Valores democráticos | Sofía Imber | Por Ramón Rivasaez

 

Esta periodista venezolana nació en Soroca, Rumanía, el 8 de mayo de 1924 y falleció en Caracas el 20 de febrero de 2017, luego de una vasta labor en beneficio de la cultura y el afianzamiento del sistema Democrático en su país de adopción.

Sofía Imber, arribó a Venezuela en 1930 en compañía de sus padres que escapaban del reparto de Europa que hacían entonces las grandes potencias, la URSS y Alemania, en los albores de la segunda guerra mundial. Abandonaron Moldavia que, por la modificación geográfica que produjo el resultado de la conflagración bélica,  hoy es territorio atribuido a Rumanía. Junto a sus padres también llegó al país su hermana, Lya Imber que, con el tiempo, fue la primera mujer que se graduó de médico en Venezuela. Sofía Imber igualmente estudió medicina, pero al final optó por la carrera de comunicación social.

Inquieta, intelectualmente, vivió en Colombia, donde colaboró con la publicación Sábado, que coordinaba el escritor Plinio Apuleyo Mendoza, posteriormente fijó su domicilio en Francia, y después en Bélgica, acompañó a su esposo Guillermo Meneses, quien cumplía labores diplomáticas. Conoció al artista Vasarelly  mientras en París se vinculó con el grupo de artistas plásticos venezolanos, denominado los Disidentes.

Retornó  a Venezuela e inició una carrera periodística muy activa; trabajó para El Nacional, las revistas Elite,   Momento, Kena, Ultimas Noticias,     2001, y otras publicaciones, entre las que destacan La Nación de Buenos Aires y El Excelsior de Ciudad de México.

Es designada presidenta de Asociación Internacional de Críticos de Arte, en 1967, la Unesco le concede la orden Picasso, por sus contribuciones a la difusión del arte universal; en 1969 aparece su programa de entrevistas en la TV venezolana Buenos Días; dedicado a afianzar las ideas democráticas en Venezuela, al tiempo que sigue su labor cultural, al promocionar las artes plásticas; fue defensora del arte popular, artistas como El hombre del Anillo, entre otros.

En 1973,  Sofía Imber, se dedicó inmediatamente a crear su obra magna, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas que, con abnegación y tenaz decisión, convierte en uno de los más notables de América latina, orgullo cultural de Venezuela.

Aunado a ello, es la directora de las páginas culturales del diario El Universal; una embajadora cultural de Venezuela en el mundo. Antes en 1971, recibe el premio Nacional de periodismo, fue la primera mujer en ser distinguida con el galardón.

Hasta que el 21 de enero de 2001 recibió una llamada telefónica del entonces presidente Hugo Chávez, en la que le informó que estaba despedida del museo que, durante 27 años había ido enriqueciendo con obras de Picasso, Matisse, Moore, Segal, Cruz Diez, Vasarelly, entre otros artistas universales. Una gestión cultural producto del respaldo de los gobiernos democráticos que pensaron en  el arte, como un valor que ennoblece a los pueblos, que le otorgan un lugar en el mundo.

En el 2015, Sofía Imber, le dijo al periodista Diego Arroyo Gil durante una entrevista «… qué es un museo sin gente un cadáver, en mi época era una fiesta», con lo cual quiso reflejar su pesar porque ella siempre anheló ser recordada por el museo que alimentó como su vida.

Hoy, por infortunio, la tragedia que vivió esta extraordinaria mujer que conocí en Valera en 1970, se repite en mi lar nativo cuando el Ateneo sufre la peor humillación ser invadida su sede por la bota militar que, como Ucrania,la heroica nación,  es víctima de una afrenta a todo un pueblo noble, trabajador, emprendedor y culto.

 

 

 

 

 

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