¿Quién mató a la democracia venezolana? Fuenteovejuna, Señor. Y ¿quién es Fuenteovejuna? ¡Todos a una, Señor!
Una de las obras más conocidas de la literatura clásica española es Fuenteovejuna de Lope de Vega. En esa obra está el célebre diálogo:
-¿Quién mató al Comendador?
-Fuenteovejuna, Señor
-Y ¿quién es Fuenteovejuna?
-¡Todos a una, Señor!
¿Quién mató a la democracia venezolana? Fuenteovejuna, Señor. Y ¿quién es Fuenteovejuna? ¡Todos a una, Señor!
Cuando las circunstancias permitan un examen desapasionado y objetivo de las causas que llevaron al colapso de la experiencia democrática venezolana en la segunda mitad del siglo XX, se verá que ese proceso fue el resultado de una tragicomedia de equivocaciones en la que aparecen involucrados casi todos los sectores de la vida nacional: a la cabeza de las cuales, por supuesto, los gobiernos de la república civil, los partidos políticos, los medios de comunicación social, los empresarios, los sindicatos, las universidades, el mundo académico, las Fuerzas Armadas, los dirigentes espirituales y religiosos. Hubo una responsabilidad muy difundida entre todos los sectores de la vida nacional, para contribuir a cerrar aquel paréntesis de civilidad, de alternabilidad y de República Civil que se extendió entre 1958 y 1998.
No se atendieron a tiempo las señales inequívocas de que algo andaba mal en la democracia venezolana. El cinco de julio de 1987 hice un discurso en el Congreso en el que sostuve que “el pueblo está bravo”. Agregué: “y tiene muy buenas razones para estarlo”.
Entonces dije que los venezolanos teníamos derecho a sentirnos orgullosos de haber logrado una experiencia democrática que era una referencia para todo el continente. Pero que surgían señales preocupantes en el horizonte, que debían ser observadas y procesadas.
Hablé de los cinco déficits: el déficit político democrático, el económico, el social, el cultural y el moral y presenté propuestas para su superación. Lo que se hizo fue muy poco y muy tarde.
Hoy tenemos derecho a preguntarnos, ¿Quién será el responsable de que un régimen tan perverso y un gobierno tan malo como el que tenemos, se haya perpetuado en el poder por dos largas décadas y todo indica que sigue contando con una fortaleza inexplicable? Fuenteovejuna, Señor. Y ¿quién es Fuenteovejuna? Todos a una, Señor.
Es tiempo de que cada uno de nosotros, individualmente considerados o desde la perspectiva del sector social en el que actúa, examine su propia responsabilidad en la tragedia que vive Venezuela y los venezolanos. «Todos a una» estamos llamados a sacar al país de esta tragedia.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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