Valores democráticos | Simón Sáez Mérida |  Por Ramón Rivasaez       

Dedicado a todos los educadores que luchan por un mejor país
Este insigne docente nació en Aragua de Maturín, estado Monagas el 30 de octubre de 1928 y falleció en Caracas el 29 de mayo de 2005; a finales de la década de los 50 asumió la secretaria general de AD en la clandestinidad, en cuya responsabilidad demostró su ardor por la democracia.
Sáez Mérida  desde su niñez se reveló por sus inquietudes intelectuales; su afán por la lectura; los clásicos; su proyecto de vida ya estaba trazado. Sus padres conscientes de las inclinaciones humanísticas del adolescente le envíaron a Caracas, donde concluyó la secundaria e ingresó al poco tiempo a la UCV. Cursa historia donde pronto se distinguió por su avidez de conocimientos; tras graduarse fue incorporado como docente de la escuela.
En 1948 luego del golpe de estado contra el presidente Gallegos, la política militante absorbió de lleno al joven que conoció de cerca a los líderes de la resistencia, los mártires Leonardo Ruiz Pineda, Antonio Pinto Salinas, Alberto Carnevali, que se convirtieron en  los paradigmaticos dirigentes donde descansó la resistencia a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en una década sangrienta,   donde la siniestra Seguridad Nacional, imponía el terror.
Desaparecidos por la bestial represión de la dictadura, los secretarios generales de la clandestinidad de AD, Simón Sáez Mérida,  reemplazó a los líderes caídos en la lucha por restablecer la democracia y junto a Pompeyo Márquez, líder del PCV, son los únicos que eluden con éxito los allanamientos y » razzias»de la siniestra SN que busca sin descanso a los que adversaban a Marcos Pérez Jiménez.
Ambos deben ingeniárselas para no caer en emboscadas,  ser muy precavidos, disfrazarse y pasar inadvertidos en lugares públicos, de modo de burlar la feroz persecución que la policía política desató contra ellos.  Muchas veces tenían que escapar casi sin terminar sus reuniones con sus contactos porque la SN le seguía el rastro muy cerca. Varias ocasiones estuvieron  a punto de caer en las garras de los esbirros, afortunadamente la suerte les acompañó.
Simón Sáez Mérida, mientras estuvo al mando de la secretaría general de AD en la resistencia, se acercó mucho a los cuadros juveniles del partido; se comenzó a gestar un proceso de autocrítica hacia dentro de la organización; los jóvenes participaron en la discusión e insertaron la impronta de un partido más incisivo en la búsqueda de la libertad, en lo universal de la cultura, el arte como medio para vencer las sombras de la ignorancia. Quizá fue el ideario  del que se abrazaron Miranda, Bolívar y el resto de los fundacionales líderes de la República.
Fenecida la dictadura de MPJ, celebradas las elecciones que ganó el presidente Betancourt, Sáez Mérida, entró en colisión de ideas al enviar una carta a la militancia de AD en la que siembra la reflexión, abre la necesaria discusión; la apertura a los jóvenes; llama a la conciencia de las masas adecas, a los más combativos; y finalmente, es expulsado al lado de Domingo Alberto Rangel, Américo Martín, Moisés Moleiro,  entre otros tantos, considerados los más talentosos líderes jóvenes de AD.
Surgió entonces, el MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que en 1962 incursionó en las guerrillas con escaso apoyo popular; la decepción hizo que, en un acto desesperado participaron en la intentona llamada el Carupanazo, donde algunos militares estuvieron comprometidos. Los complotados fueron arrestados; y a Simón Sáez Mérida, fue allanada su inmunidad parlamentaria y llevado a prisión por varios años.
Luego de cumplir su pena, Sáez Mérida retornó a su cátedra universitaria y se dedicó a otras de sus pasiones, la escritura en la que ocupó sus últimos años de su vida, entre la historia, la poesía, el ensayo, siempre con un norte la dignidad de la persona, el respeto a los valores de la cultura, la defensa de la educación, el arte, la inteligencia, la recuperación de Venezuela a través  de la lectura, la imaginación y sobre todo, en la creencia de un pueblo que tiene sus reservas morales e intelectuales intactas.
El mejor homenaje a este venezolano de primer orden; que luchó valientemente contra la dictadura perejimenista, es leyendo sus libros;  cuyos títulos son, La historia de AD; La dictadura perejimenista; Domingo Alberto Rangel, parlamentario; Los siglos semanales; El estupor de los girasoles; Los cuatro hechos principales que enmarcan el proyecto educativo de la democracia a partir de 1959-63; La cara oculta de Rómulo Betancourt; Aragua de Maturín en la guerra a muerte.
Sus años postreros lo ataron amorosamente a la poesía, y en defensa de una Venezuela avasallada por la demagogia incontrolada por quienes se erigieron en mesías y salvadores de la patria de última hora.
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