Educación Superior en Venezuela, una muerte lenta que puede evitarse (y II Parte)

En un esfuerzo conjunto, Correo del Caroní, Crónica Uno, El Carabobeño, Diario de Los Andes y Todos Ahora presentan un panorama amplio de la situación de la educación superior, un derecho humano que en el país está en riesgo

ULA - Nurr Trujillo Foto: Gustavo Bencomo

Universidades en Lara parecen museos del terror

 

 

Durante los últimos 7 años ha sido todo un reto tanto para los docentes, obreros y estudiantes mantener de pie las casas de estudios del estado Lara. La Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) ha enviado el mismo e insuficiente monto para su funcionamiento.

Esta es la razón de las repetitivas escenas de transportes averiados, comedores vacíos, fallas en los servicios públicos y deterioro en las infraestructuras, tanto de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, como en la Universidad Nacional Experimental Politécnica Antonio José de Sucre.

En la UCLA deben solicitar el presupuesto en noviembre de cada año. En la UNEXPO, cada mes. La OPSU decide qué aprueba y envía a las universidades. Por lo general solo pagos para el personal, nada adicional para servicios.

Como consecuencia, los terrenos de la Unexpo y los ocho decanatos de la UCLA  derrochan monte, basura y el deterioro de todas las infraestructuras.

 

Sin recursos para operar

A pesar de que la UCLA envió a la Oficina de Presupuesto de la Opsu la maqueta por 30.492.039.022.407,00 de bolívares, el Ejecutivo nacional asignó una cuota presupuestaria por 881.683.138.297,00 de bolívares. El monto representa sólo un 2,89% de lo solicitado, insuficiente para atender los requerimientos de todo el año. La insuficiencia alcanza al 97,10%, que en bolívares equivale a 29.610.355.884.110,00.

En lo que va de 2021, la UCLA no ha recibido presupuesto. Lo aprobado por la OPSU para las providencias estudiantiles solo alcanza para un mes de comedor, pues establecieron un costo de 80 mil bolívares la bandeja, el mismo de 2020, muy alejado de realidad actual. La consecuencia es el cese de este beneficio para los estudiantes.

 

 

En el caso de la UNEXPO, el comedor está cerrado pues no hay presupuesto, tampoco para el transporte. Para beneficiar a los estudiantes de zonas foráneas, la Federación de Centros de Estudiantes de la UCLA realizó gestiones con organizaciones y empresas  de la región.

Los trabajadores de la Unexpo no cuentan con equipos.  Aseguran que en toda la universidad solo hay dos computadoras en el rectorado, pero en el vicerrectorado no hay ni una impresora.

En los laboratorios de computación solo queda el espacio físico, las computadoras están desactualizadas y obsoletas.

Para los institutos de previsión solo se asignaron cuatro mil millones de bolívares para gastos de funcionamiento, que solo alcanzan para un mes. Como consecuencia, Ipspuco, Ipstaucla y Fonsoucla.
Los 106.277.164.197,00 asignados para gastos de funcionamiento de la universidad serán distribuidos en seguro de vehículos, de bienes, mantenimiento y reparación de áreas verdes, infraestructura física,  de equipos, vigilancia, alquileres y  servicios básicos. También a la Dirección de Telecomunicaciones para reparaciones de la RedUcla,  internet y mantenimiento de centrales telefónicas. Ese monto alcanzaría para un mes.

 

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Estas insuficiencias presupuestarias le han impedido a la UCLA activar, desde el 26 de mayo del 2020, los servidores que funcionaban para los entornos virtuales de educación a distancia. Los equipos fueron apagados tras registrar problemas por las interrupciones eléctricas, que también afectaron la operatividad de la planta de energía eléctrica en la granja de servidores de la UCLA. Más de trece mil estudiantes quedaron en un limbo académico.

El año pasado se tomaron medidas. Los decanatos que para el momento de la suspensión por la pandemia estaban en fase de culminación de semestres, como Ciencias Económicas, Ingeniería Civil y  Ciencias y Tecnología, ajustaron sus cronogramas para poder terminar actividades antes del mes de agosto.

Otros, como Medicina Veterinaria que apenas comenzarían el año en marzo, fueron paralizados y el resto estaba en incertidumbre. A través de cursos intensivos los alumnos pudieron sacar materias, algunos decanatos con pocas asignaturas, otros con muchas.
Después no hubo actividades académicas ni respuesta a los procesos administrativos como inscripciones o cierres de semestres. Académicamente hablando fue muy poco lo que se logró avanzar durante el 2.020.

 

 

Conflicto laboral 

Las actividades laborales son las más afectadas. Con un sueldo de 762 mil 757 bolívares al mes, tanto docentes como personal administrativo y obrero se niegan a reiniciar actividades hasta que se solvente su situación salarial. La vigencia de las tablas salariales es al 01 de Mayo 2020, desfasadas, alejadas de los índices inflacionarios y de las remuneraciones de los trabajadores universitarios en América Latina.

