Por: Eduardo Fernández
Hacer la paz es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tenacidad. Requiere, sobre todo, poner los intereses colectivos por encima de las ambiciones personales.
Una de las cosas más difíciles para el ser humano es practicar el perdón. Al mismo tiempo, una de las cosas que más daño hace a cualquier persona es cultivar el odio. El perdón libera, el odio envenena.
En estos días estuve leyendo acerca del viaje del Papa Francisco a Sarajevo, ciudad en la que, como todos sabemos, se produjo el incidente que desató la primera guerra mundial: el asesinato del archiduque Maximiliano, príncipe heredero del Imperio austro-húngaro. También fue Sarajevo epicentro de una de las guerras más crueles en la historia de la humanidad: el conflicto de los Balcanes, que fue una confrontación multiétnica y plurirreligiosa: musulmanes, católicos, ortodoxos, judíos, etc.
El 6 de junio de 2015, Francisco aterrizó en la capital bosnia y recuerdo los sangrientos conflictos del siglo pasado y el significado que Bosnia-Herzegovina tiene para la historia de Europa. En Sarajevo hay sinagogas, mezquitas e iglesias de distintos cultos cristianos que hoy conviven pacíficamente. El Papa en sus palabras invita a todos al perdón, a la reconciliación y a sanar las heridas más profundas. A purificar la memoria histórica y a promover una visión de futuro en la que todos puedan trabajar juntos por la paz, por la convivencia y por el progreso colectivo.
El Papa los invita a “…oponernos con éxito a la barbarie de quien quisiera hacer de toda diferencia la oportunidad y el pretexto de violencias cada vez más atroces… Todos necesitamos reconocer los valores fundamentales de la humanidad común, valores en cuyo nombre se puede y se debe colaborar, construir, dialogar, perdonar y crecer, permitiendo al conjunto de voces diversas componer un noble y armonioso canto, y no gritos fanáticos de odio”.
Al final, el papa Francisco nos recuerda que Jesús dice: “Bienaventurados los constructores de paz”. Hacer la paz es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tenacidad. Requiere, sobre todo, poner los intereses colectivos por encima de las ambiciones personales.
“Bienaventurados son aquellos que siembran paz con sus acciones cotidianas, con comportamientos y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de misericordia”.
Después se pregunta: “¿Cómo se construye la paz?”. La respuesta la encuentra en el profeta Isaías: “Practicar la justicia nos dará la paz”.
Ahora el Papa ha visitado otro país largamente martirizado por la violencia: Colombia. De esa visita hablaremos en próximas entregas. Seguiremos conversando. @EFernandezVE