**Laura Acosta
El Movimiento Ambiental Abrazados a la Vida, conmemora esta fecha recordando que “Solo somos habitantes pasajeros en el transporte mas hermoso que encontraremos: la Tierra”
Es importante destacar en este día, dedicado a la tierra, la grave situación de los ecosistemas, los cuales manifiestan notoria degradación a consecuencia de la acción antropocéntrica, cuyas consecuencias nefastas se extienden a todos los habitantes del globo terráqueo.
La biodiversidad, indicador de salud de los ecosistemas ha sufrido una cuantiosa pérdida, en peligro de extinción y en el peor de los casos, extinción total. El ataque despiadado a los diferentes hábitats ha destruido los seres bióticos, dejando en su defecto devastaciones que anidan las causas para el incremento de temperaturas, oleadas de calor y acidificación de océanos, lo que se revierte en mayor consumo de dióxido de carbono y consecuencias terribles para las especies marinas.
La deforestación, la contaminación de las aguas, el no tratamiento de las aguas residuales y la descarga de residuos fecales al ambiente, la desertificación de los suelos, la destrucción de humedales, los plásticos, productos químicos, y la sobreexplotación de la madre tierra nos coloca en posición de vulnerabilidad en lo que respecta a la alimentación y uso generalizado de recursos naturales.
Los desequilibrios ecológicos ocasionados por el hombre en su voracidad de posesión coloca a la población mundial en el epicentro de una triada aterradora: insuficiencia de agua, inseguridad alimentaria, riesgos de desastres naturales por efectos del calentamiento global.
Extractivismo
El extractivismo, forma de producción que constituye la sobreutilización de los recursos naturales lleva implícito la explotación hasta agotarlos y la idea disociada de la pertenencia del planeta, sin límites de propiedad, quedando como recurso de retórica la idea de desarrollo sostenible.
Este modelo económico, en su máxima expresión de crueldad, destruye bosques y con ellos la biodiversidad para facilitar monocultivos, así como también, vialidad para obtener o comercializar recursos. Los servicios ecosistémicos desaparecen, los suelos se empobrecen y el ciclo hidrológico se altera, modificando los ecosistemas que anteriormente servían al hombre, y en consecuencia, la generosidad de la Pachamana se agota, pues cubierta de agroquímicos, pesticidas, fertilizantes (extractivismo agrícola), plásticos y altas concentraciones de humo reclama con mano dura el daño que se le ha infringido.
Las actividades mineras constituyen una aberrante alteración de la debida relación hombre-naturaleza que destruye vegetación, contamina los ríos, acaba poblaciones nativas, alterando su núcleo cultural e impacta todos los procesos ecológicos que benefician a los ecosistemas.
A la energía proveniente de carbón, petróleo y gas, responsable en gran parte del cambio climático por las enormes emisiones de gases de efecto invernadero, se le suma la incapacidad que crea la deforestación para absorber el dióxido de carbono.
Es a grandes rasgos la descripción de las calamidades que atraviesa actualmente nuestro planeta; a la debacle anterior se suma la consideración de qué desarrollo o proceso civilizatorio es crear condiciones de confort con adelantos tecnológicos, cuando se ha plantado el planeta en aras de crear un bienestar artificial excluyente, destruyendo el verdadero hogar que es la tierra. Mas vehículos, mas calentamiento global, mas tala, menos suelos fértiles, mas minería menos disposición de agua potable, mas fábricas mas contaminación de humo y químicos, mas consumo mas desechos; hasta el Monte Everest es un vertedero.
Avaricia humana
Y lo lamentable es que como decía Mahatma Gandhi “La tierra provee lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de cualquiera” pero en la práctica la avaricia de pocos ha dejado a la mayoría sin agua, sin tierras y con los recursos naturales hipotecados en bancas mundiales. ¡Que cuente África!
El planeta esta en poder de pocos, muchas han sido las cumbres, reuniones, acuerdos, tratados, que gastan cuantiosas sumas para agruparse y tomar decisiones que nunca ejecutan porque el poder transnacional y local funciona con el criterio del valor al capital y no con criterios humanistas y ecológicos.
Los intereses mercantiles privan sobre las necesidades colectivas y la naturaleza se destruye obviando que hombre y tierra forma una unidad dialéctica e indisoluble, donde cada laceración a la naturaleza recae a corto o largo plazo sobre la humanidad y es la razón por la cual enfrentamos una crisis hídrica a nivel planetario, donde el vital líquido no es accesible y asequible a millones de personas, por un lado, y por el otro, las embotelladoras proliferan creándose la expectativa de un nuevo coloniaje fundamentado en la apropiación de fuentes de agua,“las riquezas de unos pocos no son proporcionales a los beneficios de la mayoría”. El ecocidio generalizado y muchas veces convertido en ley avanza para mantener grupos de poder o estados en decadencia sistémica.
Los grandes desafíos para detener el avance de la destrucción del planeta pasa por comprender el falso criterio de “proceso civilizatorio” e impulsar nuevas relaciones que conduzcan a la sostenibilidad, donde la gobernanza ambiental sea reclamada con derecho de fuerza y no quede a merced de los negociadores de la vida del planeta y sus Intereses en depredación de la tierra.
**Laura Acosta Directora del El Movimiento Ambiental Abrazados a la Vida