La UCLA está a las puertas de un conflicto laboral con los profesores, quienes se niegan a seguir ganando entre 1,38 y 2,67 dólares mensuales.

Los dirigentes estudiantiles, por su parte, si bien apoyan los reclamos salariales, necesitan continuar con sus actividades académicas, por lo que exigen a las autoridades una solución.

 

Robos y hurtos

En ambas casas de estudios larenses los hurtos son frecuentes. Los delincuentes cargaron con equipos de laboratorio, materiales, extintores, herramientas, aires acondicionados, rejas y hasta bancos. Los libros de las bibliotecas no han tenido mejor suerte. La falta de presupuesto impide el arreglo o reposición de todos estos materiales.

Uno de los eventos más recientes fue el ataque al Decanato de Administración de la UCLA. De allí se llevaron los equipos de computación que los estudiantes habían conseguido en calidad de donación para recuperar parte de lo sustraído semanas antes. También ocasionaron destrozos en gran parte de las instalaciones.

 

ULA de manos atadas

 

Núcleo Universitario Rafael Rangel – ULA Trujillo. Foto Cortesía

 

Alexander González/Diario de Los Andes

La pandemia del Covid-19 dejó “varados” a más de 30 mil ulandinos. La Universidad de Los Andes (ULA), una de las más influyentes del país con presencia física en los estados Mérida, Táchira y Trujillo, tuvo que reinventarse.

Con una cuota presupuestaria para el ejercicio fiscal 2021 de 1.471.641.919.854,00 de bolívares, (más de 817.000 dólares) las decisiones a lo interno de la ULA sobre la manera de afrontar la crisis académica dejan un camino minado de incertidumbre.

 

 

 

El documento “Diagnóstico de las Potencialidades de Reinicio de la Universidad de Los Andes”, elaborado por la Comisión Educación-COVID y la Sub-Comisión Educación a mediados de 2020, reveló que el camino para concretar la educación digital o virtual está repleto de obstáculos ajenos a la universidad.

El rector de la ULA, Mario Bonucci, destacó que antes que la COVID-19 apareciera,  los profesores se las ingeniaban para que las clases presenciales no se detuvieran, como consecuencia de problemas “tan cotidianos” como ausencia del servicio eléctrico, falta de efectivo para pagar el transporte, crisis de gasolina o la precariedad de sueldos de miseria que se evaporan en los bolsillos del personal.

El estudio reveló datos interesantes. La comunidad de la ULA suma 30 mil personas y en la encuesta participaron 6 mil 527 miembros de esa comunidad, poco más del 20%.

 

Ventajas de la ULA para ofrecer educación virtual de calidad

 

Situación país que amenaza la educación de calidad de la ULA

 

Foto: Gustavo Bencomo

 

¿Qué dicen los estudiantes?

Para Rodolfo Paredes, presidente adjunto del Centro de Estudiantes de la ULA-Trujillo, las fallas en el sistema eléctrico y de conexión a internet, la falta de herramientas y dispositivos de profesores y estudiantes constituyen un escenario que niega el derecho humano a la educación.

 

Rodolfo Paredes, presidente adjunto del Centro de Estudiantes de la ULA-Trujillo

 

Universidad del Zulia: Inseguridad y crisis

Milagros Colmenar/Todos Ahora

En medio de una severa crisis económica y del confinamiento que ha afectado la normalidad de sus actividades, la diáspora de su personal académico, estudiantil, administrativo y hasta obrero, la Universidad centenaria del Zulia sigue formando profesionales.

Hace 129 años fue fundada la Universidad del Zulia (LUZ), con raíces en ese gran regionalismo que caracteriza al pueblo zuliano. Ella ha sido centro de investigación y formación de miles de venezolanos y profesionales  de otras naciones.

 

Foto: Todos Ahora

 

Siguen en pie de lucha 

Ángel Bracho, profesor de la escuela de Comunicación Social de LUZ, asegura que las condiciones laborales dentro de la universidad hoy son complicadas.

El imparte clases de 12:00 del mediodía a 03:00 de la tarde, los turnos vespertinos y nocturnos los han eliminado. “Salir a las 03:00 de la tarde y atravesar el núcleo humanístico puede llegar a ser bastante peligroso, cuando no hay ni personal de vigilancia por la zona”.

Bracho también expresó que los profesionales devengan sueldos paupérrimos.  Pero reconoce que  no es solamente un tema de sueldos sino de condiciones que en este momento LUZ no posee.

 

Foto. Todos Ahora

 

Crisis universitaria

Ricardo Useche, miembro de la FCU-LUZ, asegura que la emergencia de la COVID-19 ha dejado en evidencia la condición real de las universidades.

La falta de recursos económicos y de inversión en material tecnológico, las fallas constantes del servicio eléctrico y la mala conexión a Internet imposibilitan las clases a distancia, opina Useche.

