“No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión, porque si por la transgresión de aquel uno muchos murieron, la gracia y el don de Dios abundaron para muchos por la gracia de un solo hombre, Jesucristo”. Romanos 5:14-15
Si usted lee el Antiguo Testamento, a partir del tiempo de Adán al tiempo de Moisés, usted verá (con excepción de Enoc), que todos murieron. ¿Murieron ellos porque violaron la ley y pecaron? Por supuesto que no, porque la Ley no fue dada hasta el tiempo de Moisés – sin embargo, morían. ¿Por qué? A causa del pecado de Adán – su transgresión – su rebelión contra Dios en el Jardín del Edén.
Si Adán (el primer hombre, quien fue un modelo del que habría de venir») trajo al mundo toda clase de problemas – pecado, dolor, y muerte – entonces ¿cuánta más gracia ha amontonado Dios sobre nosotros por el «regalo que vino por la gracia de un hombre, Jesucristo»?
Mire esto de esta manera: Mi hija es una cocinera realmente buena, ella me ama mucho, y ella sabe cuánto me gusta comer. A la hora de comer, me sirve una porción de lo que ha preparado – no una pequeña cantidad, flacucha, sino una tan enorme que mi plato se desborda. ¡Nuestro Padre en el cielo es aún más generoso que Yuly – Sus porciones de la gracia «abunda sobre muchos»! Jesús amontona el favor inmerecido de Dios sobre todos nosotros. El primer Adán falló – él nos defraudó. Sin embargo, el último Adán – Jesucristo – ha derramado Su vida por nosotros. ¿Por qué? A causa del regalo del Padre, de amor inmensurable y gracia que se desborda.
En la medida que estudio las Escrituras, más comprendo lo que significa lujuria, codicia, envidia, chisme – y más me doy cuenta de cuánto necesito permitirle al Espíritu Santo que me ajuste a la imagen de Cristo. Lamentablemente, no importa cuán duro lo intente, nunca lo lograré correctamente. ¿Significa eso que no debería intentarlo? Por supuesto que no. Esto sólo me avisa cuánto Dios me ama porque Él ha provisto Su propia justicia para mí en Cristo Jesús. ¿Ha aceptado usted la justicia de Dios? ¿Le está permitiendo usted a Dios que haga Su obra en y a través de usted?
Fuente: Liga del Testamento
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