Por: José Luis Colmenares Carías
En nuestras relaciones con el dinero, por lo general, cuando las cosas no van bien y vemos lo difícil que es alcanzar un objetivo tendemos a recortar expectativas, a “desplazar la carga” ó entrar en la narrativa de la retórica de la culpa. Son acciones que se hacen visibles cuando tenemos que reflexionar y buscar respuestas a los temas y tonos emocionales que nos emergen como individuos en esos procesos.
La vía fácil es tomar “el camino de la vereda tropical”, dirigir la mirada hacia afuera, “correr la arruga”, como dirían algunos, cuando las cuentas no cuadran y así proyectar las responsabilidades en terceros; en la familia, los vecinos, el gobierno, la empresa, entre otros. Lo difícil, y a veces doloroso, es mirar hacia adentro y preguntarnos de dónde proviene la situación y la molestia que la relación con el dinero nos presenta.
Estas complejidades se agudizan cuando las acciones en el uso del dinero (gasto, ahorro, inversión o transferencias a terceros) empiezan a afectarnos en nuestros resultados y se convierte en patrones de conductas, como formas repetitivas que, por lo general, tienden a ser inconscientes y que se asocian, por ejemplo, a: resultados de experiencias pasadas, de nuestras historias de vida, sistemas de creencias, procesos emocionales abiertos o influencias sociales y culturales, entre otras. De esta manera entramos en lo que hemos reconocido, en otros artículos, como el complejo del dinero, siendo el patrón una manifestación externa de ese complejo.
Las expresiones de esas relaciones, entre los patrones de conducta y el complejo del dinero, lo vemos en comportamientos asociados a gastos compulsivos, ahorro excesivo con altos costos de oportunidad y evitar hablar del dinero, por ansiedad y por miedo. También, cuando se asocia el dinero con el poder, el estatus, ó la dependencia de la autovaloración al dinero.
Una de las acciones más complejas es reflexionar y tratar de buscar qué se oculta, detrás de lo que no nos está saliendo bien. Esto implica tomar consciencia de lo que no queremos o no podemos ver, desde nuestra individualidad, tratando de sostener la tensión sobre estos procesos y con lo que se manifiesta, tanto en la vida doméstica, laboral, educativa y comunitaria.
Si has podido reconocer la compleja relación con el dinero y las dificultades que se están presentando, lo has podido aceptar y tomar consciencia de ello (eso que se reconoce como darte cuenta, en el aquí y ahora) quizás puedas avanzar identificando los patrones y creencias, reflexionando sobre tu historia con el dinero, observando tus hábitos, identificando y entrando en contacto con tus emociones asociadas a la relación e intentar llevar un diario, donde puedes anotar los usos que les das al dinero, tus pensamientos y las emociones asociadas.
Además, puedes desafiar aquellas creencias negativas en la relación, cuestionando tus pensamientos, reemplazandolas por afirmaciones positivas, buscar ejemplos de personas que hayan superado estas dificultades y cambiar tus hábitos financieros, creando un presupuesto, reduciendo tus deudas, realizando ahorros equilibrados, aprendiendo sobre finanzas personales y buscando apoyo profesional.
No olvides agradecer por lo que tienes, enfocarte en las oportunidades y practicar la generosidad. Recuerda, cambiar tus patrones de conducta lleva tiempo y esfuerzo lo cual demanda constancia, paciencia y celebración de los pequeños logros. Ten presente que mientras más inconsciente se nos viene la vida más misterioso se nos hacen las relaciones con el dinero.
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