Esta frase fue la más famosa en aquella Valera de hace 55 años… Si en casa, mi mamá Josefa me mandaba a hacer alguna compra, y al rato llegaba con el cuento de: “Mamá, por ningún lado conseguí el tornillo para la máquina de moler maíz”, “Josefita” me decía: «Vaya pa´ donde Pedro Urquiola, allá se consigue hasta manteca de elefante”. Dicho y hecho, a la media hora estaba en casa con una gran sonrisa porque había conseguido el bendito tornillo.
El rey de los bodegueros
Ningún comerciante a lo largo de la historia de nuestra comarca pudo igualar la popularidad de este distinguido trabajador. Su fama traspasó Valera. En el Estado Trujillo se hablaba del “rey de los bodegueros”, que vendía hasta manteca de tigre… El negocio ubicado en las cercanías del mercado viejo parecía una fiesta de pueblo, siempre había personas conversando; el lugar se convirtió en ameno encuentro de sabrosa tertulia entre los valeranos.
Don Pedro, tenía una manera especial para atender a la clientela: “Buenos días doñita”. ¿En qué podemos servirle al amigo? La vecindad siempre buscaba a quien tenía todo un “doctorado en remedio para sus necesidades”: Una licuadora de medio uso, una cocinita a kerosén que no echara mucho humo, trampa para ratones, carbón para la parrilla del domingo, alambre para el gallinero, estampitas de José Gregorio Hernández, cariaquito morado para la buena suerte, arepitas rellenas de hígado, maíz pilón para moler, panela merideña, zapatos usados pero en buenas condiciones para los días navideños.
Los bebedores de caña lo adoraban
Los concañeros o bebedores de bebidas espirituosas adoraban a Pedro Urquiola. Preparaba un fuerte guarapo de panela que ponía a ver “estrellitas” al que se tomara dos guarapazos. Uno que otro despechado le daba por cantar” “Puerto abandonado”, canción de moda en aquella Valera de “alma generosa”… El exitoso comerciante era un amante del trabajo, sudaba la “gota gorda” para levantar su hermosa familia, jamás se quejaba de nada, gozaba sirviendo a los demás… “Hombres como Don Pedro no hay dos en Valera” decían los vecinos para referirse al buen corazón de este “hijo de Bobures” que un día se enamoró de Valera y aquí se quedó para siempre.
El negocio del “Negro Bobureño” en la calle 11, se convirtió hasta en lugar de cita de los enamorados: El galán le manifestaba a su amada novia: “Cariño, nos vemos mañana a las 3:00 pm, donde Pedro Urquiola”, con eso nos comemos unas arepitas de hígado y nos tomamos un guarapito de panela”.
“Adeco es adeco hasta que se muera”
El dueño del gran bodegón tenía una pasión especial por la música, la llevaba en la sangre. Le encantaba una parranda de arpa, cuatro y maracas. Contaba a sus amigos que un día soñaba con tener un hermoso acordeón, fue ahorrando algún dinero y el sueño se hizo realidad. Fueron muchas las fiestas que amenizó con tan musical instrumento.
Pedro Urquiola no sólo sobresalió como emprendedor comerciante, igualmente fue “Adeco rajado”, uno de los fundadores de Acción Democrática en Valera, amaba tanto al partido de don Rómulo Betancourt que bautizó el negocio con el nombre de “18 de octubre”.
De gran corazón…
Gozaba con su rol de pulpero, siempre trabajando con mucha honradez, jamás se aprovechó para especular, su apostolado era de servicio a la colectividad, los precios en su negocio no se encontraban en otro lugar. Le encantaba ayudar a la gente, el que no tenía para pagar su arepita de hígado se la obsequiaba con un “vaya tranquilo, Dios proveerá”.
Le dio la vuelta a Valera
Tenía una capacidad asombrosa para el comercio. En 1930, donde años después estaría el famoso Cinelandia, montó su primer negocio. De allí se trasladó a las cercanías de la Sociedad San José, de la cual fue uno de sus fundadores. Luego, se traslada a la calle 11, allí donde estuvo un busto de un guardia nacional que no se sabe que muérgano se lo llevó para que le cuidara la casa.
Alma de sabiduría
Un conocido periodista ya fallecido, en una oportunidad le preguntó: Coño, Pedro, ¿Por qué no lavas el envase donde echas el guarapo de panela? Con mucha confianza y sabiduría le respondió:
-No chico, si lavo el envase, se pierde la magia del papelón, allí está el secreto del sabroso guarapo que vendo; deja esa vaina así!
Gran humorista
El alma valerana tiene una chispa humorística que no la tiene todo el mundo. En busetas, esquinas, plazas, venta de pastelitos, los parroquianos se disparan sus chistes y ocurrencias que hacen reír a más de uno… El negocio de Pedro Urquiola era lugar de encanto. La “jodedera”, el chalequeo, iba y venía en labios de los parroquianos.
El que quería ver bravo al popular bodeguero, le decía: “Epa, Pedro, a usted como que lo trajeron amarrado de Bobures», este se molestaba por un día, pero le pasaba el “arrecherón”, sabía que todo formaba parte de la jocosidad del valerano, de andar “echándole vainas a todo”. Pedro se defendía con aquello de: “le maman gallo a monseñor Cardozo que es un cura come candela, que se podrá esperar para este humilde comerciante”.
Hasta los poetas lo admiraban…
A un conocido poeta de la ciudad le informaron en una noche de farra que el apellido de Pedro, no era Urquiola, sino Saavedra, le escribió un verso que recorrió Valera:
“Ahora, si nos la pusimos,
Con este tal modernismo,
De esta Valera sin piedra,
Pues se ha corrido la bola
Que hasta el negro Pedro Urquiola,
Se llama Pedro Saavedra”.
Hombre pa’ bueno…
En el alma de Pedro Urquiola, lo que había era el amor más grande a la humanidad. El valerano que pasaba un mal día con su mujer o peleaba con los hijos, optaba por irse al negocio de don Pedro, escuchaba su exquisito humor, sus sabrosas anécdotas, y por arte de magia, estos momentos de catarsis, le quitaban el malestar emocional.
Valera agradecida amó a Pedro Urquiola… Un día la tristeza arropó a nuestra urbe; Pedro cerraba su negocio hasta nuevo aviso, 90 años por el pecho lo llamaban a descansar, se juntó, con la desaparición del viejo mercado municipal, potentes máquinas echaban al suelo el ameno lugar que fue centro de reunión de los valeranos… Pedro no aguantó tanta tristeza junta; un 14 de octubre de 1982, luego de una tenaz lluvia que cayó sobre la ciudad, entregó su alma al Creador…
Propuesta para la Asociación de Comerciantes de Valera (Acoinva). Ubicar en un respetable lugar de dicha institución, la foto de este ejemplar trabajador, con una leyenda que puede decir:
“Don Pedro Urquiola (Q.E.P.D.)
“El comerciante más popular que conoció Valera
a lo largo de toda su historia…
Ejemplo de hombre trabajador.
Un hasta siempre; para este gran emprendedor trujillano.
Murió un 14 de octubre de 1982.
Fuente: La Valera de siempre: Esteban Gudiño, Luis González, Elvins González.