La mascarilla | Por: Ramón Rivasáez

 

Tras el surgimiento de la pandemia –Covid-19- la humanidad se ha visto obligada al uso permanente de una mascarilla, para protegernos de la letal y repentina enfermedad que ha ocasionado cerca de 4 millones de muertes en el globo terráqueo, y ha causado además una especie de crack en el mundo financiero, con el cierre masivo de empresas, quiebra de otras tantas y la pérdida de millones de puestos de trabajo a lo largo de los cinco continentes.

El Covid ha atemorizado y originado una especie de pánico colectivo que ha sido frenado por la prevención en algunas sociedades avanzadas, mediante el uso de la mascarilla, semejante a la utilizada por el personal médico en los quirófanos;  no obstante, ha sido noticia que en naciones altamente desarrolladas se han registrado protestas y manifestaciones callejeras en contra de esta manera preventiva de tratar de reducir los altos niveles de contagio que amenazan con diezmar más la población mundial.

En lugares como Alemania, Holanda, Reino Unido, Italia, España, Bélgica u otros estados de la Unión Europea, los negacionistas –como se le llama a los que se niegan al uso de la mascarilla y a las vacunas anticovid- han protagonizado marchas, disturbios en rechazo  a las medidas preventivas y acusan de dictaduras a sus respectivos gobiernos.  Creemos que, algunos segmentos societales se han descarrilado, se han desviado en actitudes contrarias a la preservación de la vida;  en Venezuela, no hemos observado estas perturbaciones dentro del tejido de la sociedad, pero si preocupa el desdén e indiferencia de personas que, quizá, por su baja condición social, falta de educación o de muy escasos recursos, han obviado el uso de la mascarilla.

De la misma forma, se ha observado en las principales ciudades venezolanas que, ciertas personas, luego de utilizar su respectiva mascarilla, la lanzan a las aceras, a las calles,  lo que pensamos es una conducta impropia, porque ello, implica desprecio hacia el resto de la ciudadanía. En las zonas costeras otros las abandonan en las playas.  Estamos dando muy mal ejemplo, en tiempos de pandemias, cuando debemos extremar las medidas preventivas, las mascarillas desechadas que ya no usamos debemos envolverlas y depositar en lugares seguros que, ningún animal o persona corra el riesgo de contaminarse.

Es una reflexión que formulamos con el único ánimo de que la Covd-19 no se siga propagando en Venezuela y el mundo; alerta para llamar la atención a todo aquel que piense en sus semejantes. Hay que utilizar la mascarilla hasta que esta terrible enfermedad no haya sido erradicada del mundo.

Una prédica necesaria en que los medios de comunicación se deben sumar como rectores de ciudadanía, defensores de la vida y el bienestar común.  Es hora de concienciar ante la indolencia de un régimen que carece hasta de un plan serio de vacunación; donde la improvisación es la seña de identidad de sus ejecutorias; los venezolanos debemos dar el ejemplo, ante la irresponsabilidad e insensibilidad reinantes. Manos a la obra; un periodismo sensato, que le duela Venezuela es la conciencia del país.

Salir de la versión móvil