Ya va a repicar la media noche. El día ha estado con mucho calor humano. La conversación con los estudiantes, “jardín de nuestra alegría”, ha sido franca. Ustedes habitan el horizonte, prolongan la universidad y el universo hacia adelante.
Del otro lado del atardecer se encuentran los que “avanzaron hacia atrás”. Pablo comenta con su jocosidad de siempre, no le hagas caso. Ellos ofrecen zapatos a los que necesitan, compran el caminar del otro. Nosotros en cambio debemos hacer un proyecto de fábrica de zapatos, tener nuestra propia fábrica. Es una inversión metonímica diría en una de sus clases, se trata del todo por la parte. El demagogo, enfatiza, cubre la necesidad del momento.
No trabajemos por necesidad sino por proyecto. En la página 114 de mi libro Escritos desde la Orilla (2013) lo decíamos así: La nueva universidad debe atreverse a ser interdisciplinaria y alternativa a los modelos del dominio del saber y del control del poder. En cuanto a la participación académica, los grandes programas de estudio deben estar sustentados en esta condición de interdisciplinaridad en base a los siguientes objetivos: 1.- Participación activa por proyecto interdisciplinario 2.- Sólo tal participación determina la permanencia 3.- Evaluación de resultados en cuanto a métodos, resultados teóricos y sociales. 4.- Participación gratuita. 5.- Programas complementarios de formación en base a grandes Áreas: Memoria de los pueblos e historias locales. Tecnologías no contaminantes. Cuáles Tecnologías Industriales y producción de energía. Agricultura Orgánica. Lenguas del mundo. América y sus lecturas. Historia del planeta. Ecología, ciencia óptima. El saber y la política. Físicas del movimiento y del espacio. Cómo salvarnos en y a la tierra. La empresa de la comunidad y el bien común. Ética, responsabilidad y organización social.
La fábrica de zapatos fabrica zapatos para caminar con la cortical del pensamiento, verse en el horizonte como propiedad de un movimiento de conciencia capaz de convertir a la universidad en una “zona de comprensión”. Esto implica superar la infantilización y el juego de los odios. Darle la razón a Pablo y andar y andar los caminos.
“Profe lo escuché hablar ayer, es cierto no tenemos espacios para la cultura”. Además de salir a “cazar los recursos” para solucionar problemas urgentes de la universidad colapsada surge la necesidad de modelizar y realizar el auditorio de la villa universitaria. El bachiller Rafael Rangel sonríe y levanta la mirada, voltea la mirada y señala “allá ha de ser”. Este es el horizonte que estamos abriendo para hacer grandes cosas. No hay oídos para palabras odiosas, hay ojos para develar el horizonte.
La otra casa, la de arriba, es el centro de postgrado más importante de la región. Rangel le sugiere a Cárdenas, también hay que meterle el hombro para levantarse hasta el infinito. Hay otros lugares, Boconó, Valera, Monay. Avancemos hacia adelante. Cuatro salas: La sala de interpretación, la sala de proyectos, la sala de la reunión y la sala de los encantos para una nueva mudanza.
No nos distraigamos más en asuntos de la guerra civil entre venezolanos. Aprendamos de zapatería y astronomía.
Zapatero: Arreglo los zapatos por el camino, gasto las zuelas de los zapatos y las arreglo para seguir caminando. “A la orilla del camino hay una silla que te invita a descansar”.
Astrónomo: Dícese de la capacidad de mirar otras galaxias. Una estrella siempre guía nuestro horizonte. Juntemos los horizontes.
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