La usurpación tiene a un costado de su envase de miseria -además de los ingredientes agriados de este sistema del caos-, la fecha de vencimiento. Ya no son suposiciones ni ansias contenidas de quienes deseamos con la tolerancia rebasada, que estos malandrines abandonen el trono de Miraflores.
No es en ningún caso un capricho de redacción. Mucho menos una proclama espiritual, aunque sea necesaria en estos tiempos en que a la fe la han empañado los acontecimientos.
La revelación del tiempo límite de Maduro proviene de un almirante norteamericano. Craig Faller lo dijo con soltura y con una tranquilidad pasmosa. No se reservó el impulso por mencionar el escenario y las posibles situaciones a sobrevenir, aunque ahorró en detalles, propios de los estrategas militares.
Corroboró las afirmaciones del presidente Trump de contar con las opciones sobre la mesa. También de estar listo el ejército ante cualquier decisión por parte del regente de la nación norteamericana.
Faller está al mando del Comando Sur de los Estados Unidos. Ha estado imbuido con determinación en este proceso de desarraigar del poder a Maduro y sus secuaces.
Pero lo más importante de la intrepidez de las declaraciones de este almirante fue el mencionar sin mayores aspavientos, un momento preciso para asumir una acción militar en Venezuela.
Ha puesto límites a la paciencia y ha dado como fecha culminante al final del año. No sorprende el punto para actuar, sino el que lo informarse sin grandes formalidades. Nos dejó convencidos que podemos tener una fiesta dura de batallones para recibir el año 2020.
Emitió a la revista “Foreign Policy”, con una claridad sorprendente y enroscado en sus propias verdades, que “en los altos escalafones del ejército estadounidense existe el convencimiento de que la crisis de Venezuela podría solucionarse, no solo con las presiones diplomáticas y las sanciones económicas aprobadas hasta ahora por la Casa Blanca”.
Sabemos de sobra que hay una visión clara para acabar con la tiranía venezolana. Tal vez sea una advertencia más que un vaticinio. Pero siguen suscitándose sucesos para apostar a una salida por presión externa e interna y evitar la irrupción castrense internacional.
No solo la OEA tuvo el atrevimiento y la valentía de sus miembros para reconocer a Gustavo Tarre, como representante permanente de la Asamblea Nacional ante esta organización, sino el propio vicepresidente norteamericano, Mike Pence, solicitó en una sesión especial del Consejo de Seguridad de la ONU, el reconocimiento a Juan Guaidó como única autoridad legítima de nuestro país.
La nación estadounidense continúa con su oficio disciplinado por hacer mella en la compostura del régimen. Evita con sanciones a buques que se siga regalando el petróleo a Cuba. Adopta una vocería incesante, categórica y firme ante el caso venezolano. Vigila con lupa escrutadora las operaciones indignas de los jerarcas de Miraflores y hace movimientos maestros en sus estrategias para no dejar dudas, que la dictadura tiene los días contados.
No es casual la captura de Hugo Carvajal en España. No sé si se realizó con un acuerdo tramado en intereses o ha sido casual, después que este narcogeneral despotricara de Maduro recientemente. Lo seguro es que tendrá mucho por decir a quienes llevan el caso de la realidad nacional.
Podemos reiterar que el final de la desgracia venezolana está cerca. No lo esperaremos acodados en el balcón ni con la mesa servida para los brindis. Antes se generarán hechos para presionar a estos inescrupulosos y salgan con pies en polvorosa, dejando los trastos en el fregadero.
Es cierto que la incertidumbre duele en el diario acontecer. Se complica con apagones, hambre, sed y carencias de todo tipo. Pero es fundamental el estar claros que las decisiones están tomadas para la salida de la usurpación. No será fácil, pues todavía les queda una lista de atropellos por cumplir. Seguirán buscando bastiones para el desconsuelo y el atosigar más a un pueblo con los ánimos confusos.
Harán esfuerzos por darle durabilidad a su infeliz sistema. Pero los chasquidos del reloj le presagian un tiempo definitorio. No les queda mucho y las traiciones acaecerán ante la presión. Nos queda revestirnos de fe, fortaleza y de una práctica inquebrantable, para preparar nuestros pulmones para los gritos de libertad.
- Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”