Por: Dr. Guillermo Mendoza Dávila
Para nada es cierto que “el país se arregló”, sin lugar a duda, como tampoco lo es que las únicas mejoras están circunscritas a los muy bien surtidos bodegones de las Mercedes en Caracas.
Por una parte no parece sensato hablar de arreglos, luego de haber perdido en pocos años el 80% de nuestra producción de bienes y servicios (PIB), que pasó de unos US$330 MMM a escasos US$65 MMM, mediante la caída de más dos tercios de la producción diaria de petróleo, junto a un marcado deterioro en la capacidad refinadora. Presenciamos un descalabro en la generación y transmisión de energía, se paralizó la industria y la construcción, mientras que el agro, el comercio, la banca y demás servicios apenas sobreviven y hemos presenciado un desarreglo social de impensable envergadura que se puede medir por unos 5 millones de migrantes pobres que salieron del país más rico de la américa latina. El país no se arregló.
Tampoco podemos esconder que hay un repunte en la actividad económica que surgió de la mano de la dolarización, del respiro en las condiciones de operación del sector privado, una efímera salida de la pandemia y mejores precios petroleros, que se juntaron y sirvieron para presenciar una demostración inequívoca de la vocación y la resiliencia del sector productivo nacional. Con seguridad podremos alcanzar un 10% de crecimiento del PIB este año, lo cual es muy bueno en vacío pero absolutamente insuficiente en el contexto nacional. Además, hay que cuidar que medidas como el IGTF o las inmensas penurias energéticas no dañen lo poco que hemos logrado recientemente.
Si hay todavía muy numerosas y sabidas contrariedades que no es necesario repetir aquí. Tampoco el crecimiento ha llegado a todos los sectores y la construcción es quizás el mejor ejemplo. Para el sector privado la falta de financiamiento es una barrera monumental. Las carencias socioeconómicas de la población son abrumadoras y el mayor compromiso de todos, pero en especial de las autoridades. Y sin embargo, hoy hay crecimiento en el agro, en la industria y en el comercio. En el primer semestre del 2022 la Bolsa de Valores de Caracas listó emisiones por US$16 MM, cuatro veces la cifra alcanzada en el mismo período del 2021. Esto incluye por cierto varios emisores nuevos, algunos pequeños y medianos. Claro que aún es muy poco, pero es mucho mejor.
Que nadie diga que no hay un LIGERO repunte, que no se pretenda borrar con teorías conspiratorias y estilo agorero lo que los empresarios han alcanzado con mucho esfuerzo, sacrificio y dedicación, sobreponiéndose cada día a situaciones contrarias para alcanzar estos pírricos resultados. Sólo nos podremos arreglar si logramos alcanzar ese 10%+ de crecimiento anual por muchos años consecutivos y eso si las autoridades así lo permiten mediante las condiciones pertinentes, pero que nadie diga que no estamos trabajando con mucho ahínco y ya algo hemos logrado.