Dos componentes claves para gestionar situaciones de crisis mayor en una comunidad humana, ya sea una pandemia, un estallido social u otras, son la Gobernanza y el Capital Social. Así, con mayúsculas. Si el gobierno no está capacitado para actuar con eficacia, eficiencia y prontitud, componentes claves de la gobernanza, las consecuencias de una crisis pueden ser desastrosas.
Si el capital social es bajo, la situación es peor aún. Sin confianza entre nosotros, en el gobierno ni en otras instituciones, sin disposición a colaborar -pasando por encima de las legítimas diferencias- sin preocupación ni respeto por los demás ciudadanos, sin principios y valores sólidos, sin solidaridad, los efectos de cualquier crisis se agravan.
En el caso de una catástrofe sanitaria, como la que estamos sufriendo, se hace crucial también la calidad de los Sistemas Públicos de Salud, que atiende a más del 70% de la población. Una crisis sanitaria, especialmente cuando es grave y amenaza la salud y vida de un gran número de personas podría, sin embargo, tener un lado positivo. Podría generar una significativa expansión de conciencia respecto a estos tres fundamentales requisitos para ser una sociedad que de verdad cuida de sus habitantes: calidad de la Gobernanza, calidad de los Sistemas de Protección Social y el nivel de Capital Social.
Pero ello no es automático. No está garantizado que este efecto positivo ocurra, especialmente en sociedades donde el déficit de conciencia es tan alto que ha llegado al nivel de la franca indolencia. Es necesario que todas y todos contribuyamos a que esto sea así. Partiendo por nosotros, obviamente. Luego, promoviendo esta expansión de conciencia en los diferentes ámbitos en que nos movemos. Esta es una buena forma, además, de fortalecer el capital social de las comunidades en que vivimos, desde la familia hasta el nivel nacional, pasando por el regional, el municipal, el de las empresas y organizaciones públicas, el barrio, el colegio de los hijos y otros. Fortaleciendo también el capital social personal, que influye positivamente en la salud y el bienestar integral de las personas. Que incide en nuestra capacidad de sobrellevar momentos muy dolorosos y amenazantes como los que estamos padeciendo.
De los tres componentes señalados el Capital Social es el más importante. Si este es bajo inevitablemente la gobernabilidad es débil. Si el Capital Social es bajo, la salud de los ciudadanos es mala. Cuando el capital social es bajo, las personas se enferman más. Efectivamente, bajo capital social conlleva estados de ánimo negativos y estos afectan negativamente el sistema inmunológico, aumentando la percepción subjetiva de estar enfermos. Eso es grave cuando estas pandemias ocurren. Las personas somatizan el miedo, aumenta la probabilidad de contraer enfermedades de diverso tipo -no sólo el Coronavirus- y sobrecargan los establecimientos de salud, aumentando la probabilidad de contagiarse.
El capital social es determinante fundamental también de la calidad de nuestros servicios de salud. Si el capital social de un hospital es bajo, como es el caso de la mayoría de ellos dado que reflejan y en algunos casos exacerban lo que ocurre en nuestro país en su conjunto, la eficacia, eficiencia y calidad de la atención es baja.
¿Cómo puede todo esto ser transformado en una oportunidad para Venezuela?
En primer lugar, ¡el aislamiento, tal vez por primera vez, se transforma en algo positivo!
Segundo, esta crisis permite reforzar la búsqueda de un gobierno regional más autónomo. La descentralización es también una variable que ayuda a la contención de pandemias como la que estamos sufriendo. Obviamente, en debida coherencia con las decisiones estratégicas y directrices del gobierno central.
Tercero, esta mega crisis permite generar conciencia acerca de la urgencia de fortalecer el capital social regional, incluyendo la adhesión a un proyecto de desarrollo regional integral y sustentable y, muy especialmente, la adhesión a sanos principios y valores de convivencia social.
Por último, esta brutal pandemia, abre los ojos acerca de la necesidad -y posibilidad- de mejorar significativamente el sistema publico de salud y la gestión pública de la región en su conjunto.
Seguiremos conversando…