Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
El notable filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970) escribió muchas obras y una de las más importantes se titula: ‘La Conquista de la Felicidad’ (1930).
En esa obra analiza una serie de factores que inciden en la desdicha o en la dicha del ser humano. Después de analizar detalladamente esos factores, Bertrand Russell insiste en la importancia de no vivir ensimismado (no vivir centrado en sí mismo) y por eso recomienda tener un interés real por el mundo exterior.
Veamos primero las propias palabras de B. Russell: “Por tanto, deberíamos proponernos, tanto en la educación como en nuestros intentos de adaptarnos al mundo, evitar las pasiones egocéntricas y adquirir afectos e intereses que impidan que nuestros pensamientos giren perpetuamente en torno a nosotros mismos. Casi nadie es capaz de ser feliz en una cárcel, y las pasiones que nos encierran en nosotros mismos constituyen uno de los peores tipos de cárcel. Las más comunes de estas pasiones son el miedo, la envidia, el sentimiento de pecado, la autocompasión y la auto-admiración. En todas ellas, nuestros deseos se centran en nosotros mismos: no existe auténtico interés por el mundo exterior, sólo la preocupación de que pueda hacernos daño o deje de alimentar nuestro ego (…) Que otros te quieran es una causa importante de felicidad; pero el cariño no se concede a quien más lo pide. Hablando en general, recibe cariño el que lo da. Pero es inútil darlo de manera calculada, como quien presta dinero con interés, porque un afecto calculado no es auténtico, y el receptor no lo siente como afecto verdadero. ¿Qué puede hacer un hombre que es desdichado porque está encerrado en sí mismo? Mientras siga pensando en las causas de su desdicha, seguirá estando centrado en sí mismo y no podrá salir del círculo vicioso; si quiere salir tendrá que hacerlo mediante intereses auténticos (…) El hombre feliz (…) es aquél cuya personalidad no está escindida contra sí misma ni enfrentada al mundo. Un hombre así se siente ciudadano del mundo y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda, sin miedo a la idea de la muerte porque en realidad no se siente separado de los que vendrán detrás de él. En esta unión profunda e instintiva con la corriente de la vida es donde se encuentra la mayor dicha” (Cap. XVII).
El filósofo estoico romano Séneca (aprox. 2-65) planteó algo similar cuando aconsejó a su pupilo Lucilio lo siguiente: “Nadie puede ser feliz si solamente está ensimismado y trata de buscar su conveniencia en todo: Tú debes vivir para alguien distinto si quieres vivir para ti mismo” (Carta a Lucilio núm. 48).
Esa sugerencia de B. Russell y Séneca sobre no vivir centrado en sí mismo probablemente es muy acertada. En efecto, quizás podríamos decir que uno de los requisitos para una vida feliz (aunque no el único requisito) radica en que una persona tenga múltiples inquietudes, intereses y actividades distintas a pensar en ella misma.
Entre esas inquietudes, intereses y actividades, podríamos citar todo tipo de actividad creativa que ocupe la mente. También interactuar con otras personas de manera desprendida y altruista, y tratar de contribuir con el progreso de la sociedad y el bienestar de los ciudadanos. Asimismo, todo tipo de actividad cultural (leer buenas obras, prepararse y transmitir buena cultura, etc.) constituye una gran fuente de felicidad. También es muy importante el ejercicio físico, porque está comprobado científicamente que contribuye a la salud mental.
Sobre la cuestión de no vivir ensimismados es pertinente recordar una gran película japonesa titulada ‘Ikiru’ (Vivir) del director japonés Akira Kurosawa (1910-1998) estrenada en 1952.
En la película Kanji Watanabe es un hombre de mediana edad que ha trabajado durante los últimos 30 años en un cargo burocrático anodino e inútil. En su oficina se archivan solicitudes de ciudadanos pero nunca se hace nada. Su esposa ha fallecido y su hijo y su nuera, que viven con él, solamente se preocupan por el sueldo de Watanabe y la futura herencia que les quedará. Watanabe es informado de que tiene cáncer de estómago y le queda menos de un año de vida. Piensa decirle a su hijo que tiene cáncer pero desiste cuando éste no le pone ninguna atención. Watanabe no se preocupa tanto por la muerte que se le avecina sino porque nunca ha vivido. Entonces Watanabe trata de encontrar un escape en los placeres nocturnos de Tokyo, pero después de una noche se percata de que no es una solución. En un local nocturno Watanabe le pide al pianista que toque la melodía de la canción ‘Gondola no Uta’ (La Canción de la Góndola), una famosa canción japonesa de 1915, y Watanabe la canta con gran tristeza y todos los presentes que le escuchan quedan abatidos. La canción exhorta a las mujeres jóvenes a encontrar el amor mientras son jóvenes y bellas porque la vida es breve.
