Gracias a la profunda falta del Estado y vacío institucional, se fueron creando desde hace muchos años redes criminales dentro de las cárceles que han permitido que individuos consoliden su poderío para formar la figura de pranes que operan con impunidad y en colaboración de funcionarios. También se ha dado paso a que operen sus redes fuera de las cárceles, como ejemplo de ello está el Tren de Aragua, banda criminal ya internacionalizada.
En investigaciones realizadas por el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) se determinó que existe el control de pranes en 8 cárceles a nivel nacional en distintos estados. Este control ha permitido que estos delincuentes generen un lucrativo negocio donde tienen millonarias ganancias por el cobro de múltiples servicios, siendo la “causa” (el cobro en dólares por simplemente estar dentro de la cárcel) la que genera la mayor cantidad de ingresos, por encima de la venta de alcohol o drogas dentro de los recintos penitenciarios.
Carolina Girón, directora del OVP, afirmó que «46% de la población carcelaria venezolana está en sitios bajo el control del pranato, 43% de control mixto y 11% en control del Estado». Además añadió que «con relación a los calabozos policiales, el primer Pran que pudimos identificar estaba en el estado Zulia».
Es la corrupción dentro de los recintos penitenciarios la que ha permitido que se cometan al menos nueve tipos de delitos ordenados desde las cárceles (secuestros, estafas, etc) en contra del ciudadano común, de manera recurrente y con impunidad.
“Para las personas en el exterior es muy difícil entender la situación de los pranes, no porque exista el pranato per se, sino cómo las autoridades le dieron tanta autoridad a estos personajes que se auto pusieron títulos” agregó Girón, quien además enfatizó que en otros países las autoridades siempre trabajan para mantener el control dentro de los centros como es debido.
Asimismo, la abogada y defensora de Derechos Humanos reveló que la figura del pranato ha sido tan exitosa que en investigaciones realizadas por el OVP se determinó que ya se están extendiendo a centros de detenciones preventivas, lugares que se han convertido también en una extensión de las cárceles en todo el territorio nacional.
La ex ministra Iris Valera afianzó el pranato y su crecimiento, afirmó Humberto Prado, director del Observatorio Latinoamericano y del Caribe de Prisiones, durante un foro virtual organizado por OVP. “Si ya desde la creación del Ministerio para Asuntos Penitenciarios se evidenció la falta de separación de poderes, desde que Valera asumió el poder, el control del Estado sobre las cárceles fue en picada entrando a un camino de no retorno fácil a un sistema penitenciario que de verdad cumpla su función y haga cumplir las leyes”.
En tanto, para Luis Izquiel, abogado experto en crimen organizado, el problema estructural del pranato parte del hecho de que su consolidación se dio gracias a la participación y la colaboración no solo de altos funcionarios, sino también los de menor rango. “Lo podemos deducir por los armamentos que ahora son utilizados dentro de las cárceles, lo que antes era un chuzo, hoy son armas de alto calibre que ingresan en complicidad de custodios y funcionarios al cuidado de estos lugares”.
Para llevar a cabo los negocios de manera exitosa, se ha creado una estructura de poder que parte del Pran donde se tienen diferentes cargos o niveles de mando, por medio de los cuales se controlan armamentos, se administra dinero, se ejecuta crímenes, se mantiene el control del tránsito dentro de la cárcel o se maneja la vigilancia. Esta estructura está conformada por un equipo de delincuentes que cumple cada uno una función, manteniendo un control que trasciende cualquier autoridad oficial, mandando así más que un director, un ministro o un custodio.
Por su parte, la periodista e investigadora Ronna Rísquez determinó en su más reciente investigación que abarcó 10 prisiones, que hay tres sistemas que operan dentro de las cárceles venezolanas: el gobierno del servicio penitenciario que lo hay en algunas prisiones, el pranato y el mixto, que son prisiones donde hay pranes y hay cierta autoridad del servicio penitenciario.
Explicó además que donde hay sistemas mixtos, más allá de haber delitos, hay mucha corrupción y participación de funcionarios en hechos asociados a la comercialización de la comida interna, así como cobros para traslados y hasta para cambio de celdas. “Esta colaboración llega a niveles tan altos que el director negocia con el pran a cambio de un pago, quién será el nuevo plan”, afirmó.
Se coincide desde la visión experta que el problema estructural de las cárceles ha permitido que se blinde al criminal y que para que esta situación cambie debe haber una voluntad política muy grande, se descentralicen algunas cárceles y se invierta en la creación de centros que permita un mejor control y limpieza del sistema penitenciario.
Cortesía: Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones