Café que alienta y calienta

Trujillano que se respete, no sale a la calle sin haber tomado antes su taza de café caliente.

 

POR EVER GARCÉS

En Trujillo, al igual que en toda Venezuela, tomarse el tradicional cafecito es una de las costumbres más arraigadas entre el pueblo. No importa si estás en la ciudad, el campo o la montaña, desde bien temprano se sirven una taza de café bien cargado para iniciar bien la jornada. A lo largo del día pueden tomar más dosis o bien como acto social o para mantenerse activos en el trabajo. No es extraño tampoco que en reuniones informales, la conversación se alargue hasta tarde, siendo el café ese combustible que amenice la noche.

Bien sea colado en manga, como lo hacían nuestras abuelas, o en las modernas cafeteras, el café siempre está presenta en los hogares venezolanos. Hay mucha variedad a la hora de preparar o pedir un cafecito: negro, tinto, cerrero, fuerte, doble, cargador, trasnochador, recolao, guayoyo, guarapo, mediano, negrito corto o fuerte, marrón, con leche con canela, entre otras variedades.

 

UN PRODUCTO DE PRIMERA NECESIDAD

El café no puede faltar en los diferentes momentos del que hacer diario. Según la costumbre de cada persona y el lugar donde se encuentre, a cualquier hora del día, desde el desayuno hasta la cena, es casi obligatorio tomar una taza de café después de las comidas. Temprano en la mañana, en el trabajo durante la jornada laboral, con un cigarrito, con los amigos para acompañar penas y alegrías, para deleitar un rico postre, en la tarde, antes de la cena e incluso después de ésta, el café es un fiel acompañante de aquellos cuyos oficios les exige permanecer despiertos toda la noche.

Al paladar de los trujillanos, 80%, les gustan los cafés suaves, aromáticos y dulces, y fuimos bendecidos porque actualmente el café cultivado en nuestro estado es considerado el mejor café e Venezuela. Las preparaciones caseras más habituales de café son el “guarapo” o “café claro”, y el café con leche con espuma. También en las cafeterías disfrutamos de otras más internacionales como son: Capuchino (Café con leche con abundante espuma) y Mocachino (Café marrón con cacao).

En nuestros hogares venezolanos, el café ocupa un importante hábito de consumo, asociado a las prácticas alimenticias, así como también a las relaciones interpersonales. El café se comparte a toda hora con los vecinos, amigos y familiares. El consumo de café está muy arraigado a las tradiciones y costumbres familiares.

Dependiendo del poder adquisitivo de los consumidores, de las preferencias, costumbres y/o tradiciones familiares, el café se elabora de diversas maneras. Se usan cafeteras de presión tipo italiana comúnmente conocidas como greca. Otros utilizan cafeteras de goteo o eléctricas con las cuales pueden hasta planificar automáticamente la preparación del café. Los más tradicionales, y generalmente en los pueblos y campos, el café se cuela pasando agua hirviendo sobre una manga de tela con café molido.

 

Un café para cada gusto

En Trujillo, el café se consume tostado y molido, y con muy poca frecuencia soluble o instantáneo. Este último, es más popular en la población joven y en aquellas personas que prefieren la comodidad o simplemente no tienen tiempo para dedicárselo a la elaboración que requiere un buen café. Habitualmente, tomamos el café muy dulce. Se le añade una buena porción de azúcar, algunos prefieren endulzarlo con panela.

Así mismo, es frecuente que en los hogares el café se prepare guarapo o guayoyo, es decir, menos concentrado. Sin embargo, en la calle el café de máquina o expresso, generalmente se toma con leche espumosa lo que le da a la bebida una consistencia cremosa. Además de su alto consumo en los hogares,  el café se toma con gran frecuencia en la calle.

A toda hora las panaderías, estaciones de servicio, restaurantes y cafeterías ofrecen una buena taza de café.  Otra manera muy popular para adquirir un cafecito son los “marchantes del cafecito”, hombres y mujeres, quienes en sus hombros llevan un cajón de madera con termos de café casero. Ellos recorren las zonas más populosas y transitadas de la ciudad, incluyendo las enormes colas que se forman por determinada precariedad en este país tan convulso de los últimos años.

 

EL DATO

 

El café ha constituido en la economía trujillana el principal rubro de producción agrícola durante los siglos XIX y  XX . Don Tulio Febres Cordero en su obra Archivo de Historia y Variedades señala que el café llega a Trujillo en el año 1801 traído por Francisco de Labastida de Chacao, quien planta su huerta en Mendoza Fría, comenzando así la era del cafetal trujillano

 

TESTIMONIO

 

Jannina Poján y Paraconi Acosta, directores de la Escuela del Café, comenta algo interesante respecto al origen etimológico de la palabra guayoyo. “Se dice que es un sonido indígena, en teoría significa algo así como ‘agua sucia o manchada’”. De igual manera, comenta que el método de preparación procede de colonizadores españoles. Señalan que la bebida estuvo presente en la gesta de independencia de Venezuela. “Entre los pocos registros que existen de esta bebida, hay una referencia de la época independentista de Venezuela, cuando nuestros próceres, al terminar sus reuniones de estrategias, terminaban dichos encuentros con un humeante guayoyo”.

 

 




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