5 fallecidos y 26 personas bajo observación médica es el saldo que arroja hasta el momento el brote del Mal de Chagas registrado en la población de puerto Nuevo, municipio Libertador, zona sur del Táchira. Autoridades de salud buscan acuciosamente el vector responsable de la patología. Se sospecha que el contagio se produjo por la ingesta de agua o alguna fruta.
ESPECIAL DLA POR: RAÚL MÁRQUEZ
Javier Antonio Murillo Márquez tenía 31 años de edad y le gustaba la pastelería. Vivía en la calle principal del barrio 8 de febrero que conecta con el sector Inavi, en la población de Puerto Nuevo, parroquia Emeterio Ochoa, jurisdicción del municipio Libertador, en el sur del estado Táchira, a unos cien kilómetros de San Cristóbal. Se cuenta entre los cinco fallecidos por el brote de Mal de Chagas que, repentinamente, puso en el ojo del huracán a esta región del país.
Los otros fallecidos fueron identificados como María Guillén (79), Jackson Moncada (42), Pedro Hernández (51) y José Hernández, un bebé de once meses de nacido.
Trina Márquez, madre de “Toño”, como era conocido el muchacho, indica que hace un mes atrás, el joven comenzó a sentirse mal, presentando un cuadro febril acompañado de dolores de cabeza. “Cuando comenzó a sentir fiebre, mareos y malestares lo llevamos a un centro asistencial ubicado en Punta de Piedra, donde lo chequearon y le recetaron Atamel, tal y como sucedió con su hermano, que se encuentra recluido en el Hospital Central de San Cristóbal”, subraya.
Y es que el drama de los Murillo Márquez va más allá de la muerte de “Toño”, pues otro de sus miembros, Anderson, de 25 años, forma parte del grupo de pacientes que han dado positivo en los exámenes y reciben atención facultativa en el primer centro asistencial del estado andino.
“Con el paso de los días, ambos comenzaron a hincharse, sobre todo, en el rostro y el abdomen. La peor parte la llevó Toñito. Quién se iba a imaginar que moriría tan joven. A la gente les gustaban las tortas que cocinaba, pero en fin”.
Aunque este domingo 08 de abril fue trasladado de emergencia al Hospital Central de San Cristóbal junto con más de 40 personas, quienes revelaban los síntomas de lo que luego fue catalogado como un brote de Mal de Chagas, Javier Antonio Murillo Márquez falleció de un “Shock séptico, coagulación inter vascular, falla multiorgánica y hemorragia bacteriana”, según reza el informe forense.
En cuanto a su otro hijo, Trina Márquez guarda la esperanza de que se recupere del todo y pueda ser dado de alta lo antes posible. “El martes 10 de abril nos comunicamos con unos familiares que están pendientes de él en San Cristóbal y nos dijeron que, al parecer, los medicamentos están surtiendo el efecto esperado”, comenta la dama, mientras su mirada clara se pierde en medio de la calle.
Cloacas colapsadas.
Puerto Nuevo es una población rural, rodeada de lagunas de cría de peces. Además, algunos pobladores crían gallinas, pollos e incluso semovientes en sus traspatios. Asimismo, mantienen árboles frutales de guayaba y mango. La calle principal de los sectores 8 de febrero e Inavi se encuentra sin asfaltar.
Por la misma circulan libremente aguas negras que, a su vez, infestan el ambiente de olores nauseabundos, puesto que desde hace semanas está colapsado el sistema de aguas servidas en algunos de sus tramos. En este particular, la alcaldesa del municipio en cuestión, Yolimar Hernández, informó que se están llevando a cabo labores de mantenimiento, con el apoyo de equipos técnicos de Hidrosuroeste.
“Desde el lunes 09 de abril se están ejecutando labores de mantenimiento de la planta de aguas servidas del sector, la cual se encuentra bloqueada, puesto que estas son tierras muy bajas y se precisa de sistemas de bombeo para que puedan funcionar… Con el tiempo, estas bombas han venido fallando, lo que ha conllevado a su colapso. Esperamos en las próximas horas solucionar esta contingencia”, precisó la primera autoridad civil del municipio Libertador.