Entonces al día siguiente por casualidad se encuentra con una mujer que era empleada en su oficina. Watanabe se siente motivado por el entusiasmo que ella tiene y le confiesa que él quisiera vivir aunque sea un solo día de esa manera, y ella le cuenta que su felicidad proviene de que en su nuevo trabajo hace juguetes para niños, lo cual le hace sentir que juega con todos los niños de Japón. Watanabe se inspira en su ejemplo y trata de lograr un objetivo loable antes de morir y se dedica a vencer la inercia de la burocracia para convertir un pozo infectado en un lugar de juego para niños. Sus compañeros de trabajo se sorprenden de su cambio, pues se ha convertido en un ardiente defensor de logros para la población y se enteran de que Watanabe va a morir y juran que van a vivir sus vidas con la misma pasión de él. Pero vuelven a su fútil rutina. En los últimos momentos de su vida Watanabe se sienta en el parque para niños que ayudó a construir y mientras cae la nieve y lo observa, ya más satisfecho con su propia vida, canta ‘Gondola no Uta’.
Por otra parte recordemos al gran naturalista alemán Alejandro de Humboldt (1769-1859) que estuvo desde el 16 de julio de 1799 hasta el 24 de noviembre 1800 explorando nuestro país y luego publicó su obra: ‘Relación Histórica del Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente’ (1814-1825). El caso es que Humboldt fue el primero que escaló hasta la cima de La Silla, donde ahora está el Hotel Humboldt, en el Cerro El Ávila que colinda con Caracas. Humboldt se sorprendió mucho al saber que ningún habitante de Caracas había sentido antes el deseo de escalar hasta ella y dice sobre esos habitantes: “Diríase que no se vive para disfrutar de la existencia sino sólo para vegetar” (Cap. XIII). Por supuesto Humboldt tenía una prodigiosa vitalidad y tuvo una excelente educación que le proporcionó una fabulosa erudición en ciencias naturales, lo cual no todos han tenido. Pero el hecho cierto es que la mayoría de las personas no disfrutan la vida.
Después de todo lo expuesto vale la pena que nos preguntemos: ¿Vivimos o solamente vegetamos?…Pero a veces las condiciones de vida en un país obligan a los ciudadanos a ‘vegetar’ porque es muy difícil ‘vivir’ cuando no se tienen los recursos adecuados.
En tal sentido es pertinente recordar unos poemas del gran poeta inglés William Blake (1757-1827) y es impresionante la pertinencia de varios de esos poemas en el caso de nuestro país.
Comencemos con un fragmento de su poema titulado: ‘Londres’ publicado en 1794 en el que dice: “Y he notado un signo en cada rostro que encontré / Signos de debilidad, signos de dolor”…¿No es verdad que este fragmento retrata los rostros del sector de nuestra población que es honesta y trabajadora, y está sufriendo la carencia de alimentos y medicamentos, pobreza extrema, temor y angustia?…Recordemos también otro fragmento del poema titulado ‘Jueves Santo’ publicado en 1794, que dice: “¿Es acaso algo sagrado ver / En una tierra rica y fecunda, / Niños reducidos a la miseria?”…En efecto, podemos preguntarnos: ¿Cuántos niños en nuestro país están desnutridos por falta de alimentos o fallecen por falta de medicamentos?…¿Cómo es posible que nuestro país con tantos recursos y riquezas haya llegado a tanta desdicha?…¿Cuántas ancianas y ancianos perciben un ingreso muy bajo y no pueden comprar sus medicamentos por lo caros que son?…¿Cuántos ciudadanos que perciben un sueldo absolutamente insuficiente sobreviven a duras penas en condiciones infrahumanas?…Recordemos también un fragmento del poema titulado: ‘Sentir el dolor de otro’ publicado en 1789 que dice: “¿Puedo ver el dolor de otro / Y no dolerme también? / ¿Y ver la pena de otro y no buscarle consuelo?”…Este fragmento también se cumple en nuestro país porque cualquier ciudadano que tenga sensibilidad humana sufre mucho al ver tanto dolor y desgracia de gran parte de la población, y lo peor es la impotencia que siente por no poder brindar un alivio financiero y consuelo a sus familiares y conocidos…Finalmente veamos este fragmento del poema titulado: ‘La Esencia del Hombre’ publicado en 1794, que dice: “la Crueldad teje una red / y esparce sus señuelos con cuidado”…¿No es cierto que hay ciudadanos que están manifestando una crueldad inimaginable que nadie sospechaba, y se aprovechan de la ausencia de controles para especular y obtener fabulosas ganancias?…Ese es el caso sobre todo de las farmacias, que abusan despiadadamente y venden medicamentos esenciales a precios injustificadamente elevados e inaccesibles para muchos ciudadanos…En fin, parecería que Blake viviera hoy entre nosotros.
De todas formas lo que sí podemos hacer es tratar de no vivir ensimismados y tratar de contribuir a un cambio de la situación que vivimos, aunque eso no se ve nada fácil por muchos motivos que serían muy largos para considerar en el presente artículo…El riesgo más grande que corremos al vivir ensimismados todo el tiempo es incurrir en una depresión endógena severa…¡Y eso sí es grave!!!