La marcha del 23 de enero

 

He participado en conversaciones y discusiones con compañeros de lucha de los últimos cinco años, sobre la participación o no en la movilización del 23 de enero próximo, convocada por la Asamblea Nacional (AN). Han sido enfrentamientos conceptuales muy francos, en los que no hemos llegado a un acuerdo unánime, lo que en absoluto significa distanciamientos y separaciones en las actividades políticas, que desde hace un año decidimos llevar adelante en alianza fraternal.

Hay quienes señalan que esa es una fecha que le pertenece a todos los venezolanos, que se trata de la conmemoración del inicio de la democracia, que es algo para ser compartido por todo el mundo. En este aspecto pueden existir diferencias en la caracterización de la fecha, pero aceptando que es un acto de todos los venezolanos, la fecha no debería ser secuestrada por nadie, ni por el gobierno ni por ningún grupo opositor. Y secuestrarla significa usarla en favor de la política e intereses de sectores, partidos o grupos.

No es ningún secreto que ante la situación actual, agravada desde el 5 y el 10 de enero, no hay consenso sobre el quehacer entre los grupos opositores del país. Esto no debe extrañar, la situación es difícil de comprender por lo compleja y la oposición venezolana está lejos de ser homogénea y de trabajar conjuntamente. Hasta hace nada, en los comicios del 9 de diciembre, hubo quienes participaron y quienes llamaron a la abstención. Es por tanto absurdo pensar que las diferencias iban a desaparecer en tan corto tiempo, sobre todo cuando la oposición que tiene la franquicia no desea la unidad.

Todos celebramos la presencia del pueblo en las calles. Un pueblo en su casa difícilmente pueda enfrentar con éxito la defensa de sus derechos. Volver a ver grandes concentraciones de gente manifestando contra Maduro es muy estimulante, pues nos ratifica el rechazo popular al gobierno, situación que éste debería tener en cuenta para no seguir engañándose con el supuesto apoyo popular que dice tener. La gente está respondiendo a las convocatorias de la AN después de años de inmovilidad y escepticismo.

Utilizar, por lo tanto, la fecha conmemorativa de la caída de Pérez Jiménez para enfrentar al gobierno ineficaz, corrupto y dictatorial de Nicolás Maduro, para repudiarlo, para denunciar sus atropellos, es correcto según el sentir popular hoy existente, por lo que la asistencia al evento se haría indubitable. Pero convocar para respaldar una forma particular de oponérsele, para apoyar el procedimiento a utilizar, las fórmulas y vías, ya es una situación cualitativamente distinta, que requiere estar de acuerdo con esas proposiciones para poder participar.

El gobierno también organiza una movilización para el 23 de enero y convoca a la gente a asistir a la misma, pero le da a la invitación un signo de apoyo claro a la gestión gubernamental, por lo que quienes no estén de acuerdo con ésta, no pueden asistir a dicha convocatoria. De hecho, sabiendo el poco respaldo que tiene, el gobierno recurre a obligar a los empleados públicos a asistir. Tanto el gobierno como la AN hacen lo que califiqué con anterioridad como un secuestro de la conmemoración.

Por último están las posibles agendas ocultas. Cuando el 11 de abril de 2002, el pueblo manifestaba multitudinariamente contra el gobierno de Chávez, no sabía que sobre su movilización se había urdido un golpe de Estado, ni que sus organizadores esperaban los muertos que deberían producirse, para poder actuar. Espero que no haya agendas ocultas en las movilizaciones del 23 de enero, ni que la impaciencia yugule la interesante acumulación de fuerzas populares actualmente en desarrollo.

Nota: mi solidaridad con Claudio Fermín y Eduardo Fernández ante el ataque sufrido por dar sus opiniones con franqueza, a manos de los extremistas viscerales de las redes, quienes con su sectaria, antidemocrática y grosera actitud no hacen sino repetir las acciones del gobierno nacional que dicen enfrentar. Por actitudes de este tipo, entre otras cosas, el chavecismo se ha mantenido durante 20 años en el poder. Sin duda ninguna están entre sus principales aliados.

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