Por: Luis A. Villarreal P.
Estupor e impotencia es lo que da cuando constatamos que el pueblo venezolano —en su gran mayoría gente joven— ha perdido la timidez y la prudencia para aventurarse en su infortunada determinación de abandonar el país y a los suyos —mayores o no—. Renunciando masivamente a las escasas y precarias condiciones que nos imponen quienes obtuvieron la responsabilidad de recibir por equivocación de los electores la conducción y administración de un país rico.
Y sobre todo cuando muchos de los emigrantes no pujaron ni el 10% de ese gran esfuerzo y riesgo, que representa cruzar escabrosos y peligrosos caminos, sin importarles adentrarse a otros países a pedir protección, para quedarse acá y dar la batalla por nuestra tierra. Muchos salieron por necesidad justificada para sobrevivir, y otros con el fin de escapar de la cárcel. En ambos casos, todavía se espera —como tantos lo hacen— que desde afuera exijan una solución para todos los venezolanos.
Esta diáspora, contribuyente del globalismo sin fronteras, interpreta el nefasto movimiento progresista [que nada tiene que ver con el progreso de un país ni el de la humanidad] propulsor de valores invertidos que pretenden proyectar ‘con orgullo’ ante una sociedad con reales principios de familia, afianzamiento religioso, y patriótico, en el marco del cumplimiento de los derechos humanos bien entendidos.
El caso es que obligados por un sistema que no proporciona lo que debería a la nación a la que se debe: trabajo, servicios, oportunidades de bienestar y progreso, los venezolanos han tenido que incurrir en prácticas que no dejan de ser irregulares y viciosas; y, lo peor, es que las mismas empeoran la crisis y benefician paradójicamente al oficialismo, poniéndonos en la misma autopista de la desconcertante historia cubana.
Pero lo que nos preocupa ahora es la existencia de esas mafias —¿cómo más llamarlas?— que el oficialismo en cada país no combate, operando una red para llevarse venezolanos y de otras nacionalidades a cambio de miles de dólares, por lo que los ‘interesados’ se han visto en la situación de vender sus vehículos y otros enseres o endeudarse buscando prestado para satisfacer el propósito de cumplir erróneamente ‘el sueño americano‘. Algunos, para colmo, se identifican como verdaderos ‘guerreros’, porque poniendo en peligro a sus hijos, atraviesan de la mano de los Coyotes el Darién y el Río Bravo para enfrentarse a las respectivas autoridades migratorias.
En el ‘trabajo de coyotes’ están incursos muchos venezolanos, aquí y en los países destino, principalmente en EEUU. Lo hacen con fines de lucro o gratis, succionando desde allá a quienes aquí quedan, tal vez buscando, estos últimos, ‘reconocimiento humanitario’, sin pensar en Venezuela.
Cuántos dicen que se van, porque no hay trabajo y dónde estudiar como cuando había democracia, simplemente arguyen la verdad a medias. Hay cantidades que se van ya por moda. Van y vuelven, y prueban en diferentes países. Es como cuando el chavismo inició sus trilladas misiones, la excusa de quienes no quisieron estudiar en su tiempo era que ellos no tuvieron esa oportunidad, lo que sigue siendo más mentira que verdad.
Y qué dicen los ‘líderes’, en vista de que estamos redondeando siete millones de exiliados: muy poco. Simplemente congraciarse o dar alas para que se vayan, y no hacer del posible elector un voto en contra. O sea, populismo.
Qué hace el gobierno, cuando queriendo salir del paso exhibe los planes de ‘vuelta a casa’. Muy poco, o nada. Porque claros estamos que mientras acá no haya condiciones decentes para hacer una vida, individual o familiar, de emprendimiento o empresa, de productividad en condiciones dignas y seguras, no habrá retorno a la Patria. Menos aún si se sigue justificando o dejando evolucionar la ‘empresa’ de los coyotes, contra quienes no hacen lo que se debe.
La Plataforma Unitaria Democrática, no ha dicho más sobre los avances en la propuesta del Reglamento de Primarias, tampoco sobre la fecha de las mismas. Aunque algunos dirigentes esperan la escogencia del candidato opositor a través de las mismas, han estado poco cautelosos porque han sugerido fechas tardías. No obstante, algunos sí han advertido que no se debe esperar tanto para decidir la fecha porque el oficialismo podría adelantar las elecciones presidenciales, posibilidad que ya ha dado a entender.
Aparte de la expectación por las Primarias, la incertidumbre sigue viento en popa, porque la sospecha de que las Primarias no resolverán a favor de la Unidad y la cohesión opositora es más que aguda suspicacia electoral, sobre todo porque siguen ‘prontos’ quienes aúpan, sin más ni menos, la participación del CNE. A sabiendas de que lo que espera el ‘mundo entero’ son Elecciones Libres.
Y antes que eso, la liberación de presos políticos y sin causa; la habilitación de quienes están inhabilitados, dirigentes y partidos intervenidos y entregados a pro-oficialistas; entre otros detalles igual o más importantes.
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