<Uno desprecia a quienes alcanzaron una gloria falsa, pero así mismo desprecia el combatirlos con sus propias armas> Elias Canetti. Masa y poder.
Ciudadano es un término que en Venezuela circula sin contenidos claros, igual al de comunidad. Son términos destruidos y vaciados de significación originaria tal como son concebidos por los textos donde se enseña la política, el derecho, la sociología o la filosofía. Por ejemplo, comunidad es en Venezuela una fiesta de amigos, un templete en la calle, una cola para recibir las migajas que el gobierno reparte como bolsa alimentaria. Incluso la oposición habla de Asamblea de Ciudadanos para mostrar su política. ¿En verdad todos allí son ciudadanos? Mientras ciudadano es una palabra de saludo, una cita al texto constitucional, pero en sus vínculos con tolerancia y autonomía como valores de apoyo a una real conducta de ciudadanía, eso no existe. Signo común de destrucción social de todo autoritarismo y dictadura es negar la autonomía, la tolerancia y por efecto directo la libertad. De allí que desde el ejercicio del poder el autoritario diseña estrategias discursivas para anular toda huella de ciudadanía previa y así legitima el grito de la masa, el bochinche del hombre masa, el desorden callejero, la anomia colectiva: basura en la calle, botes de agua en las casas, irregularidad del transporte público, uso de vehículos oficiales para que la familia del gobernante haga sus compras, uniforme con logo del partido de gobierno en las oficinas públicas. Pudiera dar otras señales, pero agotaría estas notas. J. J. Rousseau, el mismo que como mercenario escribía una cosa y practicaba otras dijo que el niño nace puro como naturaleza y el maestro lo corrompe. Pienso que es aquí donde los autoritarismos son más dañinos, pues privilegian al sujeto que enseña como cualquier sujeto que debe dejar hacer al niño lo que sea y así mismo se comportan como padres facilitadores de la anomia antes descrita. En ese medio se ignora que el ser libre, autónomo y responsable implica juegos de verdad desde el respeto por el otro y es desde donde se puede hablar de una ciudadanía activa y de una idea de comunidad con derechos. Esto porque el derecho como discurso del texto constitucional no se hace visible y efectivo sin sujetos responsables y a su vez ciudadanos activos. Esta ausencia en la Venezuela de estos tiempos no se llena solamente cambiando la piel de los gobernantes, antes es necesario hacer una cartografía de los derechos posibles y los valores en circulación. No basta estar en un lado o enfrentando al gobierno. Tampoco ser gobierno ha sido garantía ni con decretos y bultos de páginas inundadas de tinta nombrando ciudadanía y derecho. Esta reflexión no se observa aún con fuerza en textos serios y eso tiene sentido, pues ahora la resistencia no es de discursos axiológicos sino de largas caminatas para encontrar comida y medicinas sin morir en el intento. Todo el mal que nos invadió anula la idea de ciudadanía y comunidad. En esto el gobierno de turno es un ejemplo a seguir por cualquier dictadura o autoritarismo que se precie de serlo. Es nuestro actual producto de exportación y por eso el temor de naciones civilizadas ante ello. Saque sus conclusiones.