Pocas veces una canción ha tenido tanta repercusión planetaria como la que usó de título. Creo, que el autor, Luis Fonsi, si no me equivoco, imaginó el éxito, pero no tanto.
¿De dónde surge el suceso sorprendente que abarca a todo el mundo?
Para mí, se trata de entender que un universo que vive a ritmo violento, en todos los sentidos, escuchar una voz que nos señala que es despacito que debemos andar por los caminos de la vida, nos da una vía y una esperanza en medio de este desasosiego.
Así, nosotros los venezolanos de hoy, los hay de todas las edades, clases, religiones y posturas, lo que quieren es volver, de una, rápidamente, a la otra vida, en la que no vivíamos en este sobresalto “supuestamente” revolucionario. Dios -creo yo- otros piensan en el destino, la vida y quien sabe cuantas otras posibilidades, puso a los venezolanos en esta terrible circunstancia. Imposible de imaginarlo siquiera.
Se preguntarán mis contradictorios lectores: ¿por qué y para qué? Bueno, mis queridos y amables, contradictorios lectores, porque a los humanos nos cuesta mucho crecer por consciencia, simplemente, lo que sería el ideal: aprender por la toma de conciencia. ¡Ah del humano! La forma como aprendemos y crecemos rápida-mente, de carrera, es mediante el sufrimiento y el dolor. Resulta a veces incomprensible, no lo queremos aceptar, pero es así.
Teníamos el mejor país del mundo, ¿quién lo duda? ¡Sería que no vivía aquí! Crecía de forma maravillosa.
En democracia, las cosas pasan despacito, no se pueden violentar los tiempos. Había problemas, es cierto, en mi opinión, no atribuibles al sistema sino a los humanos. Pero, la gente desesperada y apurada, se decidió por el “proceso…” revolucionario. En la búsqueda de que los problemas se resolvieran rápido: corrupción, inseguridad y trácalas en general. ¡Dios mío, que ingenuidad! Dice, una sentencia latina: “festine rallenti” apúrate despacio, es la traducción. La democracia, no hay dudas, es mejor, seguramente lenta, sin embargo, mucho más segura que la tal revolución. La libertad que necesita el ser humano, solo la garantiza el sistema democrático. El siglo XX, llamado el siglo de las revoluciones, acabó con esa utopía cerrada, la de la revolución socialista. La esperanza para los demócratas es que hayamos aprendido la lección. Eso sí hay que recordarlo: despacito, como la canción.
* Profesora UCV