Nueva York, 28 abr (EFE).- Los ataques rampantes contra los asiáticos en Estados Unidos tras la irrupción de la covid-19 ha llevado a los miembros de esta comunidad en Nueva York a acudir en masa a talleres donde se enseña cómo actuar ante una eventual agresión racista, y que están dirigidos a las comunidades más marginadas y desprotegidas.
«Las comunidades del este asiático de Estados Unidos son culpadas por la propagación de la covid, por eso, somos el chivo expiatorio y, como consecuencia, ha habido y hay ataques, como los terribles que hemos visto en vídeo», cuenta en una entrevista a Efe la directora ejecutiva de la Federación Asiático Estadounidense, Jo-Ann Yoo.
Yoo responsabiliza, en parte, al expresidente Donald Trump y sus continuas referencias despectivas a la covid que describía como «el virus chino» o la «Kung Flu» (la gripe Kung), sumado al estado de frustración colectiva causado por el sobrecogedor número de muertes y la profunda crisis económica.
«La gente necesita encontrar una válvula de escape a su ira y su frustración y creo que, por eso, los miembros de la comunidad asiático americana sufren acosos verbales, son escupidos y también, como hemos visto, sufren ataques más violentos», comenta.
NUEVA YORK, UNA DE LAS CIUDADES CON MAYOR NÚMERO DE ATAQUES
Según la ONG «Stop AAPI Hate», entre marzo de 2020 y marzo de 2021 se registraron en todo el país 3.795 incidentes de odio contra la comunidad asiática en EE.UU.
El 68 % fueron ataques verbales, el 20,5 % se trataron de acciones en las que deliberadamente se ignoró a una persona de esta comunidad y en un 11,1% de los casos se trataron de agresiones físicas.
Yoo asegura que en Nueva York, donde reside la mayor comunidad asiática en Estados Unidos, se registraron 1.100 agresiones, «más ataques que en cualquier otra ciudad del país», aunque según los datos de Stop AAPI Hate, California es el estado con más agresiones.
«Pero sabemos que los 1.100 casos son solo un 10 o un 30 % de los incidentes que ocurren en realidad, es un número muy bajo, y hay múltiples razones por las cuales la gente no denuncia», dice Yoo, que cita el «estatus incierto de inmigración», el hecho de que en la cultura asiático americana está muy presente «la vergüenza», o la falta del dominio del inglés.
Por eso, explica que su organización ha lanzado una campaña de concienciación en los barrios de mayoría asiática como el Chinataown de Manhattan, pero también en Queens y en Brooklyn, donde negocios y habitantes sufren esta ola de violencia racista.
El informe de Stop AAPI Hate también desvela que las mujeres fueron blanco del 68 % de las agresiones.
Yoo relata cómo ella misma, en abril de 2020, fue objeto de dos ataques racistas muy cerca de su casa, en un barrio «muy hipster» de Nueva York, cuyo nombre prefiere no mencionar.
Confiesa que se consideraba a sí misma «muy valiente»: «Siempre pensé que lo era, que nada me daba miedo (…) pero ¿sabes? en ese momento quería hacerme pequeña, quería desaparecer».
«Tengo miedo de salir a la calle. No soy la única, hay muchas como yo, sobre todo porque las mujeres asiático americanas somos pequeñas y es aterrador para nosotras salir», agrega Yoo, antes de asegurar que no quiere ser parte de las estadísticas del crimen, por lo que limita sus movimientos a las proximidades de su casa y toma un taxi si tiene que trasladarse dentro de la ciudad.
CÓMO DEFENDERSE ANTE UNA AGRESIÓN RACISTA
El temor en la comunidad asiática es tal que cuando se accede a la web de la asociación que dirige Yoo (www.aafederation.org), lo primero que aparece en la página principal son unos «recursos de seguridad» para «estar a salvo ante un ataque racista anti asiático».
En cuatro documentos, elaborados en cooperación con el «Centro para la Educación contra la Violencia», se ofrecen varias estrategias para evitar una agresión racista, rebajar la tensión o cómo defenderse en caso de la violencia sea física.
El director del programa «Empoderamiento para la autodefensa» de este centro, Rej Joo, explica a Efe cómo antes de la pandemia, apenas el 2 o el 3 % de los asistentes a sus cursos eran de origen asiático, mientras que ahora ocupan el 75 % de las plazas ofertadas.
Sus programas, cuenta, ofrecen recursos a distintas comunidades como la LGTBI, inmigrantes o mujeres víctimas de violencia machista, entre otras, que necesitan herramientas para defenderse.
Con sus cursos, asegura Rej, pretenden que «la gente sienta que tiene suficientes recursos en su caja de herramientas para que sean capaces de responder ante una situación de acoso o de violencia».
En el último curso celebrado este mes de abril centrado en la comunidad del este asiático, el 24 % de los asistentes aseguraba haber sido objeto de un ataque y el 33 % de haber sido testigo de un incidente de racismo o violencia contra un asiático americano.
«Nuestros talleres ofrecen a la gente una especie de lluvia de ideas sobre estas cuestiones, porque la mayoría de la gente no piensa en ello en el día a día. Todo el mundo tiene trabajo y está ocupado, pero tiene que hacer un esfuerzo para venir a una de estas sesiones para centrarse y pensar: ‘¿Qué puedo hacer si me encuentro en esta situación?'», dice Rej.
CÓMO INTERVENIR SI SE PRESENCIA UN ATAQUE
Para Jo-Ann Yoo, «lo que es incluso más triste, es que la mayoría de estos ataques están ocurriendo en lugares públicos y la gente no está dando un paso al frente para ayudar a sus compañeros neoyorquinos».
Por eso, Rej también subraya que sus cursos no están pensados únicamente para las personas que sufren directamente un ataque, sino también para quienes lo presencian porque: «Si nuestra violencia está aumentando, nuestro cuidado (por los demás) también tiene que aumentar, para compensar eso».
Una persona que es testigo de una agresión puede tener un miedo legítimo a intervenir, pero también puede ayudar, por ejemplo, «haciendo ruido».
«Eso no significa necesariamente que estés diciendo ‘oye, quiero pelear contigo’. Solo es una alarma y, por lo general, las personas que no quieren problemas van a huir, así que hay muchas estrategia de distracción diferentes que podemos usar solo para detener la violencia», dice Rej.
Pero el monitor también insiste en que si el temor a ser agredido te mantiene paralizado, también es muy importante que, tras la agresión, una vez que ya no existe peligro, uno se aproxime a la víctima para mostrarle apoyo y ofrecerle ayuda si la necesita.
Jorge Fuentelsaz