Joan Camargo /NTA
Durante su niñez y adolescencia, los hermanos Rebeca y Francisco García eran introvertidos, tranquilos y no tenían actitudes fuera de lo común. Su familia siempre intentó integrarlos en grupos sociales. Sin embargo, siempre les costaba relacionarse.
Carla* ella allegada a la familia, y logró conocerlos un poco más, sin imaginarse que años después terminaría siendo víctima, al igual que sus amigas, de acosos, amenazas y persecuciones de Rebeca García.
“En ese momento no eran una amenaza para nadie, no eran lo que son hoy en día. Las drogas y el consumo de sustancias que tienen ambos les ha empeorado la situación”, afirmó Carla en una entrevista exclusiva para Noticias Todos Ahora.
A pesar de la cercanía que tenía con la familia García, Carla nunca estableció una amistad con Rebeca o Francisco. Solo cruzaban saludos en reuniones o encuentros.
Todo comenzó a ponerse raro cuando iniciaron estudios en la universidad. Rebeca empezó a acercarse y a hostigar a la mejor amiga de Carla, y poco tiempo después ella también pasó a ser víctima.
El acoso de Rebeca García aumentó de nivel
“Al principio no pensamos que se iba a poner tan peligroso, pero con el tiempo comenzó a ponerse mucho peor. Ella nos mandaba cosas a nuestras casas. Nos perseguía y vigilaba para llegar siempre a los sitios donde estábamos”.
Fue en ese punto en el que se dieron cuenta que eso estaba grave e intentaron hablar con los familiares de Rebeca. “La respuesta que me daban era que ella solo quería ser mi amiga, y que era inofensiva”.
Sin embargo, Carla no sentía que el acoso fuese cualquier cosa. Incluso llegó a leer extractos de un libro que escribió Rebeca, en el que relataba un hecho ficticio, pero bastante violento.
“La apunté con un cuchillo en la barriga y empecé a oler su ropa. Le dije que se la quitara. Se la empezó a quitar, negándose, hasta que se quedó sin ropa. Olía a lo que yo había olido. La empecé a oler y a rozarla con el cuchillo. Le pasé el cuchillo por las tetas y por el t y se lo lamí. Me acordé del TikTok que dice sabe a conflei y me reí, y se lo dije”, escribió Rebeca García, mencionando a Carla, en su libro a Cocoaguirre.
Miedo a salir a la calle
La vida de Carla cambió. Su miedo no la dejaba salir. La idea de encontrarse a Rebeca en cualquier lado le perturbaba la paz, y comenzó a abandonar muchos de sus “lugares seguros”.
“Más nunca fui al club porque nos perseguía con el carro, se nos metía en el sauna, o en el locker de mujeres, y nos ofrecía siempre drogas y otras sustancias. Nosotras no le aceptábamos nada y siempre se lo dejábamos claro”.
Tampoco podía pasear a su perro por la urbanización, pues Rebeca sabía dónde vivía y le daba temor que llegara.
Los acosos eran intermitentes. A veces aparecía y a veces no. Entre el 2018 y el 2021, Rebeca estuvo internada nueve veces en la Clínica El Cedral, presentado trastorno de límite de personalidad, que entre sus síntomas incluyen inestabilidad emocional, sentimientos de inutilidad, inseguridad, impulsividad y dificultades en las relaciones sociales.
Nunca dejaron de sentir miedo
Por esa razón, desaparecía durante un tiempo para sus víctimas, pero el temor y la paranoia siempre estaban presentes. “Cada vez que la internaban se ponía mucho peor, y agravaba la situación. Ella decía que no tenía nada, y que su familia la internaba por castigo”, dijo Carla.
“La última vez que estuve en Caracas, en diciembre, me persiguió hasta un restaurante en el que estaba con mis amigas. Entró y nos rodeó la mesa, hasta que finalmente un trabajador de seguridad la sacó”, recordó Carla.
El martes 14 de mayo la Policía Nacional de España detuvo en Madrid a Rebeca y su Francisco, luego que se emitiera una alerta roja de Interpol en su contra por los delitos de instigación al odio, exhibición de pornografía infantil y agavillamiento.
Al preguntarle a Carla, como se sentía sobre la detención de los hermanos, la respuesta fue tajante. “Lo único que pedimos es que se metan con su familia. Esta es una situación muy turbia para todos. Lo que queremos es que se les dé un trato psiquiátrico adecuado, y que podamos vivir todos en paz”.
Aseguró sentirse abrumada por el nivel de escalada que ha tenido el caso, y a su vez agradeció todas las muestras de apoyo que ha recibido.
*Carla es un nombre que se utilizó para resguardar la verdadera identidad de la víctima