Indispensables para fabricar las baterías de los vehículos eléctricos y las pantallas de los teléfonos, las tierras raras son muy codiciadas a nivel mundial. Pero ¿qué rol juegan en la arena geopolítica donde Estados Unidos y China libran su guerra comercial?
¿Qué son las tierras raras?
El término reagrupa 17 metales que no son particularmente difíciles de encontrar en la corteza terrestre.
Su “rareza” se debe a que es inhabitual hallar yacimientos de utilidad comercial, ya que estos metales se encuentran a menudo en pequeñas cantidades en el seno de minerales de los que son difíciles de extraer.
El Instituto de Geofísica Estadounidense USGS sondea por ejemplo con regularidad los suelos norteamericanos en busca de yacimientos explotables de forma rentable y sin dañar demasiado el ambiente. Pero en Estados Unidos, “las tierras raras están mezcladas en el suelo con otros materiales complejos, lo que hace más difícil su tratamiento”, asegura el USGS.
¿Para qué sirven?
Las tierras raras tienen una estructura atómica particular que está en el origen de numerosas propiedades físicas únicas.
Por ejemplo, el europio, que tiene una luminiscencia roja, se utiliza en las pantallas de televisión. El neodimio, naturalmente magnético, sirve para fabricar potentes imanes. Y el lantano es necesario para las pilas recargables utilizadas en gran número de aparatos electrónicos y vehículos híbridos.
Según un estudio publicado por el British Geological Survey (BGS), las tierras raras “son el grupo de elementos utilizado en el mayor número de productos de consumo en el mundo”.
Según el mismo instituto, las tierras raras juegan también “un papel vital en la protección del medio ambiente, mejorando la eficacia energética y permitiendo existir a buen número de tecnologías digitales”.
¿Quién las posee?
Según el USGS, China tiene los mayores yacimientos de tierras raras, con 44 millones de toneladas de reservas. Brasil y Vietnam tienen cada uno 22 millones de toneladas.
China disfruta además situaciones ventajosas: sus minerales se hallan en depósitos de arcilla de los que son “más fáciles de extraer” y sus normas medioambientales son menos estrictas, según el instituto estadounidense.
Por el contrario, la única mina estadounidense, situada en Mountain Pass en California, se vio forzada a cerrar en dos ocasiones debido a la complejidad de los yacimientos en ese país.
“La producción en Mountain Pass se reanudó en el primer trimestre de 2018”, señalan los especialistas en materias primas del informe Cyclope, precisando sin embargo que “una gran parte (de su producción) está destinada a la exportación hacia China”.
“No hay ninguna refinería fuera de China”, explicó James Litinsky, dirigente del grupo operador de Mountain Pass, en una entrevista con el canal estadounidense CNBC, aunque consideró que la mina podrá realizar su refinado independientemente de Pekín a partir de 2020.
¿Por qué son estratégicas?
La ausencia de centros de tratamiento fuera de China y la capacidad de producción que tiene ese país hacen de Pekín el principal actor en el mercado de las tierras raras.
El peso de China en la cadena de abastecimiento de estos metales es motivo de preocupación en Estados Unidos, cuyas empresas de alta tecnología, ya sean civiles o militares, dependen enormemente de las tierras raras. Sobre todo en un contexto en el que aumenta el conflicto comercial entre ambos países.
Estos temores se cristalizaron a finales de mayo cuando el presidente chino Xi Jinping realizó una visita a una fábrica de tratamiento de tierras raras en plena guerra comercial con Washington, dejando planear la amenaza de un bloqueo por China de las exportaciones de tierras raras refinadas.
Es una táctica que China ya puso en práctica en el pasado, especialmente en 2010, cuando Pekín interrumpió brutalmente sus exportaciones de tierras raras hacia Japón en represalia por un diferendo territorial. AFP