José Rojas
joserojastrejo68@gmail.com
“Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo y enseñaban. Entre tanto, vinieron el Sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al Concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que los trajeran. Pero cuando llegaron los guardias no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, diciendo: «Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro». Cuando oyeron estas palabras el Sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.” (Hechos 5: 21-24)
El sumo sacerdote (y sus acólitos) tenían una gran confianza en su plan. De hecho, tanto así que convocaron a la asamblea de los ancianos de Israel en pleno, solamente para encontrarse con que Pedro y Juan estaban ya detenidos en la cárcel – a pesar del hecho de que la puerta estuviera cerrada y el guardia estuviera todavía en su puesto. Ellos tenían toda razón para creer que Pedro y Juan estarían allí. Pero no estaban. Dios tenía planes diferentes.
Cuando el capital de la guardia del templo se confrontó con lo milagroso, cayeron en confusión. “¿Qué paso aquí? ¿Dónde están? Estaban aquí anoche, ¿qué les ha sucedido?” Una vez que habían procesado el hecho de que Pedro y Juan habían desaparecido, la próxima pregunta que se hicieron fue, “¿Qué va a suceder ahora?” En otras palabras, “¿Qué significa esto? ¿Acaso deberíamos cambiar nuestra manera de ver las cosas o nuestra dirección? ¿Hemos acaso olvidado algo importante?” Desafortunadamente, ellos no se permitieron a sí mismos el contestarse esas preguntas, de otra forma nuestra historia hubiera tenido un final diferente. En su lugar, ellos volvieron a su propio plan, a pesar de los grandes vacíos y de tantas preguntas sin respuestas.
¿Te has sentido alguna vez confundido cuando un plan que habías pensado que era perfecto, no funcionó y fuiste dirigido en una dirección completamente diferente? En la medida que nuevos eventos comenzaron a tomar forma también te preguntaste, ¿Qué va a resultar de todo esto? Si es así, entonces probablemente has tenido una experiencia de Dios –una intervención divina en tu vida.
Dios está vivo, activo, y se interesa por nosotros. Cuando nos salimos del camino, Él interviene. Él usa estas intervenciones o interrupciones para instruir y corregir, así como para regresarnos a las filiaciones y relación con Él. Con tanta frecuencia quedamos atrapados en nuestras propias tradiciones y rituales, como el Sanedrín, que nos alejamos completamente de Dios y de Su Plan.
Cuando Dios interviene, ¿Pasas por alto lo milagroso y regresas a tus propios planes? O haces una pausa y en oración consideras la pregunta: ¿Cuál es el propósito de Dios con esta interrupción? El que tu plan se una con Su voluntad, es la respuesta.
Fuente: Liga del Testamento
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