sólo libros.

Sentados ya a la mesa el ladrón preguntó a su benefactor por la profesión, por qué tantos libros. Prieto le explicó que era maestro y escritor venezolano y que le interesaba mucho la lectura.

Terminada la cena, el maestro acompañó al ladrón a la puerta y lo despidió. El ladrón le dio las gracias por la cena y, emocionado, le dijo:

– Patroncito, estoy muy honrado de conocerlo.

Prieto le respondió:

– No se preocupe, amigo, aquí el único honrado he sido yo.

 

 

 

 

 

 

 

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