Confiados no sin la expectación provenida de las caprichosas circunstancias, con la esperanza a flor de piel, nos aproximamos a los cruciales días de enero. Cuando realmente ha debido ser de otro modo, digamos con algo de certidumbre y tranquilidad, sin suspensos. Pero ni modo, tan solo comentarios y suposiciones bullen y energizan la imaginación de cada venezolano entre fiestas y alegrías decembrinas, realidades y sueños siempre postergados.
Pero lo importante es estar en el lugar de los hechos y posibles acontecimientos, donde habrán de producirse, según lo determine la participación de cada uno, las condiciones propicias de ese renacimiento tan esperado por diversas capas de nuestra sociedad; ansiosa de ver con optimismo y entusiasmo el torrente cauce del río social venezolano convertido en mansedumbre, desentendido de la turbulencia social, del sufrimiento y el sobresalto; bien dispuesto a sanarse de las múltiples heridas, a conceder espacio a la concordia, al enseriamiento principalmente político en su sincera actitud de edificar la Venezuela deseada por grandes y pequeños, ricos y pobres, creyentes y no creyentes, blancos y mestizos, oficialistas y opositores.
Venezuela, lamentablemente, ha venido repitiendo su historia, más explícitamente, sus tiempos conflictivos e indeseados. Al siglo XX llegamos tardíos extendiendo por más de un cuarto de centuria las desventuras del XIX, seguidos de envalentonamientos autoritarios y deposiciones de la incipiente democracia; y al XXI, como se ha mostrado al mundo, con acentuado antagonismo, incertidumbre y quebranto nacional. Esto muestra, ni más ni menos, la existencia de serios problemas en la ciudadanía venezolana, mapeando en la fisonomía política: lapsos, eclipses y lunares protuberantes en una historia republicana inmerecida.
Aunque a veces imaginamos —impotentes o dominados por la excesiva y contraproducente realidad— a un Dios desentendido del drama y el infortunio humano; muy atento y dispuesto a echarnos una mano como civilización siempre y cuando demos la talla en la difícil tarea de nuestra organización social, de concientizarnos en la idea de convertirnos en seres nuevos, deslastrados de vicios y resabios, distanciados del individualismo y de posturas prepotentes desenfocadas de la unidad y el equilibrio necesario, de los grandes problemas por resolverse si queremos sobrevivir como especie y trascender hacia el extenso futuro.
Sospechamos de una Divinidad decidida a exigir mejor comportamiento social y político si en realidad no se desea cerrar el capítulo existencial, para dar paso a otra civilización interesada en intentar colectivamente la salvación, en una repetición de ciclos de autodestrucción e intentos de sobrevivencia, de vida y muerte
También suponemos tener contados los días y años, siglos y milenios, para salir adelante o claudicar; en la titánica tarea de organizarnos y tolerarnos, de alcanzar tecnologías si queremos contar con la Energía necesaria y requerida por millardos y millardos de habitantes, in crescendo; condiciones sine qua non, no solo a objeto de sobrevivir y vegetar o pasear por el espacio interestelar como civilización, sino con la responsabilidad de seguir escalando los peldaños de la empinada escalera dispuesta por la arquitectura celestial, lo cual requiere de principios y cualidades, y por supuesto el desecho de las necias actitudes ego-etnocéntricas; verdaderas e indesechables garantías en la búsqueda de la ansiada interacción con otros seres; y seguir siendo parte del firmamento, siempre acariciando la posibilidad de estar tan próximos como podamos de la Verdad cósmica; acerca de nuestra razón de ser y el significado de querer reafirmar la indefinida existencia.
…
La Venezuela 2025
Esfuerzos de continuo
hacemos; para vislumbrar un poco
el austero camino
que sin certeza a todos
nos aguarda aunque haya reacomodo
en las instituciones.
De seguir igual; estamos muy claros
de lo que hay, y hacia dónde
seguimos caminando.
La razón colectiva no ha fallado.
Si hay cambios favorables;
no importa lo incómodos que
[estos sean
si han de ser temporales
y solución presentan
a los más preocupantes problemas
que impiden, dificultan,
la conformación de una Venezuela
democrática, justa,
así como se sueña:
¡próspera…, y feliz por dondequiera!
L A V P
…
Se aceleran los latidos, algo más cuando el oficialismo —en vista de su aspirada investidura presidencial— se ha declarado en movilización anticipada y extendida al 10E; no porque hayan planes predeterminados de desestabilización o enfrentamiento; no, sino al pensar en la anunciada venida de Edmundo González y otras personalidades del mundo político decididas a acompañarle en su deseo de lucha al querer aclarar sobre lo ocurrido el 28/7.
No es para menos; la expectación cunde mucho más en la medida de preguntarnos cuál será el rol del liderazgo nacional. De los responsables de las instituciones: autoridades de los ‘poderes’ públicos; gremios, partidos políticos, estudiantes, eclesiásticos; y, sobre todo, de las fuerzas de seguridad y el orden. Pero suponemos; de todos modos, unos acontecimientos sin ánimos tan caldeados; con la cordura necesaria de los participantes, lejos de intenciones aviesas o temerarias; más bien reafirmando —pese a las posturas encontradas e infranqueables— la civilidad, el deseo mismo de buscar la mejor salida para los venezolanos. Dios bendiga a Venezuela.
Divertida Nochevieja, y venturoso Año Nuevo
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