El Tren de Aragua: Historia de la megabanda que hizo de la crisis humanitaria el más potente negocio criminal

La periodista venezolana Ronna Rísquez investigó la estructura delictiva más poderosa de Venezuela y de otros países de la región, y escribió el libro El Tren de Aragua, de la Editorial Dahbar.

Foto: Tairy Gamboa / Crónica uno

Por Olgalinda Pimentel /Crónica Uno

Caracas. A Ronna Rísquez, periodista venezolana especializada en el tema del crimen organizado y grupos armados, le llevó siete años investigar cómo tres jóvenes reclusos, que coincidieron en el Centro Penitenciario de Aragua o cárcel de Tocorón, formaron la megabanda el Tren de Aragua (2014).

Y  cómo a lo largo de casi seis años de severa crisis económica y social, la transformaron en la estructura criminal de negocios más poderosa del país y de la región. Usaron para ello la crisis humanitaria, la migración venezolana y la COVID-19.

En la actualidad, sus tres jefes controlan a más de 5000 hombres (más de 2000 están en prisión), localidades de 13 estados y nueve países de América Latina. Sus operaciones criminales generan una renta calculada en más de 15 millones de dólares, es decir, 3000 veces más grande que el PIB per cápita de Venezuela en 2022.

Rísquez entrevistó a privados de libertad, amantes, a policías de varios países y también verificó hallazgos “asombrosos e imposibles de concebir”, por los pasadizos más oscuros de Tocorón.

Hace tres años decidió hacer de esta historia periodística el libro El Tren de Aragua, que publica la Editorial Dahbar. Un documento indispensable para conocer el pavoroso origen de la megabanda, la gobernanza criminal y el entramado que se asocia al poder político, en medio del maltrecho sistema penitenciario. Y no deja cabo suelto.

En marcha hacia el Tren de Aragua

Rísquez conversó sobre los detalles del libro en un encuentro virtual con periodistas de Crónica.Uno y otros medios, que organizó la Editorial Dahbar Espacio Público, junto con Crónica.Uno. Fue moderado por Xariell Sarabia, responsable de la casa editorial.

Relató que en principio encontró pistas de la megabanda, mientras realizaba “perfiles” de grupos armados activos en Venezuela. Pero luego se topó con hechos que “parecían de película de ficción”.

Por ejemplo, encontró que uno de los tres jefes, “desaparecido” de Tocorón, sin que haya sido buscado jamás, domina el territorio de la mina de oro Las Claritas, en el estado Bolívar. Y también, que los pranes cobran comisiones de las millonarias firmas de prospectos venezolanos para Las Grandes Ligas, o manejan academias de beisbol, a través de testaferros.

De Tocorón a San Vicente

También verificó que desde la cárcel y desde San Vicente, localidad aragüeña cercana a Tocorón, el Tren de Aragua desplegó un poder superior al de otras bandas delictivas, el cual comenzó desde el centro penitenciario, enclavado en el estado del centro venezolano, en 2016. Gobernaba Tarek El Aissami.

Mientras el foro transcurría se hizo oficial un suceso relacionado con el Tren de Aragua: la muerte de Carlos Gómez Rodríguez, apodado El Conejo, cabecilla de un grupo criminal en Las Tejerías y vinculado con la megabanda.

La megabanda tiene “estructura jerárquica y un mando único” que está centrada en los jefes, “los tres papás”, que se reparten el poder, explicó Rísquez en su libro. Estos son Héctor Guerrero Flores, apodado el Niño Guerrero; Larry Amaury Álvarez Núñez, apodado Larry Changa; y Yohan José Romero, conocido como Johan Petrica. Los dos primeros son del estado Aragua, y el último de Los Valles del Tuy, estado Miranda. Todos ellos están vivos.

Tren de Aragua, operaciones y pelotas

¿Cuáles son esas “cosas asombrosas” que le impulsaron a escribir el libro?

–Uno de los hallazgos sobre el Tren de Aragua que me impresionó fue el tema del beisbol y cómo están involucrados en actividades económicas, como el contrabando de chatarra, la minería ilegal y la extracción ilegal del oro. Y también, la dinámica que han desarrollado dentro de la prisión y en otros territorios que controlan, fuera de allí, y que involucran tribunales.

¿Los prospectos del beisbol conocen estas prácticas?

–Supongo que no. Lo que he sabido es que están sorprendidos con estos hechos. Los pranes extorsionan a los directivos de las academias de beisbol y la versión que existe es que también manejan academias, a través de testaferros. En otros casos, cobran vacuna por cada firma de prospecto. Un caso emblemático fue el atentado contra Alexis Quirós, dueño de una academia (AQ Sports Agency), en Maracay, en 2021

¿Cuál es la diferencia de El Tren de Aragua con el Tren de Los Llanos, el de Oriente, o el del Norte?

El Tren de Aragua logró algunos acuerdos importantes que le han permitido conectarse y establecer vínculos con grupos de poder, y eso les ha permitido crecer y desarrollarse. También tienen estrategia muy bien diseñada. Entienden que la prioridad no es el delito, no es matar, aunque puedan hacerlo, sino hacer negocios.

En busca de rentas criminales

¿Por qué escogen a Chile, Perú y Colombia para expandirse por  la región? 

La razón es simple: buscaron los países a donde iban migrantes venezolanos, que son sus primeras víctimas, porque los conocen, les temen, y saben que si no se someten a ellos pueden ser asesinados. Los extorsionan, los convierten en “coyotes”, les obligan a llevar droga, someten a mujeres a la explotación sexual.

