Juancho José Barreto González
proyectoclaselibre@gmail.com
Este trío podría ser la base humana del nosotros participativo, encontrados en los “conmigos” y “contigos” entretejidos y sumergidos en el quehacer humano. “Primero debo pasar por mí para encontraros en el camino. Mí consigo y el tuyo pudiera ser la unión para nosotros, este conjunto hecho pedazos por las circunstancias de la vida biológica y política. Quedarse en nuestro conmigo es pretender ser único en el mundo de la egolatría. Trato de verme, de conseguirme en el campo abierto y poliglótico de los nosotros en el horizonte”.
A veces sentimos el vacío dentro, revolviendo tempestades. Otras, dolidos por el dolor, nos abrazamos en la lágrima conjunta que algunos sentimos como signo de sentimiento alrededor de alguien que se ha ido en vuelo infinito. La duda del regreso la dejo para después. Me interesa reconocer la parcela humana que se crea y se recrea cuando nos duele algo y los caminos de su resolución. Tal vez sea un hiato entre la vida y la muerte, esa “y” que teje y entreteje, que conecta en toda cultura la vida como permanencia y abandono.
Somos los únicos seres que enterramos a nuestros muertos y tratamos de conservarlos vivos en nuestra existencia. “En lo humano el dolor no debe quitarle espacio a la alegría sino reconocerla como ámbito de disipación y olvido de los “dolores que matan”. Un mundo, una sociedad sin disipación del dolor, es un vértigo sin resolución, una absoluta inestabilidad eficaz que le quita vida a la vida. “Si la muerte me encuentra quiero estar vivo para reconocerla en mi consigo, en mi último pálpito, la última pulsión”. La que nos podemos reservar para ese instante que “no nos sabemos”.
Conmigo voy caminando hacia el nosotros. Se reduce o se amplía de acuerdo a las condiciones del día y de la noche de cada día. No soy un Dios para determinarme en ese instante, sólo espero cada vez, prolongar el ámbito de relaciones con el mundo habitado y sensible.
Las posibilidades del paraíso terrenal se reducen por lo insensible de ese conmigo, consigo y nosotros. La patria de los pedazos quema los hilos comunicantes, nos hiere insensiblemente. Los poderosos se abrogan el poder de salvarnos o condenarnos. La persona, al perderse en ese laberinto, se pierde a sí misma, su consigo desaparece en mi conmigo. La cultura de la muerte nos ha metido en su duelo diario, un mundo cotidiano que se repite en el dolor insensible del dolor humano. Se vuelve distracción sin compromiso mientras los consigos vuelven a nuestros conmigos culpables. La cultura humana debe crear posibilidades en el nosotros entretejido. Si no lo hacemos, seguiremos recogiendo pedazos, nos convertiremos en unos eternos recogedores de pedazos.
“Entonces, regreso conmigo. No soy el centro, pero si el punto de reunión de mi conmigo roto, dolido, derrotado por la tristeza. Sé que mi espíritu es un pagamento especial que puede unirme conmigo, consigo y nosotros. Si todo pasa por mí, yo decido la ruta, debo aprender cada día y asumir las consecuencias. Una podría ser, estar con un contigo plural, asimétrico y trascendente”. Es importante una cultura y una filosofía antropológica para dispersarnos en el horizonte como iguales. Allí, cada quien crecería en el encuentro de esta tríada humana del nosotros constructor de un nosotros sentido, sentimental, comprometido con la vida desde la vida.
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