Esta famosa frase contenida en el Capítulo IX, del Libro “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” (1605) de Miguel de Cervantes y Saavedra, ha sido considerada por algunos críticos literarios como anticlerical, ubicándola como una locución que expresa “algún problema o inconveniente que ha surgido con determinada autoridad de cierto peso”. Algo parecido sucede en la obra “El Lazarillo de Tormes” (1554) de autor anónimo, donde en los tratados IV y V, se le hace una fuerte crítica a la Iglesia, de ahí que fue prohibida por el Tribunal de Inquisición. Esta no es la intención nuestra en lo tocante a una exigencia que le dirigimos al Presbítero Walkelis Araujo, en su carácter de Párroco de la Iglesia Matriz San Juan Bautista, de Valera, a quien consideramos un hombre de sotana probo y con un excelente desempeño pastoral. Pero esta vez está lamentablemente mal asesorado. Sirvo como portavoz de la Asociación Civil Voces de Valera, la cual ve con gran preocupación una serie de modificaciones que se le viene realizando a la estructura arquitectónica del referido templo, lo cual altera su perfil inicial, cuyo arte gótico de arcos apuntalados y ojivales y las bóvedas de crucería, esbeltos pilares y hermosos vitrales, corren el riesgo de romper la armonía, puesto que ya se observa una discordante puerta de metal instalada a la entrada de su escalera de caracol, enrejados metálicos en sus ventanales frontales y lo más grave, se habla o es voz populi, de un presunto proyecto para convertir la parte alta del templo en un mirador donde puedan acceder turistas, al estilo del balcón-observatorio del Monumento a la Virgen de La Paz. Ya es viral en las redes sociales, un acre comentario del periodista trujillano Jesús Matheus Linares, que es del siguiente tenor: “Habrá que hablar con el Padre Walkelys. La Iglesia San Juan Bautista es la Notre Dame Valerana y no puede ser alterada en su estructura arquitectónica original, por trabajos chapuceros… pienso que el cura párroco podrá dar una explicación al respecto”. El Ingeniero Municipal de Valera ya ha informado que ordenó paralizar cualquier tipo de modificación en la llamada por los fieles “la catedral valerana” y ha extendido una citación oficial al susodicho párroco para dirimir estos entuertos. No olvidemos que esta Iglesia va camino a ocupar la jerarquía de Basílica Menor y constituye un patrimonio cultural tangible de esta urbe e icono de los Andes venezolanos, como la más esbelta de esta región.
Hipotéticamente parece existir una permisología expedida por el anterior Alcalde José Karkom, a la cual habrá que meterle la lupa, con el fin de analizar los daños a una cosa propia de utilidad social o cultural, penalizada por la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Público. Además, el derecho patrimonial canónico, dicta normas específicas para la conservación y cuido de la estructura arquitectónica de los templos. Valga el latinazo: Durum est lex autem juris est”. La Ley es dura pero es Ley”.