Ante esta situación, la mayoría de los vecinos se muestra insatisfecho, esgrimiendo que es un problema de vieja data y que en este momento es abordado tras la presencia de la Gobernadora Laidy Gómez y del Viceministro de Salud, quienes inspeccionaron la población del piedemonte andino el pasado lunes 09, luego de la ola de decesos que encendió las alarmas de las autoridades de salud a nivel local, regional y nacional.
“Ahora sí se enfocan a hacer este trabajo, en vez de haberlo realizado hace tiempo, ante las solicitudes hechas por los vecinos”, dijo al respecto una habitante de la calle principal que enlaza los sectores 8 de febrero e Inavi y en donde, coincidencialmente, vivían los cinco fallecidos y gran parte de quienes se encuentran aún en estudios y tratamientos, de acuerdo con los protocolos de sanidad correspondientes.
Por otra parte, la contaminación que se aprecia debido a esta situación es relacionada por parte de los pobladores con las muertes acaecidas en los últimos días, quienes exigen se lleve a cabo un estudio del agua para descartar la presencia de algún tipo de bacteria. “Muchas personas utilizan puntillo para obtener el agua; hay perforaciones que van de los diez a los veinticinco metros. Imagínese si alguna cloaca cae cerca de un puntillo. Pudiera ser parte del problema”, estimó un vecino.
En busca del vector .
Tras las muertes confirmadas por el Mal de Chagas y el traslado de pobladores con síntomas al Hospital Central de San Cristóbal, el pasado domingo 08 de abril, Luis Ramírez, presidente de la Corporación de Salud del estado Táchira –Corposalud-, señaló que “los equipos de la zona ya están en el proceso de identificación del vector o agente para posteriormente pasar a la fase de control y eliminación”.
En este particular, el día lunes, en horas de la tarde, una cuadrilla de Protección Civil Táchira derribó una palma con el propósito de recolectar muestras del animal. Frente a esta acción, vecinos del sector 8 de febrero comentaron que las autoridades de salud deberían estudiar el suelo, realizando perforaciones para obtener de este modo muestras subterráneas que, según ellos, pudieran arrojar resultados más fidedignos para las pesquisas sanitarias.
La incertidumbre reina en Puerto Nuevo.
Familiares de los 19 adultos y los 7 infantes que se encuentran en el Hospital Central de San Cristóbal viven con la emoción pendiendo de un hilo. La incertidumbre por conocer el desenlace de este terrible episodio en sus vidas hace mella con el paso de los días.
Entre tanto, las actividades escolares están paralizadas. Los niños, en medio de su inocencia, revelan el miedo en sus ojos. Este martes dos hermanitos iban a viajar a Santa Ana a casa de sus abuelos, comentó su madre, con los ojos rasgados por el llanto.
A esta situación, se suma lo que implica para ellos, en medio de la crisis económica que atraviesa el país, los gastos médicos y de transporte, pues si bien parte del tratamiento es dotado por el Ministerio del Poder Popular para La Salud, deben sufragar gastos que implican desbarajustes en sus presupuestos familiares.
“Tengo una sobrina en el hospital quien está recibiendo el tratamiento gratuito, pero igual debo gastar para el pasaje y la comida. Menos mal que una amiga de San Cristóbal le empezó a dar posada a mi hermana; de lo contrario, no sabíamos qué íbamos a hacer con tantos gastos”, refirió alguien.
Insalubridad en unidades de producción.
Parte de las personas entrevistadas para el presente trabajo comentaron acerca de la existencia de dos unidades de producción ubicadas cerca del centro poblado, dedicadas a la cría de cerdos, que, al parecer, arrojan los desechos a las cloacas, lo que empeoraría el cuadro de contaminación que viven en este sector de Puerto Nuevo.
Asimismo, se refieren a una quesera que, de igual modo, evacúa sus desperdicios al sistema en cuestión. “Esta situación empeora las condiciones del sistema de cloacas lo que genera que las aguas negras vayan a dar a las calles y patios de las casas produciendo malos olores”, dijo una vecina que pidió el anonimato.
Los habitantes de Puerto Nuevo viven en zozobra ante el riesgo de que puedan presentarse nuevos casos, aunque las autoridades han reiterado que hacen los esfuerzos necesarios para evitarlo.
Texto publicado en LOS ANDES SEMANARIO DEL TÁCHIRA edición 108