Para sobrevivir en este caos no se pueden, ni deben tener expectativas. Costó trabajo aprender esto. Bastante difícil cuando joven y llena de sueños e ilusiones. Todos maravillosos y que nos hacen tener esperanza. Al aprender a vivir sin expectativas, las más de las veces fantasiosas e imposibles, vivo de manera serena y tranquila. A pesar de los pesares.
También, las utopías -otra forma de expectativa- hacen daño, en definitiva, según mi parecer. Aprendizaje interesante y necesario en el camino de ser un adulto integral. Un gran educador argentino, el Dr. Daniel Pietro Castillo, contribuyó con mi proceso de crecimiento, al plantear los conceptos de utopía cerrada y utopía abierta. Me dio la explicación que requería.
Hubo, en aquellos años, en clases extraordinarias y llenas de discursos provocadores del debate, para rebatir las tesis absolutas en torno a la posible renuncia a la utopía, quien planteó: “No se puede renunciar a la utopía, eso se percibe como una traición”. El Dr. Pietro Castillo, con serenidad, intervino en la apasionada discusión: “Sí, sí se puede: si la utopía es cerrada, es válido renunciar a ella”.
De inmediato, nuestra pregunta: “¿Qué significa la utopía cerrada? Aquella que no sirve, es inalcanzable o un fracaso. Insistir en eso no es sano, ni posible, menos adecuado” “¿Seguiremos siendo utópicos? Sí claro, especificó, pero de una utopía abierta, flexible, alcanzable”. Esa es la gran diferencia, que muchos de quienes viven en la utopía cerrada del comunismo o el socialismo del siglo XXI, no quieren entender. Todo fracasó. Se acabó la gran Unión Soviética y sus países satélites. China se transformó en la segunda economía mundial, con el capitalismo salvaje. ¡Ay Dios!.
Los que apenas subsisten, tienen vergüenza de reconocer el fracaso del modelo. Y, eso que Fidel Castro lo expresó en la TV. No obstante, no solo los que viven dentro del modelo fracasado tienen expectativas turbias y absurdas. Hay un sector, importante del país, que no entiende nada. Deberían comenzar a estudiar, a vincularse con los vecinos, aunque sea, para entender que el mundo cambió.
La democracia es maravillosa, no perfecta, sino perfectible. Los seres humanos tenemos una responsabilidad ciudadana, ecológica y espiritual. ¡Recordarlo, por favor, y actuar en consecuencia!.