Fernando Luis Egaña
Maduro y los suyos necesitaban un candidato de cierta resonancia en el terreno de la oposición política, para tratar de convalidar las anunciadas “elecciones presidenciales”, ahora ampliadas con votaciones para otros cargos. Si Maduro corría solo en esos “comicios” quedaban más notoriamente al descubierto como lo que son: un fraude con mayúscula de la primera a la última letra. Una operación habilidosa siempre y cuando se consiguiera un candidato de cierta resonancia que, precisamente, la resonara como una iniciativa competitiva, seguro que no plenamente democrática, pero aceptable conforme a los estándares del “esto es lo que hay”.
Hubo un tejemaneje al respecto, porque en el clima del diálogo dominicano más de uno tenía sus intenciones de presentarse en la referida “contienda”. Hubo uno que se lanzó de primero y luego se retiró. Hay otros de naturaleza más bien folclórica que le dan listado de nombres al tema. Pero hacía falta otro que finalmente se postulara como un candidato formalmente opuesto al oficialismo, y que tuviera historial en el campo de la plataforma unitaria o MUD.
Ese candidato ya se inscribió en el lapso requerido, aunque mantuvo un calibrado suspenso acerca de si llegaría o no a inscribirse. Digo calibrado o medido, porque existe la impresión de que esa decisión estaba tomada desde hace mucho tiempo. Solo que había de ser ejecutada como si se tratase de una respuesta a un clamor popular. Por supuesto que tal clamor no existe, pero en los mundos de la propaganda política y, en particular, de la manipulación política, no hay límites para el delirio.
En un dos por tres, ya se asoma un programa de gobierno, ya se presentan figuras como potenciales colaboradores gubernativos –no sé si con el consentimiento o no de los mismos–, ya los voceros de la campaña plantean sus argumentos y justificaciones, algunos de los cuales lucirían razonables si en Venezuela existiera, siquiera, un mínimo de sistema democrático. Pero no. Lo que existe es una hegemonía despótica, depredadora, envilecida y corrupta, que no se cansa de despreciar la llamada “salida electoral”. Esto lo sabe todo el mundo dentro del país, incluso los partícipes en las “elecciones presidenciales”. Motivo por el cual los referidos argumentos y justificaciones no tienen credibilidad ni en el ámbito de la mayoría de los factores del ensamble de la oposición política.
El candidato de Maduro le está haciendo un gran favor a Maduro. Por ende, le está haciendo un gran daño a las aspiraciones de cambio efectivo de los venezolanos. No es auspicioso que pasen cosas parecidas con sospechosa frecuencia. La ideología o la doctrina política, económica y social no deben de tener mucho que ver con este tipo de realidades. Asuntos más prácticos de seguro que son los decisivos. Por eso no se termina la tragedia del país, es decir, la catástrofe humanitaria que destruye a la nación venezolana. Y desde luego que no es aventurado afirmar que el candidato de Maduro es Henri Falcón.
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