La mañana de este lunes se observaron a militares en moto levantando a los vendedores informales y cerrando comercios no esenciales del centro de San Cristóbal.
Pero, las y los comerciantes informales, manifestaron que ellos no pueden esperar 8 días sin realizar ventas, pues esta semana también deben desayunar, almorzar y cenar, y llevar alimentos a sus hogares.
«No puedo cerrar porque tengo niños pequeños que mantener, de 5 y de 10. Si no recojo los guardias vienen y me levantan a la fuerza ¿De dónde busco yo para darles comida?, no tengo otro trabajo sino este», expresó Emily Fernández, vendedora de ropa interior en el centro de San Cristóbal.
La realidad en San Cristóbal es que un importante número de la población vive de lo que produce día a día, cuestión que se ve alterada en semanas de radicalización como prevención de la covid 19.
«Se entiende que es semana de radicalización, pero nosotros venimos a trabajar porque tenemos la necesidad, la olla en la casa pide. Preferimos recoger porque si nos quitan la mercancía va ser un problema para que nos regresen la mercancía», dijo Tania Colmenares, buhonera de ropa interior.
Colmenares señaló que acudirán cada día de la semana porque sus hijos dependen de los ingresos que se generan cada día. «Trabajemos o no, igualito tenemos que desayunar, almorzar y cenar, no podemos esperar ocho días para comer otra vez».
El equipo reporteril del Diario de Los Andes también notó que algunas zapaterías y ventas de mercancías consideradas no esenciales han optado por diversificar sus locales con alimentos de la cesta básica para poder mantenerse abiertos.