Y también se convierten en su mano de obra, pues pueden reclutar con facilidad. En el caso de Chile, hay una particularidad: es un país donde no había un grupo criminal poderoso rival y fue muy fácil instalar allí una operación delictiva.

¿Qué factores facilitaron la expansión del Tren de Aragua tan rápidamente en la región?

–En esos países, las autoridades no se percataron de lo que estaba ocurriendo y por eso la falta de cooperación internacional y de intercambio de información en materia delictiva. Sobre todo de Venezuela hacia los otros países. No había manera de que supieran quiénes estaban ingresando y muchos de los miembros del Tren de Aragua y de otras organizaciones criminales han entrado a esos países con los antecedentes borrados. En Chile, las autoridades se percataron dos o tres años después, cuando el grupo ya había desarrollado células en varias localidades.

¿Las autoridades han tomado medidas?

–El gobierno chileno creó un grupo de tarea específico para investigar y hay varios fiscales asignados. En la actualidad hay un trabajo de cooperación entre Colombia, Chile, Perú y Bolivia. Interpol también está monitoreando.

La crisis como negocio

¿La expansión del Tren de Aragua se fortaleció con la crisis?

–Definitivamente sí, y también con la COVID-19. Aprovecharon que el país estaba ocupado en cómo conseguir comida o viendo en las calles cómo mataban a los muchachos que protestaban contra el Gobierno. En ese momento, crecieron y se expandieron. Y obtuvieron otro tipo de rentas, en 2018, cuando buscaron mecanismos de sobrevivencia, en condiciones más adversas en las cárceles.

¿Qué buscaban con los pasos fronterizos que tomó la migración?

–Oportunidades de negocio. Estaban vinculados al narcotráfico, trata de personas y tráfico de migrantes, entre otros; y esto, combinado con otros delitos, se convierte para ellos en fuente de enormes rentas ilegales.

Por ejemplo, cuando llegaron a Chile e identificaron que la prostitución no era prohibida y que además no había proxenetas, vieron una oportunidad de negocio. Pero, además, se llevaban a venezolanas para Chile. Así, el negocio fue doble, porque el deseo de las muchachas era salir de Venezuela y les cobraban por eso.

Una de las cosas que más me impresionó es que identificaron una oportunidad de negocio muy rentable en el control, no solo de pasos fronterizos, sino también de los delitos. Primero, vieron que la migración venezolana y latinoamericana se dirigía hacia el norte, no al sur. Y se instalaron y controlaron los pasos fronterizos, de forma distinta a los ‘coyotes’ mexicanos, hasta llegar a Chile, para pasar todo tipo de mercancías. Y por aquellas que pasaban otros grupos criminales, los grupos del Tren de Aragua cobraban una comisión. En todas las fronteras de países de la región hay miembros del Tren de Aragua.

El negocio en las cárceles

¿El Tren de Aragua tiene relación con grupos armados y los llamados colectivos?

–No están juntos pero tampoco están enfrentados. Es algo similar a lo que ocurre con el Tren de Aragua y el ELN de Colombia, en la frontera por Táchira. En la zona minera, cada pueblo está asociado a un yacimiento, pero el que controla el Tren de Aragua es el más importante de todos y no he sabido de enfrentamientos. Solo en el estado Sucre supe de enfrentamientos.

¿Por qué la relación con San Vicente?

–Es una combinación de factores. En principio, la cárcel comienza a tener discotecas, canchas, piscina, todo en busca de mejorar las condiciones de vida. Luego, se dieron cuenta de que este modelo de gobernanza criminal lo podían conectar con localidades.

San Vicente tiene una ubicación estratégica que les facilita sus actividades criminales. Se puede llegar por el lago de Valencia que está cerca de la cárcel. Además, tiene una salida hacia la ARC, un aeropuerto militar y tiene un vertedero de basura muy grande donde se realizan actividades delictivas.

¿Quién paga la entrada a conciertos de salseros importantes y al casino Tokio?

–Lo pagan los pranes. Cada cárcel se maneja diferente, aunque todas tienen pranes y tampoco estos operan igual. En Tocuyito cobran hasta para entrar. En Tocorón, en cambio, no se paga el uso de la piscina, pero este año comenzaron a cobrar entrada. Todo depende de las necesidades.

Asumir riesgos para provocar cambios

¿Qué significa para una periodista, sobre todo mujer, incursionar en un mundo tan oscuro y peligroso?

–Hay que formarse y entrenarse para ello y lo hice durante toda la investigación, como lo he hecho siempre que realizo este tipo de trabajos sobre crimen organizado. Lo hago con protocolos y medidas de seguridad no solo para uno, sino también para las personas que son fuentes de información. No sé cómo será para un periodista hombre, pero para la mujer es diferente. La condición te abre ciertas puertas y te cierra otras.

¿Has tenido respaldo ante las amenazas en tu contra?

–Las amenazas pueden ocurrir, aunque a mí nunca me había pasado, y obviamente me afectaron. No sabemos de dónde provienen, pero he tomado medidas de seguridad y apoyo nacional e internacional. Lamentablemente, no ha habido respuesta ni pronunciamiento de las autoridades venezolanas.

¿A partir del libro puedan darse condiciones para un cambio en el sistema penitenciario?

No solo este libro, sino lo que hacemos y publicamos los periodistas, en general, tiene un efecto, aunque el resultado no sea el que esperamos ni llega tan pronto como queremos. Eso no quiere decir que habrá un cambio de fondo, no es que van a cerrar Tocorón, pero los cambios son también pequeños triunfos del periodismo.

En el caso de Venezuela, sirve para ratificar violaciones de derechos humanos a los que todos estamos expuestos. Yo invito a los periodistas a que sigamos haciendo nuestro trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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