La falta de presupuesto también se siente cuando llueve en la Universidad de Los Andes (ULA). Solo en las Facultades y dependencias que tiene esta institución en Mérida, sin contar las de Táchira y Trujillo, más de 20 espacios se inundan porque hay goteras en sus techos, filtraciones o porque les faltan vidrios a sus ventanas. Entre estos espacios hay dos bibliotecas, la Biblioteca Integrada de Arquitectura, Ciencias e Ingeniería (Biaci) y la biblioteca de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales. Solo en la Biaci, más de 150.000 ejemplares, entre libros y publicaciones periódicas, están en riesgo por el agua y la humedad.
Además de estas dos bibliotecas, otros espacios también se inundan cuando llueve. La Oficina de Admisión Estudiantil (Ofae) y la Oficina Central de Registros Estudiantiles (Ocre) son dos de ellos. En el lugar donde se encuentra esta última también está la sede del Programa Fray Juan Ramos de Lora, que se encarga de admitir a estudiantes de escasos recursos económicos, provenientes de liceos públicos de la región andina. “Lo más peligroso es que las filtraciones son por tuberías a través de las cuales pasa cableado eléctrico”, advierte Ornella Gómez, presidenta de la Federación de Centros Universitarios (FCU) de la ULA.
En la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, además de la biblioteca, también entra agua de lluvia a la xiloteca, el laboratorio de fotogrametría, el herbario y los cubículos de profesores. Sumado al riesgo en el que se encuentran cientos de libros y ejemplares de publicaciones periódicas que están en la biblioteca, en la xiloteca peligran 20.000 piezas de madera que son muestras únicas de más de 7.000 plantas leñosas, las cuales utilizan estudiantes y docentes para estudios científicos.
Afectaciones en cuatro Facultades más
Otros espacios afectados están en la Facultad de Farmacia y Bioanálisis. Aquí le entra agua de lluvia al Departamento de Farmacognosia y Medicamentos Orgánicos, a los laboratorios de química orgánica básica, química orgánica aplicada y química medicinal de la Escuela de Farmacia, así como al laboratorio de química orgánica de la Escuela de Bioanálisis. El Instituto de Investigaciones de esta Facultad, que tiene seis laboratorios para estudios de pre y posgrado, también se moja cuando llueve.
Así mismo, en la Facultad de Arte la lluvia cae en el salón de fotografía y el taller de grabados, mientras que en los talleres de arte hay algunas filtraciones. En la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas el agua entra a casi todas las aulas de clase. En la Facultad de Medicina, el anfiteatro, el edificio de bioquímica y el Departamento de Anatomía también se mojan. Las causas principales de esto son el vencimiento de los sistemas de impermeabilización de los techos, lo que causan filtraciones, así como la falta de vidrios en ventanas.
Inversión que amerita un presupuesto justo
Las filtraciones en espacios de la ULA son de vieja data. En mayo de 2021 Omar Ruiz, director del Departamento de Ingeniería y Mantenimiento de esta universidad, precisó que se necesitan al menos 4.500 dólares para solucionar los problemas de impermeabilización en la Biaci. “Se necesitan 87 rollos de manto asfáltico, pintura y el prymer (líquido impermeabilizante)”, dijo en entrevista con investigadores del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes (ODH-ULA).
Desde 2014, cuando se creó el ODH-ULA, esta dependencia ha denunciado en informes y reportes el declive de la educación universitaria y la investigación científica en Venezuela, como consecuencia de la asfixia presupuestaria que de forma sistemática aplica el gobierno a las universidades autónomas desde el año 2005. Como vemos, la época de lluvias en el país afecta no solo a viviendas, cultivos agrícolas, carreteras y servicios, sino también a las instituciones de educación superior, poniendo en riesgo gran parte del capital científico y cultural de Venezuela que está y se construye en sus espacios.
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