 

LUZ expuesta a la inseguridad

La ola de vandalismo que azota a la casa de estudio repercute en los estudios académicos. El dirigente estudiantil, Samuel Troconis, atestiguó que salones vacíos por la diáspora estudiantil y de profesores es la realidad que vive esta casa de estudio.

En 2020 se registraron 50 hechos delictivos, según un reporte de la ONG Aula Abierta.

 

ESPACIOS DE LUZ EN ABANDONO FOTOS-ALEJANDRO PAREDES PEREZ

Deserción universitaria en Bolívar ronda el 50%

Jhoalys Siverio/Correo del Caroní

El futuro de las universidades públicas en Bolívar es cada vez más incierto. No solo por un presupuesto que apenas alcanza para pagar la nómina, sino por los hurtos y destrozos que se incrementaron desde que comenzó -en marzo de 2020- la cuarentena por la pandemia de la COVID-19.

El Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes (ODH-ULA), reportó que de los 223 ataques a universidades públicas entre marzo y diciembre de 2020, la Universidad de Oriente (UDO) -que posee dos núcleos en Bolívar- fue la institución más atacada.  “Un total de 65 robos o hurtos, ocho actos de vandalismo -que incluyeron la quema de una de sus bibliotecas- y una invasión a un terreno fueron los 74 actos delictivos perpetrados en al menos cuatro núcleos de esta casa de estudios”. Según el observatorio de DDHH de la ULA, hasta el 31 de enero esta casa de estudios fue objeto de 81 hechos de esta naturaleza

En este periodo se documentaron cuatro ataques a la Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG), una de las principales casas de estudio públicas en Ciudad Guayana.

En noviembre del 2020, la rectora de esa institución, María Elena Latuff, sostuvo que lograron disminuir los actos delictivos gracias a un acuerdo para aumentar la vigilancia con cuerpos policiales. La UNEG también abrió dos nuevas carreras: Licenciatura en Ciencias Ambientales e Ingeniería de Materiales, pero esto no significó una disminución de la deserción docente y estudiantil.

Latuff admitió que han tenido una considerable baja de docentes y personal administrativo, vacantes que han sustituido en su mayoría con personal jubilado de la universidad.

El presidente de la Asociación de Profesores de la UNEG (Apuneg), Raúl Brito, recordó que hace una década contaban aproximadamente con mil profesores, hoy apenas rondan los 600 en todos los núcleos, una baja de 40%. «Los que más se han ido son los que tienen maestría y doctorados, los de más alta especialización”.

En cuanto al sector estudiantil, la universidad hace 10 años tenía unos 20 mil estudiantes, comentó Brito. “Creo que ahorita contamos con 7 mil u 8 mil, a pesar de que han abierto más carreras”

Aunque se intentó precisar con la rectora Latuff el presupuesto actual de la UNEG, no fue posible la comunicación.

El presidente de Apuneg señaló que el gremio lo desconoce, pero lo que sí tienen claro es que apenas alcanza para el pago de 2 o 3 dólares quincenales a los profesores. «¿Qué hacen los profesores? Muchos están impartiendo cursos a distancia, otros haciendo tortas, pan, taxis, cosiendo ropa o dictando tareas dirigidas para subsistir”.

Por falta de presupuesto universitario se restringió el HCM, no hay comedor, vigilancia, reparación de vehículos, gastos para planta física, becas, dotación de bibliografía o reparación de computadoras. «El Gobierno nacional aniquiló la universidad pública y la llevó a la ruina”.

 

Estudiar o trabajar

La Universidad de Oriente (UDO) ha sido la más afectada por los hurtos y actos vandálicos desde la cuarentena. En el núcleo de Ciudad Bolívar solo en 2020 hubo al menos 17 actos delictivos que prácticamente desmantelaron a la escuela de Ciencias de la Tierra.

En lo que va de 2021 se han registrado dos incendios en menos de un mes en la antigua sede de Fundageominas, ubicada en la escuela de Ciencias de la Tierra. En la primera semana de enero hubo un intento de hurto en la Escuela de Medicina y Enfermería.

El movimiento estudiantil Proudistas estima que la deserción estudiantil en la UDO de Ciudad Bolívar ronda el 45%. «Hay núcleos de nuestra universidad donde llega hasta 70% entre estudiantes y docentes», dijo Hernán Adonis Bethelmy.

Hay muchos egresados reinventándose en miles de empleos informales. Clarisa López, estudiante de la Unexpo, ofrece venta de galletas, tortas, suspiros, pie de limón y otros dulces a través de sus redes sociales para costear sus estudios.

Para los estudiantes, los constantes destrozos a las casas de estudios aumentan la incertidumbre por su futuro profesional y la disyuntiva de seguir una carrera universitaria, dedicarse a emprendimientos propios o emigrar.

En este panorama, el reinicio de clases presenciales convocado por Nicolás Maduro luce desalentador.

 

 

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