«Todo comienza por el futuro” decía Heidegger. La existencia auténtica es la marcha de la vida con sentido, como proyecto, como proyección, como camino.
Hoy 9 de octubre es un buen día para reflexionar sobre el Estado Trujillo y sobre su capital. Dos 9 de octubre representa lo mejor para los sueños del porvenir que deben marcar las tareas de los trujillanos de hoy. El primero en 1557 significó el empeño fundador que desplegó energías hasta hacer de la ciudad primigenia una de las más importantes de estas nuevas tierras. El segundo en 1810 encarnó el anhelo autonomista de unas generaciones que se consideraban maduras para adelantar la escritura de su propia historia. Nos falta el tercer 9 de octubre, que debe ser el día en que recuperemos que la idea de que el futuro forma parte sustantiva de la identidad.
Una constatación importante es la jerarquía que en aquellos años emblemáticos alcanzó la noción de proyecto como algo que caracterizó a esos «Trujillos”. Aprehendieron la realidad y soñaron con sentido de totalidad y plenitud, elementos que caracterizan todo proyecto ambicioso. Cada uno de los «Trujillos» soñados el 9 de octubre de 1557 y el 9 de octubre de 1810 testimoniaron su fervor no solo con palabras, sino con la aparición de una élite trujillana que supo entender su rol como creadores de la historia. En fin, esos trujillanos hicieron de nuestra morada, un lugar donde el pensar futuro encontró hogar.
¿Cómo rescatamos la noción de que todo comienza por el futuro, en unos lugares que deben mejorar sus miradas hacia adelante? Un buen paso será reconquistar los simbolismos que asociaban al futuro con Trujillo. Rescatar la capacidad de soñar. Tejer nuevas historias.
Siento que en el fondo de eso que llamamos Trujillanidad, está el sentido de comunidad de comunidades, los sentimientos de autonomía de sus diversos paisajes en armonía con la unidad de la entidad cultural y política que parte de su geografía, del carácter de las tribus aborígenes y de los primeros pobladores y que se ha venido consolidando con el tiempo, a pesar de todas las tendencias centralizadoras.
Podemos mantenernos en la rutina, como los trujillanos que se dejaron atropellar por el pirata Granmont hace trescientos treinta y seis años, y ser víctimas de nuestra propia carencia de audacia. Pero es preferible recoger los mensajes que nos entregan los ilustres trujillanos de ayer y hoy, y decidirnos a cambiar el rumbo que nos trae el tiempo y producir con nuestra voluntad un punto de inflexión.
El 9 de octubre que nos falta no puede ser otro que el grito colectivo que logre reunir las energías positivas acumuladas desde hace 200 años para – afirmando el noble carácter de la Trujillanidad – lanzarnos a la conquista del Trujillo posible que nos merecemos. La clave del 9 de octubre que debemos forzar está en aquellos valores que debemos conservar, para que las necesarias y audaces innovaciones estén bien enraizadas en el fecundo suelo que se fue formando desde aquella noble y remota nación Cuica, consolidada en el fecundo mestizaje que se desplegó desde la Colonia y aún continúa.
Seguramente lo primero sería reforzar las conversaciones que emergen para repensar a Trujillo desde las iniciativas en marcha, como las organizaciones de la sociedad civil, los gremios empresariales y determinadas empresas de vanguardia, los sectores políticos y gubernamentales, las universidades, los colegios profesionales, los periodistas y medios de comunicación, la iglesia católica y credos religiosos y todos aquellos que se quieran sumar. Se trata de poner en la agenda de nuestras conversaciones la necesidad de ponernos de acuerdo en relanzar un nuevo 9 de octubre. Un relanzamiento histórico de Trujillo.
Hay asuntos que son evidentes, que nacen y se refuerzan de las conversaciones:
- La primera es un consenso sobre la ruta estratégica a seguir, tener este mapa de caminos nos hace falta pues debemos estar claros en el rumbo que nos une como colectividad. Se puede ir consensuando pues hay coincidencia en diversos puntos, por ejemplo,en los valores de la Trujillanidad, y también los más importantes demonios o amenazas que debemos enfrentar. Tenemos que crear una alianza para el desarrollo integral del estado Trujillo.
- Un tema evidente es afianzar nuestra identidad trujillana y armonizarla con los nuevos tiempos, en un sabio desafío de tradición y vanguardia, como en la mayoría de los lugares exitosos en el mundo. Tenemos que incorporar al estado Trujillo a la sociedad de la información, sin perder nuestros valores, y eso requiere unos servicios de energía y conectividad impecables, así mismo gente preparada.
- Sabemos que la ruta económica está por los lados de la producción agroalimentaria y el turismo tejido alrededor de nuestros recursos escénicos, climáticos y religiosos, junto a las innovaciones que emerjan de la creatividad humana.
- Hay el convencimiento que debemos avanzar para lograr mejorar la educación trujillana al más alto nivel. No sólo el sistema escolarizado, toda la sociedad trujillana debe ser una comunidad educadora.
- El Estado Trujillo debe asumir la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible como la guía orientadora de todo su accionar, insertándonos de manera eficiente en los diversos mecanismos multilaterales de cooperación para el desarrollo.
Podemos trabajar en la idea de que el próximo 9 de octubre de 2023 sea el punto de partida del renacer de Trujillo.