Miami, 3 nov (EFE).- Florida, uno de los estados más poblados de Estados Unidos y con más votos en el Colegio Electoral, llega a estas elecciones con un récord histórico de más de 9 millones de votantes adelantados y un virtual empate entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden.
Los resultados de este reñido estado, que en 2016 ganó Trump con unos 110.000 votos más que la demócrata Hillary Clinton, son una incógnita, con cerca de 2 millones de votantes independientes y una alta población hispana dividida entre los dos partidos tradicionales.
«Las urnas cierran esta noche a las 19.00 hora local (00.00 GMT del miércoles), pero todos los que estén en la fila antes del cierre tendrán su voto contado!», aseguró este martes el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
Sin embargo, esta mañana el panorama en la Alcaldía de Miami Beach era desolador, los pocos votantes contrastaban con largas filas de personas y vehículos en el vecino Centro de Convenciones que esperaban para la prueba de la covid-19.
El día de elecciones de hoy, que con la pandemia y el auge de las modalidades de voto más seguras, se convirtió en «semanas», cierra este martes con una histórica afluencia anticipada de votantes: 3,5 millones de demócratas, 3,4 millones de republicanos y 1,9 de independientes, según la cifras oficiales actualizadas al medio día.
Cálculos del grupo no partidista Political Polls señalan que la votación anticipada de Florida, que aporta 29 votos al Colegio Electoral que elige al presidente, ya superó los 9,4 millones de votos totales de 2016.
La tensión por los resultados electorales en Florida, un estado con una trayectoria vergonzosa de retrasos e irregularidades, se ve en almacenes del Distrito de Diseño, en el centro de Miami, que se apresuraron esta mañana a instalar tablones de madera para proteger las vitrinas de posibles desmanes.
Como medida preventiva, DeSantis, aliado político de Trump, se unió a otros gobernadores en el despliegue de la Guardia Nacional para proteger una jornada que hasta la media tarde ha sido tranquila.
Los republicanos en Florida, entre ellos una mayoría de cubanos, buscan darle de nuevo la victoria a Trump en el estado y además reconquistar dos distritos legislativos clave que perdieron hace dos años y que hoy están en manos de las demócratas Debbie Mucarsel-Powell y Donna Shalala.
En este proceso electoral, los floridanos renovarán también algunos de los 27 distritos electorales para el Congreso federal como también una gran mayoría del Legislativo estatal, de mayoría republicana, y otros cargos como jueces.
REPUBLICANOS, POR LA RECONQUISTA DEL 26 Y EL 27
Uno de los escaños federales más competidos es el de la congresista de origen ecuatoriano Debbie Mucarsel-Powell, que busca la reelección frente al cubano-estadounidense Carlos Giménez, actual alcalde de Miami-Dade, que ha contado con el respaldo de Trump.
Otra campaña importante ocurre en el vecino Distrito 27, que incluye buena parte de Miami-Dade, incluido el barrio de la Pequeña Habana, en manos de la congresista demócrata Donna Shalala, que reemplazó en 2018 a la republicana cubano-estadounidense Ileana Ros-Lehtine.
Su oponente es una conocida periodista y presentadora de televisión, María Elvira Salazar, de origen cubano, a la que derrotó en 2018.
Entre tanto, la demócrata Daniella Levine Cava se mide al republicano Esteban Bovo, quien recibió el apoyo del senador cubano-estadounidense Marco Rubio, por la alcaldía de Miami-Dade, el epicentro de la pandemia de la covid-19, con cerca de 3.700 muertos y más de 187.000 casos confirmados desde el pasado 1 de marzo.
PUERTO RICO Y LOS CANDIDATOS DE TRUMP
Por otro lado, Darren Soto, el primer congresista de Florida de origen puertorriqueño, defiende su escaño frente al republicano William Olson, un sargento retirado del Ejército estadounidense.
Soto fue elegido en 2016 para el Distrito 9, en el centro de Florida, que incluye la ciudad de Orlando y hace parte del electoralmente estratégico corredor de la autopista I-4, con gran población puertorriqueña.
Este corredor, en el que vive la mitad del total de los más de 14 millones de votantes inscritos en Florida, es clave dentro de un estado decisivo, que puede dar la victoria indistintamente a republicanos o a demócratas. Allí esta hoy Jill Biden, esposa del candidato demócrata, apitando la campaña.
Por otro lado, han llamado la atención las candidaturas de Anna Paulina Luna y Laura Loomer, quienes han recibido el apoyo de Trump por las redes sociales y enfrentan a los veteranos congresistas demócratas Charlie Crist, en el área de la Bahía de Tampa, y Lois Frankel, en el condado sureño de Palm Beach.
Luna es conocida por ser una veterana de la Fuerza Aérea y Loomer es famosa por sus teorías de conspiración y sentirse como una «orgullosa islamofóbica» y por haber sido expulsada de Twitter y vetada en Facebook por ser «peligrosa».
ENMIENDAS POR SALARIO Y AMPLITUD ELECTORAL
Los floridanos además votarán por seis enmiendas constitucionales, que requieren para su aprobación de una «supermayoría», es decir, más del 60 % de los sufragios.
Una de ellas busca aclarar que solo los ciudadanos estadounidense pueden votar, lo cual para algunos es una cuestión semántica, innecesaria o de «falso patriotismo», porque ya es obligatorio ser ciudadano para poder sufragar.
Una segunda está encaminada a aumentar de forma escalonada el salario mínimo hasta llegar a 15 dólares la hora en 2026 en Florida, donde actualmente es de 8,56 dólares, y una tercera a que los votantes puedan sufragar en las primarias por candidatos de un partido diferente al que esté inscrito.
Además la Enmienda 4 establece que una gran mayoría de votantes debe aprobar enmiendas constitucionales en dos elecciones generales sucesivas y otras dos más buscan una extensión de beneficios relacionados con propiedades y un descuento de impuestos para veteranos.
Ivonne Malaver