Hemos sido educados en la épica extraordinaria de la Independencia de Venezuela. Nos marca la historia desde el momento de nuestro nacimiento y al comenzar los estudios, formalmente. Esto produce molestia en otros países, ciudadanos y entornos. Sienten que nosotros, por venezolanos, nos hemos creído el “ombligo del mundo” por décadas. Dos siglos después de la gesta heroica que nos libró del Imperio Español., sigue esa sensación. La Tierra de Gracia, generosa como siempre está a la altura: su belleza y maravillas no nos desencantan. Sin embargo, se pide la presencia de nuevos héroes. No se dan cuenta. Los hay por todas partes: jóvenes heroicos, hombres, mujeres, adolescentes, casi niños-as. Recuerdo el título del libro “Sobre Héroes y tumbas”. Sí nos detenemos en ese titular, así estamos. Con tristeza reconozco, tenemos héroes y también muchas tumbas. En esta época aciaga que toca vivir, hay héroes y heroínas por doquier. Existe- al lado de los héroes- gente hipercrítica, mal hablada, desconsiderada e inconsciente- entre otras características maléficas- que habitan nuestro país. Parece que no tienen noción de lo que implica vivir, ( sobrevivir) aquí.
Vuelvo a los griegos. En la puerta de la Academia, estuvo el escrito; “Conócete a tí mismo”. Vigente, siempre. Este dicho lo repito, en conversaciones, en clases, en foros, a mis hijos, a mis nietos, a los amigos. Es casi una obsesión. Benigna, pero obsesión al fin y al cabo. Pedimos cambiar al régimen, nos horroriza lo que pasa. ¿Pero, qué pasa con nosotros, los educados en la épica de la independencia? Nos contaminamos del desastre, de la mala educación, de la grosería y de las arbitrariedades que tanto nos disgustan a diario, y los imitamos.
Las acciones vergonzosas están a la vuelta de la esquina. Pedir cambios afuera, sin hacerlos dentro de nosotros mismos, es de inconscientes, inmaduros y poco adulto. Ser capaces de lograr cambios afuera y dentro de nosotros mismos, es la gran tarea, además del reto, de cada uno de quienes nos hemos quedado en la maravilla que es Venezuela. Los gobiernos pasan, los regímenes se acaban. Los pueblos perduran. A algunos les cuesta trabajo crecer, concientizarse, verse en un futuro luminoso. Otros-as están siempre prestos para seguir adelante, en la búsqueda de ese ideal maravilloso. No olvidarlo, es prioritario. Rescatemos nuestra hidalguía.